El Granada se queda en la cuneta

Huele que apesta a Segunda división en el vestuario del Granada, un hedor al que han contribuido muchos agentes, desde la planta noble hasta los que pisan el verde, con correcciones que no han alterado el rumbo hacia el abismo. En un día en el que la concentración tenía que estar al máximo, el conjunto volvió a tirar el acto inicial. Sigue sacando balones de su red con la asiduidad de un mal vicio. Es imposible generar atractivo para fichajes decentes con tan escasa recaudación en el casillero de puntos. Junto a la UD Almería, dos andaluces en picado hacia la división de plata, salvo que Matteo Tognozzi sea una suerte de rey Midas y lo convierta todo en oro con sus dedos.

Medina quedó tan convencido de la extensión de partido del lunes pasado que insistió en la misma formación, quizás porque Miguel Rubio no está aún para muchos meneos. Rafa Benítez sí cambió su 'once', pero lo que no varió fue su devoción por Aspas y Larsen arriba en Balaídos tras sentar a su capitán en Vallecas. El noruego celebra, pero el gallego es omnipresente, incluso en lo no siempre tangible, aunque cuando ve el escudo de la bala se excita de más. No vino a cuento su tacada a Melendo que le mandó a la ducha antes de tiempo.

Pedía el entrenador rojiblanco un enfoque de final en su discurso previo, pero el que se tomó a pecho el encuentro fue el Celta, amenazando pronto. Primero, con un tiro de Aspas. Luego, con una falta botada por el de Moaña que remató Unai Núñez libre de marca, en la primera señal de endeblez rojiblanca en el balón parado.

Los problemas se repetían con respecto al duelo con el Athletic. A Ignasi le costó girar su rígida cadera para perfilarse hacia la derecha cuando trataban de elaborar la jugada y reiteró el pase hacia la zona de presión del rival. El atasco resultaba morrocotudo, aunque bien pudo compensar el zaguero con un remate en una acción que lanzó Gumbau cuando todavía había un 0-0 en el marcador.

Pero en un córner, el Celta cantó bingo. Sacó Aspas y André Ferreira reconectó el karaoke. Salida en falso, con puños de peso pluma, que dejó el balón rendido a Núñez. Este chutó como defensa que es, al bulto. Sin embargo, la pelota le cayó a Larsen, al que nadie encimó y que se marcó un lujo con un golpeo de espuela sin que ninguno de los que protegían la meta le saliera a obstaculizar.

Otra puerta a cero por el sumidero para un Granada que fue engordando sus tramos con balón, pero todos con final decepcionante. El equipo buscaba a Bryan, pero los celestes le detectaban bien y Guaita, en una salida, se impuso ante una acción de mano a mano. Luego el malagueño espabiló, pero sin la rotundidad previa al telefonazo de Luis de la Fuente.

Un arquero sobrio, Guaita, con un homólogo titubeante, Ferreira, a pesar de que el luso le abortó un chut a Bamba que salió con acidez. No evolucionaba el Granada, de nuevo Villar sin encontrar espacios libres, con Uzuni en paradero desconocido y Boyé aislado donde es inocuo.

La luz solar se extendió por el césped vigués y Bryan se abrió como una flor, mucho más activo. Provocó un córner y dejó un servicio por el carril central para Boyé, que este marró ante Guaita, en su respuesta más apurada de la cita. Todo giraba en torno a la activación de Bryan, pero no le dio para sortear todos los cepos ni contó con precisión en los intercambios.

Medina sí quiso agotar sustituciones esta vez. Primero le dio paso a Melendo por un intrascendente Villar, pero tampoco el catalán mejoró en demasía la arquitectura. El Celta se quedó en inferioridad tras la roja de Aspas, con diez minutos más la prolongación como epílogo. Fue entonces cuando el Granada lanzó a Callejón, Carreras y Diédhiou, pero apenas hubo una ocasión en ese tramo, en una falta de Gumbau.

La frustración cundió en un Granada que tampoco reaccionó el día que tocaba a rebato. Momento crítico, con el Sevilla a la vuelta de la esquina, el martes en Los Cármenes.