A Weissman le basta una
El israelí inaugura su cuenta goleadora como rojiblanco a los cuatro minutos de partido tras estrenarse como titular y pica a Uzuni, mientras que Pol Lozano y Famara Diédhiou debutan en la segunda mitad y colaboran para retener el triunfo
Más inmediato, imposible. Lo de Shon Weissman con el Granada fue llegar y besar el santo, si es que acaso el santo no es él ... mismo. Genio y figura. Cuatro minutos en el Estadio de la Cerámica le bastaron para justificar la expectación por su fichaje sobre la bocina del 31 de enero. Era un escenario de Primera división aunque el rival fuese un filial y demostró en su primera maniobra que la Segunda no es su categoría. Recibió en el área, se orientó hacia su izquierda pese a ser diestro porque era lo más adecuado y colocó la pelota allí donde ningún portero habría podido atajarla con un golpeo suave. De 'killer' profesional.
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Apenas habían pasado cuatro minutos y Weissman ya les estaba preguntando a sus nuevos hinchas su icónico '¿qué pasa?', que en granaíno podría adaptarse al '¿qué pollas pasa?', antes de emular el gesto de oración judío al levantarse el cuello de la camiseta por detrás con una mano y taparse la cara con la otra. Suele hacer que parezca sencillo y lo volvió a conseguir. Recuerda a Russell Crowe en 'Gladiator' cuando pregunta como Máximo: '¿Os habéis divertido?'. Solo había que ver el rostro eufórico en la celebración de Callejón, uno de los que tanta impotencia sintiese en salidas anteriores por la acumulación de ocasiones de gol que se fueron al limbo.
Weissman firmó por el Granada para ascenderle a Primera división y a ratos parece tan distraído que quizás ni lo supiera, pero su equipo solo llevaba cuatro goles fuera de casa hasta su diana. Dos en el primero de la temporada, en Ibiza por el único que había ganado hasta entonces, y otros dos repartidos en los doce posteriores. Difundida su imagen por el club a todo trapo en sus redes sociales desde que fichase a modo de amenaza, el israelí sabía que tenía una misión en el Estadio de la Cerámica y corrió hacia ella desde el saque de centro, cuando persiguió la pelota hasta que le impactase el envío en largo de uno de los centrales del Villarreal B.
Porque más allá del gol, Weissman se fajó sin la pelota tanto o más que con ella. Peleó con los defensas rivales y corrió hacia atrás cuando le tocó, sin hacerle ascos al barro de Segunda en su vuelta a la categoría de plata ocho meses después de salir de ella con veinte goles en la cartera. Ya lleva el primero como rojiblanco, para que nadie ose medir su impacto con el de Villalibre en el Alavés. Parece ser que ya ha hecho buenas migas con Uzuni, y su tanto pareció picarle para que el albanés se estrenase a domicilio con un zambombazo de parábola diabólica, pero por ahora se llevan mejor de lo que se entienden. Al israelí, que aún no habrá terminado de asimilar que las franjas de su camiseta son ahora rojas y horizontales, le costó interpretar que su nuevo compinche echa a correr hacia adelante como alma que lleva el diablo en cuanto puede. Apuntan a dupla icónica, de las que forjan leyendas populares en Los Cármenes, un estadio sediento de ídolos nuevos.
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Ya en la segunda parte debutaron también Pol Lozano y Famara Diédhiou. Al catalán, reclutado antes de la hora, le tocó un contexto difícil porque su equipo ni olía la pelota y él solo no pudo revertirlo, aunque requerido no se complicó en las que tuvo y metió la pierna dura cuando hizo falta ante jugadores de su edad. Para el último cuarto de hora entró el senegalés, que no pareció tan fuera de forma como había dado a entender Paco López y sí disfrutó algo más en las refriegas de espaldas a portería, con algún giro interesante y un buen pase para Uzuni en un contragolpe que el albanés desperdició. Toda ayuda es poca. Las opciones de compra pactadas por Weissman y Famara no se activan solas.
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