Un parón traicionero
LA CONTRACRÓNICA ·
El coronavirus respeta a los principales futbolistas de Robert Moreno y el equipo encadena seis jornadas consecutivas sin perder, pero en Elche se presenta espeso y falto de agresividad para ir a por el triunfo con un hombre másTuvo todo de cara el Granada para vencer en Elche y sin embargo empató. El coronavirus respetó con la vuelta de la competición a sus ... principales futbolistas, incluidas las recuperaciones exprés de Carlos Neva y el entrenador Robert Moreno, pero el equipo abrió el año con tablas pese a que su parte covid apenas presentó tres ausencias cuando en otros conjuntos se elevó hasta la decena, con peticiones expresas a suspender encuentros. Los rojiblancos abrieron 2022 como cerraron 2021: sin perder. Ya son seis jornadas consecutivas sin caer en Liga para un balance final de primera vuelta de 23 puntos, pero aun así el sabor del punto en Elche es amargo.
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Apenas hubo juego en el Martínez Valero, con la temperatura ambiental casi tan caliente como en aquella noche de junio de 2011 en la que Odion Ighalo devolvió al Granada a Primera división 35 años después, y a los rojiblancos les pudo más el miedo a perder que la ambición por ganar. Los pupilos de Robert Moreno anduvieron resacosos tras el parón navideño de siete días tras el triunfo ante el Atlético de Madrid, que clausuraron el miércoles para hacerse pruebas anti-covid que no les permitieron entrenar con normalidad hasta el jueves mientras el Elche llevaba desde el lunes operativo. La preparación se quedó corta, más preocupados durante muchas horas por los contagios que por el fútbol en sí.
Con todo, Robert Moreno pudo presentar el que ahora mismo es su 'once' de gala –un milagro con la explosión de ómicron–, al menos hasta que vuelvan a estar disponibles Domingos Duarte, Ángel Montoro y Rubén Rochina. Salieron los mismos que derrotaron al Mallorca y volvieron Quini y Gonalons, sancionados en el triunfo ante el Atleti. El Granada, sin embargo, estuvo cohibido y solo se lanzó a por la victoria en el añadido, prudente hasta entonces por los contragolpes amenazantes de un rival directo por la permanencia al que, con el empate, se dejaba a los mismos siete puntos de distancia.
Aunque el entrenador dispuso de sus hombres de mayor confianza, estos no le respondieron con el mismo nivel de actuaciones anteriores. Faltó capacidad de mando en la medular, armada por Luis Milla y Maxime Gonalons –o el primo malo que saca fuera de casa–, y también desborde arriba sobre todo en el ala de Darwin Machís, que esta vez mandó a las nubes la que coló en la escuadra en Los Cármenes ante los de Simeone. Robert Moreno sustituyó a Quini al quedar amonestado y a falta de diez minutos reemplazó a Gonalons y Puertas por Isma Ruiz y Soro, sin apenas efectos sobre el partido. Dejó dos sustituciones por hacer y mantuvo sobre el terreno de juego al siempre batallador Luis Suárez y a Jorge Molina, que siempre premia su confianza con un gol cuando menos se le espera.
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Todo pudo cambiar a los veinte minutos. Luís Maximiano volvió a ponerse la capa de superhéroe para desviar lo justo hacia el larguero un gran remate de cabeza de Guido Carrillo y el balón quedó muerto sobre él, en el suelo, y la misma línea de gol. El delantero se lanzó para mandar la pelota dentro con los tacos por delante como si se hubiese chupado todos los episodios de 'Cobra Kai' en Navidad y el luso estiró una manopla como pudo para evitarlo. El tiempo quedó detenido y el delantero llegó al balón antes que al impacto con su mano, pero aquello no era falta sino juego peligroso. Se armó la marimorena, como en la fiesta de Carlos Bacca, y ya no pasaron muchas más cosas. Los 23 puntos son un bálsamo.
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