El granadinismo se harta
Cánticos de «directiva, dimisión» desde antes del comienzo del partido incluso y también a la finalización del mismo junto a otros contra los futbolistas tras imponerse la realidad deportiva después de dos ventajas anecdóticas
Perder como se perdió contra el Villarreal tuvo consecuencias en la vuelta a Los Cármenes del Granada. Entre la desafección popular y el meteorología, la ... afición dimitió en masa ya que no lo hacen otros antes y los asientos vacíos del estadio reflejaron la penosa realidad que acompaña al club a día de hoy y la que aún arrastrará hasta que acabe la temporada. Los cánticos de «directiva, dimisión» que dieron la bienvenida a los miembros del consejo de administración del club al tomar sus asientos en el palco antes incluso del comienzo del partido frente a la Real Sociedad siguieron a la finalización del mismo, después de dos ventajas anecdóticas de los rojiblancos en el marcador que también se perdieron como lágrimas en la lluvia.
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Por si a alguien no le había quedado claro aún, el granadinismo visibilizó que está harto. Una paupérrima entrada de 9.214 espectadores, menos de la mitad del aforo y la peor en las tres últimas temporadas pese al récord de abonados, ya hablaba por sí sola. Sin embargo, y más allá de aquellos que ya castigaron al club sin su asistencia, quienes sí ocuparon su asiento o se refugiaron en los vomitorios porque tampoco estaba la cosa como para mojarse acudieron para manifestarse. Para muchos, lo de la Real Sociedad no era tanto un partido como un escarnio público. Y así lo hicieron saber después de cantar el himno, porque bochornos como el del Estadio de la Cerámica no se olvidan con una buena actuación.
El colmo fue que, en el momento más irónico posible, al Granada le dio por inaugurar el marcador tres meses después de la última vez. El doblete de Myrto Uzuni fue celebrado, faltaría más, pero Los Cármenes no tenía nada que ver con la fiesta que acostumbra incluso en los peores días de su equipo. Casi había eco. Ya fuese por méritos propios o por el cansancio físico y mental acumulado por la Real Sociedad, que venía de despedirse en siete días de la Copa del Rey y de la Champions, los rojiblancos fueron por delante en el marcador ante un equipo de máximo nivel aunque la sensación en el ambiente fuera la de ni creerlo. Aquello no podía estar pasando; sencillamente, no encajaba. Casi ningún aficionado aparentaba creer que su equipo pudiera realmente ganar ese partido.
Lo que sucedió durante la segunda parte fue lo que todo el mundo esperaba: que la Real Sociedad impuso su fútbol, remontó y ganó. Lo normal. No deja de ser curioso que para Alexander Medina la clave residiera en que su equipo fuese incapaz de sostener la intensidad del primer tiempo en el segundo, como si su plantilla no le pareciera de garantías después de diez fichajes. El tercer gol de la Real Sociedad se vio venir desde antes incluso del segundo.
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Y tras el aviso previo al partido, y de un nuevo conato al descanso pese a la ventaja en el marcador, la traca final se desató sobre Los Cármenes aún durante la revisión del tanto de André Silva. Entonces sí, la cólera de la afición que aún resistía mientras muchos iban desfilando entonó los «directiva, dimisión» promovidos desde la grada de animación con más ímpetu que nunca antes. No fueron tan seguidos los «china, vete ya» en referencia a la presidenta Sophia Yang, el «fuera de mi vida, ya no te quiero» ni aquellos contra los futbolistas, que recibieron desde el «jugadores, mercenarios» al «no os merecéis esta camiseta». Y es que por tantos que hubo enfadados también había otros tantos tristes, a los que les duele en el alma cómo su equipo se va otra vez a Segunda división.
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