Matteo ya sabe dónde se ha metido
Tognozzi debió alucinar desde el palco al ver cómo el que ahora es su equipo pasaba de solicitar el descenso por adelantado a rozar la remontada después en otro partido loco en el Zaidín, en las antípodas de lo habitual en su país
Nadie en su sano juicio osaría dudar de que Matteo Tognozzi viese algún partido del Granada esta temporada antes de aceptar su oferta para convertirse ... en su director deportivo y dejar la Juventus. En cualquier caso, y por si hasta verlo en el campo no hubiese sido suficiente, la primera parte contra el Villarreal bastó para que el italiano descubriese dónde se ha metido. El bueno de Matteo debió flipar al comprobar cómo el que ahora es su equipo pasaba de solicitar el descenso por adelantado con tres goles en contra a la media hora a rozar la remontada después, en otro partido loco en el Zaidín, en las antípodas de lo habitual en su país.
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Hay pruebas gráficas de que Matteo Tognozzi empezó a llevarse las manos a la cara antes incluso de que empezase el partido. Todo el mundo dice que habla español perfectamente, pero solo el paso de los días demostrará si también el mismo idioma futbolístico que Paco López. El italiano veía correr el balón de un lado al otro del campo, sin pausa alguna de por medio, como si lo de Los Cármenes fuese un partido de la Premier League. Pasaban muchísimas cosas, a menudo inconexas y casi siempre a partir de errores clamorosos y despistes imperdonables. Un despropósito en bucle.
A Matteo, claro, debió gustarle las talentosas maneras de Bryan, Villar, Álvaro, Melendo e incluso Torrente, aunque sufriera más de la cuenta con la pelota y lo inevitable en este equipo sin ella. Es probable que sintiera un amor-odio similar al de la grada con Ricard en función de si corría hacia atrás o hacia adelante y que acabase boquiabierto con la imprevisibilidad de Uzuni en ataque y de Ignasi Miquel en defensa. Ya le irán explicando lo de que los partidos de Puertas dependan de si le sale bien o mal el primer regate.
En la segunda parte saldrían Shon Weissman y Famara Diédhiou, otro de esos futbolistas por los que Matteo tendrá que preguntar qué pasa después de que estuviera a punto de acabar en Venecia en verano. También comprobó que de Callejón ya no es que ni quede la sombra del que fue en Nápoles, sino que parece que lo hubiesen cambiado por otro jugador directamente. A quien no se vio ni calentar un partido más fue a Wilson Manafá, aunque con el ojo que se le presupone para el fútbol puede que le baste con verle entrenar como parece bastarle a Paco López desde agosto.
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El paso de los minutos le fue demostrando a Matteo que debe descubrir pronto un restaurante italiano decente al menos al que llevarse a Bryan para hablar sobre lo de su renovación hasta dejarlo sin servilletas. Sin protagonizar ni mucho menos su actuación más deslumbrante, el malagueño fue el clavo al que sus compañeros volvieron a agarrarse para acercarse como pudiesen al empate. Porque, más allá de por donde él pisase, abundaba el desierto. Tanto terror causaba que al descanso, y tras pasar del 0-3 al 2-3, a Pacheta no se le ocurrió otra cosa que quitar a Sorloth para meterle otro lateral con Romero junto a Alberto Moreno. Y así está también el Villarreal.
El Granada volvió a perder, una vez más y ya van siete, y a Matteo Tognozzi le debieron decir entre Alfredo García Amado, Sophia Yang y Javier Aranguren que esto es lo que hay. Para el mercado de invierno en enero quedan dos meses aún pero antes tendrá que tomar no pocas decisiones. Poco a poco se le irá conociendo, y él irá también conociendo mejor el embolado en el que se ha metido. Los rojiblancos siguen en descenso y ese color rojo que acompaña a su posición no hay que traducírselo a nadie. Está por ver a qué jugadores dará Tognozzi acceso al Granada, pero no parece que a Giorgio Chiellini le vaya a apetecer demasiado pelear por la permanencia en España.
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