Mil disculpas
La apuesta de Fran Escribá por algunos de los futbolistas con más galones de su plantilla de inicio resulta un fracaso ante una lamentable diferencia de intensidad con el Córdoba del primer al último minuto del derbi
Toda la lluvia que la previsión apuntaba sobre Córdoba fue futbolística, para chaparrón bochornoso sobre el Granada en El Arcángel. La apuesta de Fran Escribá ... por alguno de los futbolistas con más galones de su plantilla como titulares resultó un fracaso ante una vergonzante diferencia de intensidad del primer al último minuto del derbi. Una falta de respeto para el millar de desplazados. Después de varias disculpas individuales en redes sociales durante jornadas anteriores, en esta ocasión tendrían que salir todos los futbolistas al unísono, como lo hicieron para pedir un apoyo que nunca les faltó. Si los tres empates no debían preocupar, el de Córdoba fue el mazazo definitivo que debería replantear ya cualquier aspiración de vuelta inmediata a Primera división.
Publicidad
Escribá quería ir sobre seguro, consciente de lo que su equipo se jugaba, y terminó patinando hasta darse un costalazo, quien sabe si ya irremediable. Además literalmente, o al menos sus futbolistas, que parecieron elegir peor los tacos que los del Córdoba tras el chaparrón previo al partido y no dejaron de resbalarse. Ni Pablo Insua ayudó demasiado a Manu Lama en la zaga, con el carísimo regalo del saque de esquina que precedió al primer gol de Álex Sala, ni Borja Bastón dio continuidad alguna al ataque junto a Lucas Boyé, al perder casi todos los balones que tocó de espaldas al limitarse a esperar una falta que nunca llegaba y desaprovechó cuantas ocasiones tuvo en el área.
Martin Hongla intentaba que el Granada ganara el centro del campo y puso a temblar el larguero de un chutazo desde la frontal, pero el Córdoba dominó cada faceta posible del juego a partir de su intensidad. El canterano exrojiblanco Isma Ruiz y sus compañeros Théo Zidane y Álex Sala camparon a sus anchas para desesperación del camerunés y de Sergio Ruiz. Ya con 2-0, incluso Bastón se vio obligado a retrasar su posición para echar un cable ante la clamorosa superioridad califa ahí, algo que no hizo más que cuestionar su forma física y más aún de inicio.
Si en algún momento hubo atisbo de reacción en el Granada fue porque Lucas Boyé trató de honrar la capitanía. El argentino, único veterano sobre el campo que de verdad demostró galones, dirigió los ataques rojiblancos que más cerca estuvieron del empate mientras la diferencia fue aún mínima, como cuando dejó solo a Abde Rebbach ante Carlos Marín con una maniobra magistral de espaldas. Sin embargo, también a él le falló la espada cuando tuvo que blandirla. Tampoco Bastón atinó mientras le aguantó Escribá, con puntería pero a la cara del portero del Córdoba en la más clara y corto de energía ante dos pases de la muerte en boca de gol a los que no llegó.
Publicidad
Con la nueva lesión muscular de Loïc Williams como colmo de males, el Granada siguió perdido pese a los escarceos del recuperado Reinier sobre la frontal mientras el Córdoba disfrutaba plácido con Isma Ruiz como capitán general. Manu Lama, sexto central hasta Navidad, achicaba agua desesperado por la vulnerabilidad a su alrededor. Ningún recambio desde el banquillo resultó estimulante para los rojiblancos, siempre lejos de la acción Shon Weissman y torpe cada vez que tocó el balón Manu Trigueros, como si cargara con el doble de temporadas a cuestas.
El paso de los minutos fue castigando con cada vez más dureza al Granada, que ya fue involucionando hasta un punto preocupante de cara al futuro. El Córdoba hizo una 'manita' y pudieron ser muchos más goles, con la fatalidad de Luca Zidane para el quinto. Algo se ha roto, ya definitivamente, y queda por ver si Fran Escribá puede volver a coserlo.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión