Lucas Boyé, hundido por el empate tras el pitido final del árbitro. Ramón L. Pérez
La contracrónica

'The Walking Dead'

Lo más paradójico del derbi andaluz por todo lo bajo del Zaidín fue que el equipo que mejor jugó y mejores ocasiones coleccionó fue el Almería, pese a encontrarse aún más hundido en la clasificación como colista, al punto de poder ganarlo al final

Domingo, 18 de febrero 2024

Ni al Granada ni al Almería les valía un empate que les tuvo a ambos deambulando de una punta a la otra de Los Cármenes ... al final como dos muertos vivientes. Lo más paradójico del derbi andaluz por todo lo bajo en el Zaidín fue que el equipo que mejor jugó y mejores ocasiones colección fue precisamente el que llegaba aún más hundido en la clasificación, colista sin haber ganado aún, al punto de poder conseguirlo al final en lo que ya habría sido la puntilla para los rojiblancos. Los vecinos querían agarrarse a una opción mínima; los anfitriones, a todo un tramo final en la pelea que finalmente tiraron por tierra por pura incomparecencia.

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Tanto Alexander Medina como Gaizka Garitano pidieron a sus futbolistas que disfrutaran del juego como los niños que algún día fueron, dejando a un lado las responsabilidades que les amenazan, y apostaron por mediapuntas como Óscar Melendo y Jonathan Viera pese a que estas figuras son las primeras que la máxima exigencia competitiva suele sacrificar en pos de bloques compactos. Sin embargo, el planteamiento le funcionó mejor al Almería fundamentalmente porque Viera pasa ya de absolutamente todo y se dedicó a caminar y pasarse el balón con sus compañeros. Por momentos pareció que el Almería jugaba con más futbolistas y eso que Viera iba andando, lo que demuestra que el fútbol no va de correr mucho sino de moverse bien y jugar mejor.

Mientras, en el Granada cundía el pánico al error y, por no fallar hacia adelante, se aseguraba hacia atrás. Nadie lo personificó mejor que Gonzalo Villar, con tanto miedo o más que Miguel Rubio pese a estar mucho más cualificado técnicamente, viniéndole de escándalo al 'Cacique' su tarjeta amarilla para retirarle a la media hora. Por él dio entrada a Maouassa para que fundamentalmente se dedicase a botar el balón parado al ser nulo en lo demás, con acierto en la mitad de las veces aunque Rubio y Piatkowski parecieran tener el cuello agarrotado luego; cuando al galo lo mejoró desde esa faceta Gumbau más tarde, sin embargo, incluso sobró al punto de ser reemplazado.

La gente terminó la primera parte levantándose de pura impotencia ante lo que veía: no ya a su equipo perdiendo un partido por jugarlo fatal, sino irse a Segunda por fallar el día que no podía hacerlo. En lo que pareció un golpe de efecto, el Granada dejó a Lucas Boyé calentando al descanso ya vestido sobre el césped, entre aplausos, tal que si fuera el Cid Campeador que iba a poder con todo. Sin embargo, el argentino no es más que otro humano, aunque demasiado hace. Fantasmagóricos tantos, ni Sergio Ruiz parecía querer ver a ciertos amigos cuando embestía en solitario contra el mundo.

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El derbi aún dejó la curiosidad de ver al portero, Augusto Batalla, yendo a por el entrenador como a sugerirle alguna instrucción táctica bajo la desesperación del 0-1 a falta de veinte minutos. Medina, alucinado, incluso le llamó para que se lo repitiera. Casualidad o no, escasos segundos después llegó el empate de Uzuni. El albanés quiso incitar a la remontada, pero fue un espejismo; y si el Granada no perdió al final fue por la inofensividad con la que acabó el Almería arriba, con una paloma paseándose durante todo el partido por el área sobre la que atacaban los locales en la primera mitad y los visitantes en la segunda.

Aunque pareciera mentira, el Granada llegó 'vivo' a invierno como soñaba Paco López, aunque fuese más por deméritos del resto de los de abajo que por méritos propios. Diez fichajes después, la visita a Los Cármenes del Almería, el único capaz de empeorarlo, sin embargo, recordó a quienes aún son capaces de ilusionarse que hay poco que hacer.

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