Luis Suárez espera el balón a pocos metros de Miguel Rubio durante el encuentro. Pepe Marín
La contracrónica

Suárez activa la megafonía

El delantero exrojiblanco exige al árbitro que ponga en marcha el protocolo contra insultos a poco que le gritaron «rata» y luego ve cómo una manopla impresionante de Mariño impide que un cabezazo suyo dé la vuelta al derbi

Domingo, 6 de abril 2025, 00:43

Una manopla impresionante de Diego Mariño evitó que Luis Suárez incendiara Los Cármenes con el gol que habría dado la vuelta al derbi. El exrojiblanco ... anhelaba regresar al Zaidín porque sabía lo que le esperaba, y a poco que le cantaron «rata» avisó al árbitro para que activara el protocolo por insultos. No paró de pedir por megafonía el 'speaker' Fernando Argüelles que cesara la hostilidad desde entonces, con más trabajo que nunca, como si fuera una alarma de la Isla de las Tentaciones. Con el 3-1 hasta se coreó al colombiano, que respondió con aplausos irónicos para luego volver a chivarse.

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Ya iba ganando el Granada cuando Luis Suárez tocó el balón por primera vez, pasados los diez minutos. El colombiano prefirió emparejarse con Miguel Rubio por una cuestión de perfil, con tal de armar el disparo con la derecha desde el costado zurdo, pero el madrileño se impuso en la primera pugna para satisfacción de la grada de animación a escasos metros. A esa primera pitada le seguirían otras a poco que entró en juego, con un disparo demasiado cruzado y un plantillazo sobre Loïc Williams que le costó la primera tarjeta amarilla del derbi al cuarto de hora. La deportividad, no obstante, marcó el el combate de colosos entre ambos.

Loïc Williams titubeaba alguna vez con balón todavía, pero aun mermado plantó su corpachón para taponar dos tiros desde la frontal cuando el fútbol mutó en wéstern antes del descanso. Salvavidas del Granada en más de una ocasión al lanzarse a ras de césped en el área, el zaguero recordó sus mejores momentos de la temporada pese al buen rendimiento de Manu Lama que le mantuvo en el banquillo las dos últimas jornadas mientras terminaba de rehabilitar sus fibras.

El cambio de botas y de campo parecieron sentar bien a Suárez, con nuevas fuerzas ya sin la grada de animación enfrente. Un mero espectador en el empate de Gonzalo Melero, sí brindó un taconazo a Leo Baptistao que bien pudo voltear el marcador de no ser por la intervención de Diego Mariño. Aún más milagrosa fue la parada posterior a cabezazo del propio Suárez tras un centro desde banda derecha, con el delantero acudiendo a felicitarle incluso. Esa elegancia no le sacó de la diana granadinista, entre los pitos locales y los vítores visitantes.

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A la medular del Granada regresó Martin Hongla, después de aquel error grave en Cádiz que colmó la paciencia de Fran Escribá. Con sus riesgos habituales con balón aunque fuera hacia delante, porque nadie va a cambiarle ya a sus 27 años, el camerunés estuvo implicado para solventar cualquier sospecha y procuró templar el derbi cuando su equipo obtuvo ventaja. Incluso se fue al ataque, con dos disparos desviados que no encontraron portería. Lideró cuando se le pidió y lo puso todo perdido de cemento cuando fue necesario.

Ni Giorgi Tsitaishvili ni Stoichkov estaban justificando la renuncia de Escribá al 'trigote' de inicio, y el empate del Almería nada más empezar la segunda parte le emplazó a recuperarlo. No parecía tener mucho sentido a juicio del aficionado medio, pero Gonzalo Villar le dio todo el que necesitaba cuando emprendió una conducción inédita hacia el área que concluyó con el balón en la escuadra de otro exrojiblanco como Luís Maximiano. Ahí acabó el derbi, más allá del gol posterior de Miguel Rubio, para rabia de Luis Suárez. Tenía muchas ganas de volver, pero no esperaba ese desenlace. Tardará en olvidar la manopla de Mariño. Al menos los suyos le quieren.

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