«No concibo entrenar al Granada y no pensar en estar aquí muchos años»
«Si llego a un sitio como este, el chándal del club tiene que ser casi con lo que duermo», señala el técnico vasco
Jueves, 28 de abril 2022
Aún no ha podido disfrutar de las bondades de Granada, ni de su tapeo. Apenas conoce el hotel en el que duerme, la Ciudad Deportiva ... y el estadio, donde debutará ante la afición el domingo. Aitor Karanka tiene mucha experiencia en la mochila, pero una ilusión enorme por triunfar en el Granada. La empresa de la salvación no es sencilla, aunque elude las excusas.
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–Se bromea con que podrían dar el alta a usted y a Lucena para jugar el domingo en defensa.
–Sería un problemón si juego yo; Manolo no sé cómo estaría (risas)... Es lo que hay. Lo importante es que todo el mundo está comprometido. Se vio el otro día en el Wanda. Para un entrenador es lo mejor. Táctica o técnicamente puedes trabajar en el campo, pero con predisposición es mucho más fácil. Los que jueguen, tengan los años que tengan, tengan la experiencia que tengan, lo harán lo mejor posible.
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–No parece amigo de excusas.
–Es mi personalidad. Es algo que siempre transmito a los jugadores. Las excusas, ni ahora ni en otro momento. Las excusas son de perdedores. Cuando se trabaja y se da el máximo, se puede ganar o perder, pero no hay nada que reprochar. Cuando llegué, sabía a lo que venía y lo que había. Intuía que algo no iba bien porque un equipo como el Granada no era normal que estuviera en esta situación. Lo asumí.
–En una entrevista en mayo, a usted le preguntaban por los equipos que le gustaban y, tras algunos ilustres, mencionó al Granada. ¿Por qué?
–Porque tenía lo que me gustaría en mis equipos. Un equipo organizado, comprometido en cada partido. A veces, se habla de fútbol y parece que la gente se vuelve loca con los estilos. El de Diego era un equipo sin la historia de clubes grandes, pero el rival que jugaba contra el Granada sabía que iba a tener un día complicado. Cuando tienes eso, más la calidad con la que contaba, no es casualidad que se lograra lo que se consiguió.
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–¿Conoce a Diego Martínez?
–Sí. Hablamos en un congreso de la RFEF hace unos meses y luego volví a contactar con él porque organizo un congreso on line. Le tanteé para contar con su presencia. Es un tipo encantador. La conversación fue enriquecedora.
–Hay un componente psicológico y otro táctico en todo entrenador revulsivo.
–Vas aprendiendo de todas las facetas. Al futbolista hay que convencerle. Si eres bueno en lo psicológico pero no trabajas en el campo, no te llegará, y al revés; si no alcanzas ese trato cercano, no funcionará. Queremos que el jugador se sienta protegido y que sepa que damos la cara por él, pero también hay que trabajar en lo táctico porque cada vez hay más análisis y preparación. Tiene que saber lo que se quiere.
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–Las primeras impresiones sobre 'su' Granada fueron buenas.
–Me hace gracia porque he visto aquello de que el equipo estuvo más compacto, pero lo primero que le dije a mis asistentes es que hay muchísimo por mejorar.
–¿Qué espera ver con respecto al partido con el Atlético?
–Sin balón hubo algunos despistes y tenemos que ajustarnos mejor, quizás por esa ansiedad por querer correr más de la cuenta o estar en lugares que no tocaba. Evitar el desorden. Y con balón, tener más confianza. Que los de arriba puedan desarrollar toda su calidad. El otro día nos costaba recuperar y luego perdíamos fácil. Cuando mantuvimos el balón, igual un minuto o más, a veces lo perdíamos sin crear ocasiones de gol.
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–¿Es la ansiedad el principal enemigo del deportista de élite?
–Puede ser. Lo estuve hablando en el entrenamiento con mi cuerpo técnico. Hay que medir mucho las cargas porque ya no se trata de acaparar datos del GPS. Estoy seguro de que los futbolistas no están descansando como si estuviera el equipo en mitad de la tabla, ni durmiendo bien. Hay que considerar todas las variantes. En lo físico y lo táctico uno puede pensar que hay que hacer ciertas cosas, pero a lo mejor es preferible otras o descansar para obtener el mejor rendimiento. Trabajar lo que queremos en otras tareas.
–Usted dijo en su presentación que lleva conviviendo con la presión toda la vida. ¿Uno puede llegar a soportar esto?
–No voy a decir que se disfruta con ella porque se nos ve en la cara cuando estamos en los banquillos. Se pasa mal, pero sí te acostumbras. Llevo un año viendo partidos de LaLiga, haciendo de comentarista para el extranjero, siendo observador de UEFA en partidos importantes, pero me faltaba algo: el contacto con el campo, con los jugadores, con la prensa, con la afición. Lo echaba de menos.
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–La experiencia ayuda.
–En Inglaterra hubo una situación que me marcó. Allí, tras los partidos, hay un 'tercer tiempo' en el que los entrenadores charlan y se toman algo. Yo tuve una anécdota con un técnico joven, de un recién ascendido. Le habíamos ganado 1-0, entró a mi despacho y el chico estaba destrozado. «¿Te puedo hacer una pregunta?», me soltó. «¿Tú disfrutas con esto?», y me empecé a reír. Le dije que no se disfruta, pero que es algo a lo que te habitúas. Él sigue entrenando al mismo equipo.
–Creo que usted nos 'vaciló' en la presentación y ya tenía una idea de lo que le pasaba.
–No engañé, pero tampoco dije toda la verdad (risas). Sí es cierto que detectaba la ansiedad, esas ganas de mostrar más de lo que pueden hacer ahora, no más de lo que son. Ahora mismo hay que estar con tranquilidad. En lo bueno, hay un grupo y un club en el que todo el mundo está empujando. Es vital en esta situación. Todos los empleados están a una y nos dicen que hay que sacarlo. Otras veces llegas a un club y entiendes por qué las cosas van mal. Aquí no es el caso;todos tiran hacia el mismo lado.
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–¿Empiezan todos de cero?
–Bueno, esa es una de las cosas que odiaba cuando era jugador. Llegaba un nuevo entrenador y lo decía, pero era mentira porque al final jugaban los mismos. Pero sí que es verdad que, ahora, la situación es diferente. Queda un mes de competición y todos tienen que ser útiles. Se lo he dicho a los chicos; igual el que no jugó en el Wanda lo tiene que hacer en casa o con el Mallorca, y puede ser importante. No hay mejor manera que demostrarlo. El jugador que crea que está mejor para ayudar, jugará.
–Se suelen distinguir entrenadores de equipos y de club. Los primeros gestionan, los segundos se involucran. ¿Es de estos?
–Para mí, viniendo de la cantera del Athletic y habiendo jugado en el Real Madrid, no concibo venir a Granada a decir que estaré un mes, un año y medio... Una de las cosas que le oí a José (Mourinho), y en eso soy igual, es que si uno llega a un sitio como Granada, al igual que otros lugares, el chándal del club tiene que ser casi con lo que duermo. No concibo poder entrenar al Granada si no estoy pensando estar aquí muchos años. Mi historia está aquí. No voy a un sitio como trampolín, sino para hacer algo bonito. Mi relación con la calle es fenomenal. Y no es lo mismo vivir en Granada que en Middlesbrough.
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–¿Qué ha visto en los jugadores cuando ha hablado uno a uno con ellos?
–No hay duda en sus miradas. Hasta los que pensaba que quizás no iban a llegar por molestias o lesiones, quieren estar. La predisposición es fantástica. Un equipo te puede gustar más o menos, pero lo mejor que puede tener es que se note el sello de uno.
–El domingo conocerá a la afición. ¿Algo así sigue teniendo ese componente especial?
–Más que agradar, tengo que hacer a esta gente feliz. Cuando he llegado a un equipo en pretemporada siempre he defendido que la afición se tiene que ir orgullosa, ganando o perdiendo. Ahora quiero que se vaya feliz ganando, aunque el equipo meta en el minuto 92 o te cuelen el 0-1 a los diez minutos y remontes hasta el 2-1 jugando horrible. Ya habrá tiempo de otras cosas. Nos quedan tres partidos en casa. Estoy seguro de que la afición estará con los futbolistas porque se lo merecen. Seguro que habrá momentos buenos y malos. En los malos, necesitamos su ayuda. Todos queremos seguir en Primera y estoy convencido de que vamos a conseguir quedarnos, pero sin ella es imposible.
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–¿Cuál es la mejor lección que le dejó Mourinho?
–La honestidad. Antes de estar con José no es que no me atrajera entrenar, pero veía complicado llevar un grupo de 25. No me veía capaz, pero con José, aparte de aprender mucho en lo futbolístico, me di cuenta de que al jugador hay que hablarle directamente. Muchas veces no lo entenderá. Habrá quienes vengan a mi despacho y piensen que soy un ..., pero con el tiempo dirán que tenía razón. Prefiero que sea así, no como me pasó alguna vez como futbolista, que salía diciendo «qué bueno es el míster» y todo lo que me había comentado era mentira. Esa claridad, esa honestidad que trasmite José, al final se acaba entendiendo, que es lo mejor.
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