Un carrusel de emociones entre la afición
Desde la grada ·
Las decisiones de Gil Manzano y la reacción rojiblanca tras la pausa enchufan a los hinchas, deprimidos al descansoAndaba el Granada en busca de la unión con su afición, con varios llamamientos durante la semana, y no fue capaz de sincronizarse ni para ... el recibimiento. El autobús llegó cinco minutos antes de la hora fijada para reunir a los hinchas a las puertas del estadio y apenas había gente en Pintor Maldonado, aunque quienes se congregaron sí trataron de aportar su aliento. No fue mucho mejor durante el partido. La afición, como el equipo, atravesó distintos estados de ánimo durante el encuentro. El regusto final, pese a un amago por entonar el «Robert, vete ya» desde el fondo norte que no arraigó, fue de compasión hacia los jugadores por su esfuerzo.
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Los dos días de fiesta total que la Copa del Rey de baloncesto había desatado en el Zaidín y en toda la ciudad tornaron en una tarde gris con la vuelta del Granada a Los Cármenes tras dos derrotas fuera de casa, que a las cuatro ya eran cinco consecutivas. La preocupación que ya sembró la visita de Osasuna no había hecho sino incrementarse. «A ver qué hacen», compartían los vecinos de grada antes del encuentro. Al menos conocían bien a quienes jugaban como titulares.
Dos ataques consecutivos del equipo de Robert Moreno nada más sacar de centro mantuvieron a los hinchas enchufados tras el himno, solo silenciados por el recuerdo al padre de Germán. Sin embargo, el Villarreal empezó a salir de su campo, y a hacerlo con peligro, hasta que un agarrón de Uzuni a Trigueros en boca de gol acabó en penalti y expulsión. Desde la grada de animación, donde debieron verlo de lujo, se empezaron a cantar clásicos como «manos arriba, esto es un atraco» y que estaban hasta los mismísimos. Hubo indulto final a Uzuni pero el balón fue dentro.
Danjuma castigó una vez más y los hinchas se fueron deprimidos al intermedio, sin ánimo siquiera para pitar. Sin embargo, las decisiones de Gil Manzano y la reacción rojiblanca al reunir a Uzuni, Suárez y Molina en el frente recuperaron el júbilo en las gradas, desde donde empezó a tomar fuerza el «sí se puede» y se pidió que se echaran los mismos mismísimos del hartazgo anterior.
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«Granada nunca se rinde», fue la advertencia tras el gol de Luis Milla que acortó distancias. Danjuma, otra vez de penalti, arruinó el arrebato. No hubo revuelta hacia Robert Moreno como en otras ocasiones y sí compasión hacia los futbolistas. La del Cádiz sí que parece una auténtica final.
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