Diego Maradona avanza con el balón en el partido ante el Malmö sueco, flanqueado por Hugo (a su derecha) y Lalo (a su izquierda). IDEAL
Historia

Cuando Los Cármenes fue la Bombonera de los Maradona

Diego Armando, el mejor jugador del mundo por aquel entonces, defendió el escudo rojiblanco en un amistoso que le reunió con sus dos hermanos

Miércoles, 30 de septiembre 2020, 00:45

Hubo un día en que las guitarras y el flamenco callaron en el Mirador de San Nicolás e invitaron al bandoneón a deslizarse cuesta abajo ... por el Albaicín para entregarle su tango a la Alhambra. Un día en que en la Carretera de Jaén no se ubicaba el Estadio de Los Cármenes, sino La Bombonera. El día en que el Granada contó con el mejor jugador del mundo en sus filas. El rival, curiosamente, el Malmö FF. El mismo que mañana tratará de evitar que los de Diego Martínez estén en la fase de grupos de la Europa League. Ese cuadro celeste ya mordió el polvo una vez ante los nazaríes. Pero estaba él.

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El Granada consiguió, a través de su presidente, Alfonso Suárez, y un intermediario vital, Horacio Fernández, que Doña Tota cumpliera uno de sus sueños: ver jugar a sus tres hijos en el mismo equipo, en el mismo campo, en el mismo partido. Pero todo arranca con las últimas calores del verano de 1987. El Granada, recién ascendido a Segunda bajo el mando de Joaquín Peiró, fichaba a Maradona. La noticia corría como la pólvora por Argentina y por España. Ya en el subtitular, se afinaba. Era el joven Raúl, 'Lalo' Maradona.

De todo ello fue testigo Jesús Hurtado, compañero en los medios que informó para 'Antena 3 Radio' sobre aquellos años y la llegada de Lalo a Granada. Es más, a él y a otro argentino, Sergio Escudero, les acogió en casa algunos días como había hecho con otros rojiblancos como el portero Ignacio o su buen amigo Pedro Braojos. «Hice amistad con ellos y ya se empezaba a hablar de que los hermanos de Lalo quizá venían para un amistoso. Cuando ya vino el Malmö y jugaron Diego y Hugo con Lalo, aquello fue todo un acontecimiento», recuerda para IDEAL.

Para aquel partido, el objetivo era uno muy claro. Económico. El fichaje de Lalo Maradona había costado alrededor de 20 millones de pesetas, una cifra elevadísima para un conjunto de Segunda, pero la atención creció exponencialmente. Aunque los 20 millones se sufragaron de sobra con la taquilla, los derechos televisivos y demás empresas que se patrocinaron en el evento, también hubo gastos para hacer que el mejor futbolista del mundo viajara y viviera con comodidad su aventura como jugador del Granada. «De Nápoles se fletó un avión repleto de periodistas italianos. Aquí, acostumbrados a los cuatro periodistas que informábamos del Granada, aquel día fue un espectáculo. Había medios de Francia, de Italia, de Portugal,...», detalla como si fuera ayer.

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Las horas previas al choque dejaron ver, según comentan los que lo vivieron, al más humilde de los astros. El argentino comió con los jugadores del Granada y estuvo cercano y simpático con todos. No dijo no a ninguna foto o autógrafo, si bien en la cabeza ya tenía el partido de la tarde.

Y es que no cabe duda que la atracción principal era el '10' de la albiceleste, el 'Dios' napolitano y campeón del Mundo con Argentina. Sin embargo, Diego Maradona aparcó su ego para dar luz a su hermano Lalo. «Sé cómo lo quieren aquí en Granada y si lo tratan así, puedo decir que jugaré con el Granada tantas veces sea necesario», llegó a decir en aquellos días. Luego, en el campo, dejó que Lalo portara la camiseta número '10'. Su hermano Hugo lució el '8' y para Diego quedó el '9', un número de goleadores.

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Del partido quedan mil fotos, y todas las protagonizó el Maradona del Nápoles, los relatos de quienes vieron el partido y algún vídeo de los goles. Sin embargo, resultaba difícil concentrarse en el campo por el ambiente festivo que se vivió en Los Cármenes y la cegadora figura de Diego, que bailó claqué en el pasto granadino. Desde el primer momento, se hizo el dueño del partido. «Apenas recuerdo los lances del partido. Si acaso, lo que todo el mundo recuerda y vio fue el gol de falta de Diego. Así era para todo», asevera Jesús Hurtado. Los suecos, por su parte, no venían al festín a ser devorados, sino a aguar la fiesta. Para el Malmö era la oportunidad de ganar a Maradona.

El partido fue fiero, pero noble. Los suecos llegaban como campeón de su país y habían sido subcampeones de la Copa de Europa. Pasado el minuto 20, una falta botada con mimo acabó en la cabeza de Palmer para hacer el 0-1. Entonces, Diego apareció. Bajó un balón de espaldas a la portería y con un giro de tobillo más propio del Cirque du Soleil que del balompié, dejó sólo a su hermano Lalo, que empató.

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Los hermanos abrazaron corriendo al que vivía una suerte de 'erasmus' en Granada. Pero, aunque fuese un día para Lalo –porque era su equipo y porque se trataba de sufragar su compra–, fueron Diego y Hugo los que destacaron. El '10' de todos los dieces, camuflado con un nueve en la espalda, decía a qué se jugaba y cuándo. Sólo podía discutírselo su hermano Hugo, que jugaría en el Rayo Vallecano. Fue quien más destacó, pues no levantó tantas expectativas como Diego. Trató de buscar la escuadra con dos golpeos sensacionales sin suerte. Cuando los suecos pusieron el 1-2, llegó el momento más icónico del partido. Diego cogió una falta y la puso dentro. El estadio se caía porque Diego Armando Maradona anotaba para el Granada y lo celebraba como si delante hubiese ingleses. «Los jugadores del Granada jugaban con Maradona. Si tenían que correr, lo hacían más. Si tenían que meter la pierna, la metían más fuerte», relatan. Quizá por eso Manolo y Víctor hicieron la gran jugada del partido para que la victoria quedara en casa con sabor local.

También habla IDEAL con Mariano Campoy, fisioterapeuta del Granada muchos años. Él tuvo la fortuna de masajear las piernas de Maradona antes del choque. «No siempre se atiende al mejor del mundo. Estaba en su apogeo con el Mundial del 86 y el 'Scudetto' luego en Nápoles», apunta Campoy, que revive aquel día con mucho cariño. «Había un jugador muy carismático, Choya, que llevó a la comida una caja llena de balones para que Diego los firmara todos», destapa entre risas el fisio. Pues el capitán de la selección argentina los firmó. Media hora estuvo. «Fue humilde, fenomenal y dejó unos recuerdos imborrables e inmejorables», cuenta sobre Diego. Pero el protagonista debía ser Lalo. «Guardo buen recuerdo de él y de aquel año. Era tremendo cómo esperaban al Granada fuera de casa porque iba Lalo. Él era muy fino, un jugador de futsal, muy técnico. Hugo y Diego tenían más fuerza, más hechuras. Eran más jugadores», destaca.

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