Capitán y dueño de la banda derecha nazarí

En lo personal ha sido un buen año porque, por encima de todo, la salud le ha respetado. Desde su importante lesión de rodilla en 2019, cuando era un fijo en el esquema como lateral zurdo, al cordobés no le ha mantenido el cuerpo la regularidad. Perdió su lugar en la izquierda en favor de Neva, mientras que en la derecha Foulquier, Víctor Díaz y él se repartieron minutos. El punto más amargo, en lo que a ilusión se refiere, fue no ser inscrito en la Europa League. Pero la baja de Foulquier le colocó en la titularidad a la llegada de Robert Moreno. Ni el fichaje de Arias, a la postre muy lastrado por las lesiones, ha movido al cordobés del 'once'. 27 titularidades hablan por sí solas. Esa regularidad le ha permitido recuperar un nivel solvente.

Pero en lo colectivo queda poco lugar al optimismo. Sus números dejan muy claro que en ciertos puntos de la temporada faltaron opciones para darle descanso. No hubo mucha competencia en los laterales y eso acabó repercutiendo en una defensa desactivada que cuando no sufría por los costados lo hacía sangrando directamente por su interior.

Con el intermitente paso hacia la zaga de tres centrales, Quini perdió la banda en favor de Puertas, con algo más de recorrido como carrilero pero peor en conceptos defensivos. Karanka recuperó el muro de cuatro hombres y otorgó a Quini la titularidad. En un tiempo en el que se haba de falta de oficio y carácter, el pundonor del cordobés, más allá de las limitaciones físicas que haya podido arrastrar, es todo un ejemplo. Nadie ha dudado de Quini, destinado a ser importante ahora con el equipo en Segunda.