Entrevista exclusiva con Pacheta, entrenador del Granada CF
«Este es el camino, seguimos en descenso, pero no me preocupa»«No hay secretos; has de tener la mente aquí para rendir», reflexiona antes de visitar Valladolid, donde ascendió
Ante cada pregunta, Pacheta reacciona de forma muy distinta. A veces, durante la conversación, toca en el brazo al entrevistador, en su gesticulación, como si ... quisiera transmitir su mensaje literalmente. Reconoce dudas y admite errores, pero también muestra confianza en sus ideas. Ocurrió en el lugar que visita, en el que celebró subir a Primera. Le encantaría algo así en Granada.
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–Vuelve a Valladolid.
–Es un sitio donde estuve sumamente feliz. Es una ciudad fantástica para vivir, con un club en el que me dejaron trabajar desde el primer hasta el último día. Allí tengo muchos amigos, algunos de la infancia. Fueron casi dos años enriquecedores y gratificantes.
–¿Qué recibimiento espera?
–Soy positivo y espero que sea bueno. No dejamos malas sensaciones por donde pasamos, pero cada uno es dueño de hacer lo que quiera. Estuve feliz allí.
–Un ascenso es el título de los modestos.
–Además, ese fue especial. Sucedió el último día, en el último momento. Podíamos quedar campeones, segundos o terceros. Al final, fue un vuelco de emociones que, encima, no era fácil que sucediera en tu campo. Son momentos inolvidables.
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–Allí tampoco empezaron bien.
–Por esto, cuando vinimos a Granada, contamos ciertas cosas. Arrancamos con dos victorias y un empate, pero los tres siguientes partidos fueron terribles porque perdimos dos en casa y en Burgos, 3-0 allí. Para un recién descendido y candidato al ascenso fue duro. Pero tampoco fui protagonista del peor inicio de la historia como me ha pasado en Granada. Allí hubo otras similitudes. El equipo entrenaba bien, tenía alma, pero no iba. ¿Por qué? Hay momentos en los que no eres capaz de encontrar las soluciones, pero tienes claro que tu manera de trabajar funciona. Tuve, como en Granada, que volver a todo aquello en lo que te sientes seguro.
–El ambiente en el Granada se percibe tan sano y el entorno está tan apaciguado que cualquiera diría que está en descenso.
–Tengo que agradecer a la masa social e incluso a los medios porque no recibí una crítica en la peor racha. Todo el mundo parecía creer en el mensaje. Es difícil seguir así y tener las sensaciones que tenemos, ¿verdad? La impresión de que somos un equipo fuerte, que no está consiguiendo los resultados merecidos. Este es el camino. Vamos a ir adelante, que no se preocupe nadie. Hemos salido de dos partidos aplaudidos sin ganar. Sé lo que intento conseguir con mis equipos. Tienen que transmitir, ilusionar. A partir de ahí, jugar a lo que entrenas, el plan de partido. Si no sale, modificaremos cosas, pero el jugador tiene que confiar.
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–¿Qué relevancia tuvo usted en que no cundiera el pesimismo?
–No sé el porcentaje, pero traes un bagaje previo que te da un enfoque distinto a cuando empiezas en esta profesión. La experiencia y la práctica te lleva a meter menos la pata. Estamos en una línea en la que me mantengo expectante. No sé hasta dónde podemos llegar. El equipo da muestras de solidez, de dureza, de creer en lo que hace. Y somos un equipo que corre.
–¿Le gusta más hablar de lo táctico en público o de las emociones?
–Me gusta hablar de fútbol. ¿De lo táctico? Mucho. ¿De las emociones? También, pero cuando hablamos del ser humano, me lleva a otro lado. Quizás me conmueva más esto último.
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–Usted no renuncia al vídeo, los datos...
–No está reñido. Le doy importancia al rival, pero más a mi equipo. Que las cabezas estén limpias. No hay secretos, ni en el fútbol ni en la vida. Tienes que tener la mente aquí si quieres rendir. Solo sirve cuando estás concentrado en lo que haces. Todo lo demás... Es como cuando tienes un problema personal. Hay que cuidarlo mucho. Un niño que nace, una persona que muere, un enfermo, un accidente, un susto... Cuidado.
–Sus exfutbolistas suelen hablar bien de usted.
–Intento preocuparme del que no juega. Luego hay gente con la que soy más cariñoso y con otros menos. Intento ser cercano. Es humanidad. Que me recuerden por ser justo me parece maravilloso. Si les hago mejores, estupendo. Lo justo en la vida es tratar a todo el mundo como se merece, no igual. Hay pilares para todos, pero el trato es distinto.
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–¿Nota el cambio generacional?
–La sociedad viene distinta. Tengo dos hijos, de 31 y 27, similares a estos –sus futbolistas–. No es diferente con ellos. Si hoy toca vídeo, un día pueden ser doce minutos y otros, hora y cuarto. No es que dure esto el vídeo, pero sí mi 'chapa'.Muchas veces no puedo preverlo. A veces, estoy hablando de unas cosas y acabo reflexionando de la vida. Intento que los futbolistas acorten 30 años de aprendizaje. Para ser sabio, hay que tener años. No todo el que los tiene lo es, pero para serlo, los necesitas.
–En su etapa en Granada, veo tres Pachetas. Uno, el que llegó para intentar jugar el 'play off'. Otro, el del verano. El tercero, el actual, más moderado.
–Puedo estar de acuerdo. Llegué aquí con toda la ilusión porque no teníamos nada que perder. Me podía ir a Primera. Se nos escapa... (deja la respuesta en el aire). Respecto al verano, a mí no me engañó nadie. Todo fue como esperaba. Se tardó en tener el potencial económico para inscribir, pero sabía que teníamos que traspasar. Era una estrategia de mercado... Ahora, sí defendí siempre que este equipo iba a transmitir.
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–¿Hubo algún momento en el que llegara a dudar de todo?
–Cumplo años y ya no soy el mismo, pero claro que tengo dudas y miedo, cómo no. Esto no es debilidad, sino de seriedad y madurez. Hay que afrontar las cosas como vienen. Es de ahí de donde sales fortalecido. Crezco más en la derrota que en la victoria. Es lo que me hace evolucionar. La derrota es dolorosa y te lleva a pensar. Igual hay que tocar fondo para hacer 'pam pam'. No sé manejar la derrota en caliente. Necesito aislarme y ver qué hemos hecho.
–Lo primero que ha logrado afianzar es la seguridad atrás.
–No hemos hecho nada especial, no hemos jugado de otra manera. A veces, el fútbol es caprichoso. Lo importante está siendo el compromiso defensivo. Les dimos un clavo al que agarrarse, en esto somos buenos. «Dios, es que quema», pueden pensar, pero da igual, es el clavo. Vas moviendo cosas y a veces se queda fuera el mejor jugador o uno que tiene condiciones.
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–¿Lo dice por Loïc?
–No, no, no. Lo digo porque se da a veces. Loïc es un gran jugador, muy bueno. Es un lujo tenerle en el banquillo y será un central 'top', pero qué hacemos. Le toca esto y lo está entendiendo, con un gran comportamiento. Igual estamos jugando mejor porque los demás están apretando los dientes. Por ejemplo, muchos equipos han caído en la Copa, contra rivales de 2ª RFEF o 3ª. Nosotros goleamos.
–El Valladolid cayó así...
–Esto pasa en ocasiones. Por eso estoy tan orgulloso de mi equipo. Este es el camino, seguimos en descenso, pero no me preocupa. Si me obsesionara la clasificación, no habría ascendido con el Valladolid. En diciembre, estábamos a trece puntos del líder. En el último partido de Liga, enganchados.
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–En la fase de goles encajados, abrió el debate en la portería.
–En todos los sitios, ¿cómo no? Pero aquí tenemos dos porteros buenos, no hay problema. Hay que agitar el árbol cuando las cosas no salen. Estamos todos para ganar hasta que el equipo enganche.
–Su reto ahora estará en que aumente la producción ofensiva.
–Sí, hay que llegar y hacer gol.
–¿El oportunismo se entrena?
–(Se lo piensa mucho y sonríe) Creo que no. Esto se tiene. Se puede mejorar el remate... Pero el que tiene gol, lo lleva. Mire ahora Bellingham, que dicen que solo las empuja... No... Está ahí.
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–Ha arropado, como a pocos, a Jorge Pascual.
–Y seguiré. Me desgasto porque creo en él, igual que en otras cosas, con las que me pueden tratar de iluso;con lo que tengo entre las manos. Otra cosa es que yo le diga a un jugador que se tiene que ir y no lo haga, como me ha pasado en algún club.
–¿Cómo fue en este caso?
Él se quiso quedar porque pensaba que le daría la vuelta a todo. Yo le dije que no. No jugó. No creía en él y se lo dije. Además, me impidió fichar. Yo actúo de manera honesta y a veces mis decisiones hacen daño, pero intento ser consecuente. Estas conversaciones tajantes las he tenido pocas veces, son duras, pero cuando me encuentro al jugador años después al menos me reconoce que fui claro, aunque a veces, por no hacer daño, me callo. Tampoco miento.
–No le he preguntado por sus objetivos...
–Quiero que el equipo se establezca y juegue con más paz porque llevamos once partidos con el 'gancho'. Quiero pasar a ese estado en el que el jugador no pague en exceso el error, que haya más aplomo. Los objetivos están claros: ir para arriba, pero primero ganar en Valladolid. Que cada jugador haga su trabajo y, si uno no quiere, tranquilo, para esto está el mister. Constancia y ser feliz. Estar con la cabeza donde hay que estar.
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