Un cambio drástico en lo mental para asaltar Europa sin variar de caras

Al contrario de lo que ocurre en otros clubes, la filosofía del Athletic ha posibilitado que el sentimiento de revancha sea común a la totalidad de su plantilla. No han llegado jugadores nuevos y apenas se han marchado algunos canteranos cedidos, por lo que todos guardan ese resentimiento por la manera en que concluyó el curso anterior. Esperan que sea gasolina suficiente para alcanzar la séptima posición en la tabla.

No hay novedades que comentar con respecto a su plantilla. Las mismas caras y nombres deben afrontar su redención. No solo en el césped, también en un banquillo que está puesto en duda por los cambios institucionales y el auge como míster en Vallecas de un hijo de la casa, Andoni Iraola. Meterse en Europa es una de las últimas bazas para un Marcelino cada vez más alejado de la cúpula bilbaína. «Sería triste no renovar, pero ahora solo pienso en Granada», comentó el técnico arrastrando cierta resignación en su fraseo.

Transparente en lo táctico y sin caprichos en el mercado, a Marcelino solo le queda margen de mejora en el relato, en reforzar la motivación de sus jugadores retrotrayéndose a esas dos finales perdidas y el sentimiento de estar en deuda con una de las mejores aficiones del país.

Sobre el campo, y a la espera de molestias de última hora, el Athletic será muy reconocible para los granadinistas. Unai Simón, consagrado ya en San Mamés y también con España, es un seguro de vida al que defienden Lekue, Vivian, Íñigo Martínez y Balenciaga. No ha tenido un año fácil uno de los nombres prohibidos para el granadinismo, el zurdo Yuri.

En la medular se ha consolidado la pareja Vesga-Dani García, con Muniain y Vencedor mezclando por dentro. Arriba, los Williams amenazan veloces a campo abierto. Con Raúl García y Villalibre sufriendo lesiones, Lezama sale al rescate con Zárraga y Nico Serrano.