Juanmi levanta a Sergio Ruiz durante el partido. LOF
La crónica

Un Granada ramplón en Cádiz

Los rojiblancos decepcionan en el reestreno de Sandoval con una actuación vulgar, castigada por un gol de Robert Navarro, aunque pudieron recibir alguno más, sin reacción

Viernes, 29 de marzo 2024

Un Granada ramplón en Cádiz convirtió en efervescente e inocua la medicación administrada por José Ramón Sandoval. El técnico de Humanes no encontró lo que ... buscaba, una victoria en su reestreno, pero tampoco la compostura ni en general el fútbol que seguramente esperaba de sus futbolistas. Se confirmó que maneja un equipo con poco espíritu, profundamente deprimido, en una línea de continuidad respecto a la herencia recibida. No hubo metamorfosis ni con remaches en la alineación ni con variaciones tácticas ni por más discursos motivacionales que se entonen. Los rojiblancos llevan tiempo a la deriva y ante el último rival directo confirmaron que su única aspiración aceptable será evitar el puesto de colista con permiso de la UD Almería o evitar el sonrojo de empeorar al Granada del primer descenso chino.

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Cualquier invocación a la fe quedó anulada en el Nuevo Mirandilla porque los rojiblancos no pusieron ni lo básico, que es competitividad. Ni se anticipaban en los duelos ni se aplicaban con el mismo brío que el Cádiz, que de repente sí cree en echarle la zarpa encima al Celta de Vigo. El Granada no necesita ninguna calculadora. Sus propios jugadores ya apelan a la dignidad sobre cualquier otra cosa, dejar de abochornar a sus aficionados, que ahí siguen, viajando para luego pasar un mal rato por su culpa.

Dice el director general que hay un proyecto sostenible, a medio y largo plazo, pero a corto todo se ve negro como el tizón, y no es fácil recuperarse de desplomes así sin revoluciones profundas, que afectan a todos los niveles. La autocrítica ha de convertirse en el único argumento válido si no quieren contaminar el futuro.

Robert Navarro tradujo con su primer gol en Liga un trabajo notable del Cádiz. No va sobrado el conjunto de Pellegrino, pero supo armarse atrás, mostró más intensidad en cada disputa y atacó con más frecuencia ante un Granada vulgar.

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Cádiz

Conan Ledesma; Iza Carcelén, Fali (Ousou, m. 66), Víctor Chust, Javi Hernández; Kouamé (Álex Fernández, m. 46), Alcaraz, Sobrino (Iván Alejo, m. 76), Robert Navarro (Lucas Pires, m. 76); Juanmi y Chris Ramos (Sergi Guardiola, m. 85).

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Granada

Batalla; Ricard Sánchez (Corbeanu, m. 64), Miguel Rubio, Bruno Méndez, Ignasi Miquel, Carlos Neva; Martin Hongla (Gumbau, m. 46), Sergio Ruiz (José Callejón, m. 86), Melendo (Antonio Puertas, m. 64), Gonzalo Villar (Pellistri, m. 46); y Lucas Boyé.

  • GOL: 1-0, m. 51: Robert Navarro.

  • ÁRBITRO: Cuadra Fernández (comité balear). Amonestó a los locales Víctor Chust (m. 70) y Alejo (m. 91); y a los visitantes Ricard Sánchez (m. 30), Sergio Ruiz (m. 45), Miguel Rubio (m. 70) y Corbeanu (m. 73).

  • INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la jornada 30 de LaLiga EA Sports, disputado en el estadio Nuevo Mirandilla, ante 15.422 espectadores.

Pareció de inicio que era Fabri y no Sandoval quien había regresado al Granada. Saltó un equipo muy conservador, con tres centrales muy rígidos, sin riesgos con la pelota, un pivote defensivo claro como Hongla (que no hizo honor a su función) y tres centrocampistas pululando por delante, pero que no fueron capaces de trenzar cuatro pases aseados en toda la primera mitad, sin GPS.

El equipo, en la retaguardia, se apelmazó para minimizar las subidas rivales. En ataque, quedó escorado a la derecha, por donde asaltaba con más libertad Ricard Sánchez, mientras Lucas Boyé emprendía una batalla desigual rodeado de cepos.

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Aunque fue el propio Ricard el que tuvo un primer aviso ante Ledesma, apenas hubo bagaje ofensivo hasta el descanso. El Granada extendía el alambre de espino, no salía ni para saludar y esto fue dando bula al Cádiz, revoltosos Juanmi y Robert Navarro, constante Chris Ramos, capaz de rematar ante tanto zaguero.

No había fluidez en los rojiblancos, con un Sergio Ruiz más apagado de la cuenta y Gonzalo Villar buscándose a sí mismo. Amenazaba el Cádiz y se debilitaba el Granada porque su blindaje no era demasiado resistente, pero, al menos, el 0-0 se sostuvo hasta la pausa. Entre todos, Hongla parecía apático, tarde en las ayudas, nulo en la circulación, con una veleidad tremenda.

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El balón se convertía en un bulto extraño en las botas de los nazaríes, repudiado por la mayoría de sus futbolistas. Era un plan de resistencia precaria, pero, salvo milagro, no una estrategia ganadora.

Sandoval, como inspirado por Alexander Medina, señaló a Hongla y Villar para introducir a Gumbau y Pellistri. El catalán asumió la misma tarea que el camerunés. El uruguayo ocupó su clásico carril derecho y desplazó a Melendo a la izquierda. Los dos fueron espectadores de la diana amarilla, en un balón colgado por Rubén Alcaraz para Robert Navarro. Neva rompió el fuera de juego, el cedido por la Real hizo un control magnífico ante Ignasi Miquel y sacó un misil impresionante, que superó a Batalla.

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El Granada entró en una fase de nerviosismo y Sandoval renunció a la prudencia para intentar retocar el dibujo y lanzar a más integrantes con supuesto talento ofensivo. Nada potable salía de las intervenciones y solo por accidente podía llegar un tanto favorable.

Pellistri no se iba de nadie por la derecha, aunque casi aprovecha un obsequio de Conan que no fue a más. Puertas entró para hacer una doble punta con Boyé, que participó y participó, pero que siguió a leguas del área.

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Gumbau tuvo la mejor opción, de falta directa, con un rechazo que no pudo embocar Corbeanu. En el córner, Miguel Rubio peinó y casi caza la bola Ignasi Miquel, con Álex Fernández despejando en medio del agobio. Fueron las dos muescas a reseñar de toda la segunda parte de un Granada sin filo alguno.

Al Cádiz le anularon un gol, de Juanmi, por falta de Chris Ramos y delantero gaditano buscó el segundo con constancia, pero sin acierto. No se descontrolaron los amarillos ante unos nazaríes sin fuelle. Lo intentó Bruno Méndez desde lejos. Poco más hubo, aparte de una falta subrayada de juego. Sergio Ruiz, otrora el estandarte del centro del campo, estuvo irreconocible.

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El jueves, llega esa bola extra con el Valencia que más parece un epílogo. Otra tarde en Los Cármenes para el probable reproche. Lo merecen todos. Es lo único que se han ganado. A pulso.

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