Boyé hace lo que puede
El delantero argentino marca la única oportunidad que tiene en todo el partido, asistido por Reinier en un contragolpe perfecto, pero los errores individuales de sus compañeros arruinan un duelo que bien pudo terminar con un empate
Lucas Boyé hace lo que puede pero no milagros, algo de lo que sin embargo Myrto Uzuni sí parecía capaz a veces con su capa ... de superhéroe. El delantero argentino volvió a calarse el brazalete de capitán con la bandera de España con la gallardía que suele pero terminó tan frustrado como el resto de sus compañeros durante la visita al Levante. Boyé marcó la única oportunidad que tuvo en todo el partido, asistido por Reinier en un contragolpe perfecto parido por una parada con la cabeza de Luca Zidane, pero los errores individuales de algunos de sus compañeros arruinaron un duelo que bien pudo terminar con un empate aun así.
Publicidad
Boyé recuperó la titularidad tras su reaparición ocho días atrás contra el Burgos y mandó a Shon Weissman al banquillo. Fran Escribá optó por mantener de inicio a Reinier, quien le da la opción de alternar el sistema con dos delanteros por otro con tres centrocampistas, cuando el brasileño da un paso atrás y se ubica paralelo a Gonzalo Villar con Sergio Ruiz como ancla, sin demasiado beneficio para su equipo desde hace ya varias jornadas. Por la banda izquierda emergieron Miguel Ángel Brau y Kamil Józwiak, especialistas a los que su entrenador echó en falta la jornada anterior.
Brau salió atrevido, con un caño en campo propio nada más empezar y llegadas interesantes durante el resto de la primera parte, pero nadie remataba nada en el área. Fue surrealista cómo Reinier y Villar se estorbaron en la progresión más clara del arranque, mientras Boyé flotaba también por ahí. El argentino parecía más útil derribando rivales en el cuerpo a cuerpo –haciendo que incluso dos chocasen entre ellos– que con el balón, mientras Reinier no daba pie con bola con un taponazo sobre Józwiak incluido. El polaco se llevaría también un buen coscorrón con Xavi Grande, sin que ningún compañero se preocupara por él a diferencia de su rival, con medio equipo encima.
El gol del Levante a los 18 minutos supuso un jarro de agua fría para un equipo que, sin Uzuni y a falta de refuerzos, no podía aspirar a mucho más allá del empate sin goles y aún menos a marcar dos si ya se le hacía difícil uno. Fue grosera la manera de tirar el fuera de juego de Miguel Rubio, que casi cuesta otro tanto antes del descanso al darle un pase timorato a Loïc Williams aunque Luca lo impidiera. Sí pudo igualar el marcador el Granada antes, cuando Boyé habilitó a Reinier en el área tras un control exquisito pero el brasileño se orientó el balón con demasiada brusquedad hacia su derecha, en dirección contraria a la portería, desdeñando además la opción que le ofrecía Giorgi Tsitaishvili abierto.
Publicidad
Pudo sentenciar prácticamente el Levante al poco de empezar la segunda parte pero el disparo de Pampín se encontró con la cabeza de Luca y de esta, como si el balón cobrase la lucidez de su padre, nació un contragolpe perfecto que Brau, Józwiak y Reinier tejieron hasta la definición de Boyé a portería vacía. Incluso Tsitaishvili se animaba a darle la vuelta, de nuevo hiperactivo. Empezaba a merecer más el Granada cuando Villar perdió un balón estúpido tras una combinación absurda en escasos metros con Reinier y, tras mostrarse incapaz de tumbar a Carlos Álvarez aun sacándole una cabeza, Algobia acertó a definir por donde el portero galo no podía poner la cabeza.
Sin cambios hasta entonces, a falta ya de solo un cuarto de hora, ni Weissman ni Manu Trigueros primero ni Pablo Sáenz después supusieron revulsivos algunos porque del carro siguieron tirando los mismos. Fue de nuevo Miguel Rubio, al cargar como un burro sobre Kochorashvili, quien costó la anulación de un gol de Reinier que habría valido un punto. También eso pasaba ya con Uzuni.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión