El Villarreal dio un baño de realismo al Granada. Un repaso desde el inicio al fin, con una superioridad apabullante en su juego. Todo ... le rodó, hasta la pizca de suerte que le otorgó ese rearbitraje, tantas veces incomprensible, auspiciado desde la sala VOR en el primer penalti a su favor. A los rojiblancos no les salió nada. Superados sus flancos defensivos derecho e izquierdo una y otra vez, tuvieron que soportar una actuación estelar de un delantero fuera de serie y en gran forma, Gerard Moreno, que tumbó literalmente, con un movimiento de espuela y cadera, a un Germán impotente en el segundo gol visitante, próximo a la obra de arte.
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No reaccionó nunca el Granada. Ni siquiera desde el punto de penalti fue capaz de embocar la portería de Asenjo. Sólo cabría salvar la sobriedad de Duarte –el único que se libró de la debacle de la línea trasera, que justificó ante el Villarreal ser la defensa más goleada del campeonato–, y el orgullo profesional de Kenedy, incansable en sus esfuerzos individuales, aun desasistido por sus compañeros en sus intentonas. El resto de granadinistas estuvo muy lejos de las prestaciones habituales. El equipo ofreció su versión menos solidaria y compacta. La fragilidad colectiva supuso múltiples oportunidades a los visitantes, que pudieron completar una goleada escandalosa de haber estado más certeros ante Rui.
Asenjo, Albiol, Pau Torres, Pedraza, Parejo, Trigueros, Capoue, Coquelin, Bacca, Alcácer, entre otros, y Gerard Moreno. Una gran plantilla en manos de Emery que va cuajando en fenomenal escuadra. Un salto de calidad evidente entre dicho plantel y el del Granada. De ahí la excepcionalidad de lo conseguido por los de Diego Martínez en la pasada campaña clasificándose para competir en Europa, y el mérito en la actual con la inconmensurable trayectoria en la UEL y la dignidad competitiva en Copa, que debiera culminarse con una permanencia tranquila en la Liga.
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