Asensio derriba el muro rojiblanco

Son muchos años dando por amortizadas las visitas al trece veces campeón de Europa. El Madrid siempre ha encontrado el camino hacia el arco, aunque estuviera lleno de maleza. A pesar de sus importantes ausencias, encontró sentido a su juego en la segunda mitad ante un Granada que se fue achicando. Asensio, cuya zurda es un tesoro, halló la trayectoria decisiva. Los rojiblancos necesitan coordinar a los nuevos inquilinos del vestuario. La jornada no ha sido mala y los tres últimos se estacan, pero ya le toca romper una racha de cinco jornadas sin ganar.

Uzuni salió como titular, con la difícil tarea de hacer olvidar a Machís en la izquierda. Gonalons recuperó su sitio tras dos banquillazos. Germán y Torrente se cuadraron atrás y Álex Collado trató de desplegar su imaginación a la espalda de Luis Suárez. El Madrid, afeitado sin Benzema ni Vinicius, colocó a Isco de falso nueve, aunque su mayor peligro inicial estuvo en los disparos lejanos y en un despeje de Neva que rebotó en el travesaño.

Puertas pudo encumbrarse nada más arrancar. Gonalons le vio correr a la espalda de Marcelo, una reserva natural detrás. El almeriense aceleró como un bólido y golpeó con agudeza, pero para doblegar a Courtois se necesita un plus de fuerza o de trayectoria.

Todo recordó al arranque en Valdebebas la temporada pasada, aunque ese día los blancos se hicieron con el manejo con más constancia. Cansados del esfuerzo copero y sin la chispa de sus dos mejores atacantes, a los locales les faltó brío y el Granada apretó para ver qué obtenía. Collado agobió a Courtois en una salida con los pies, pero los rojiblancos no supieron responder con la llamarada adecuada.

La esperanza madridista pasaba por que Kroos impartiera su magisterio. Gobernaba el alemán hasta que Rodrygo culebreó como su compatriota Vini y, tras apoyarse en Camavinga, disparó pero obstaculizado por Germán. En ese córner, Kroos salió de la esquina para tratar de embocar hacia la meta, pero se le arqueó demasiado el tiro.

Los nazaríes tenían que exprimir el contragolpe, técnica de caza favorita de Suárez. El colombiano salió encarando adversarios y filtró una pelota con la que Uzuni no supo ajusticiar, cayéndose. El albanés siguió apareciendo mucho, aunque sin presión, como en una llegada solitaria de Neva, sin que le pidieran la documentación, que acabó con su envío y un cabeceo de Suárez que quedó invalidado por el fuera de juego del ex del Ferencvaros.

Uzuni y Neva participaron en el siguiente aterrizaje, comandado por Milla por la banda. La pelota la cabeceó mal el albanés y la pescó el lateral, que recortó y chutó fatal de derechas. Las sensaciones visitantes eran buenas, pero ya se sabe que el Madrid no necesita un dominio hegemónico para generar inquietud. Asensio e Isco lanzaron sendos misiles y Maximiano los expulsó con medidas antiaéreas. El escudo no se quebró.

Los blancos buscaron un estímulo para el centro del campo. Camavinga, muy endeble como sustituto de Casemiro, dejó su lugar a Fede Valverde. Querían dejar las baladas ligeras, bailables para el Granada, y pasar a un rock duro que arrollara a los de Robert Moreno. El pivote uruguayo le atizó a la batería para salir a la carrera, pero braceó a Uzuni y Mateu anuló su arrancada.

El Madrid adelantó líneas y el Granada se guareció, aunque con ansia en las cargas. Había goteo en el área rojiblanca y Modric estuvo a punto de completar el asedio, pero la solidaridad rojiblanca funcionó, siempre una pierna de alguien como tope.

Rodrygo quería hacer méritos ante su unción como titular, pero cuando se escapó de las persecuciones se encontró a Maximiano. El luso fue una némesis ante cada chut, exultante en un escenario de lujo, con tentáculos.

Robert se agarró a Molina. Ancelotti, a Jovic y Hazard, para cambiar su inocua vanguardia. En su primera combinación, el serbio entró con el bisturí, pero el balón se esfumó por la línea de fondo.

El mediapunta belga intentó sortear a Quini, al que pisó en un regate. El Granada reclutó argamasa en el ecuador con los debuts de Petrovic y Raba, pero de pronto cayó un rayo. Los rojiblancos despejaron un balón como quien achica agua y Raba, aún despistado, cayó ante un forcejeo con Militao. Apareció Asensio con su mira telescópica y descompuso el muro rojiblanco. Camiseta fuera y éxtasis del balear, obligado a asumir los galones del gol.

Le entraron las prisas a los visitantes y llegó una pifia que pudo ser fatal. Torrente se escurrió ante Jovic y, en la arremetida, Gonalons pisó a Hazard mientras le seguía. Pareció que Mateu pitaba penalti, pero la falta era unos metros más atrás y así cobró la acción.

Quedaba un fichaje por estrenarse y salió en la recta final: Arezo y Rochina para reconquistar la igualada. Era el Madrid el que volvía a prorrumpir ante el meta rojiblanco, que costó 4,5 millones pero ha salido asequible en vista de su rendimiento.

El Granada trató de perforar en busca de una veta, pero el Madrid se solidificó. Asensio repitió intentona, pero no engordó su renta. Maximiano solo le concedió un instante de alegría, pero fue sublime para el mallorquín. El arquero portugués impidió la molicie de un Granada que mantiene la renta de seis puntos sobre el descenso tras una de las escarpadas más complejas del curso. En Anoeta, la próxima, tampoco lo tendrá sencillo.