Más ambición y profundidad, mayor exigencia

Si el Sevilla es hoy el equipo que es, no hay duda, es por su hegemonía en la Europa League. Los hispalenses, además, han aderezado esta etapa tan dorada con finales de Copa del Rey y Supercopas de Europa y España –alguna que otra levantada–, pero la historia ya no puede quedarse ahí. Estancarse es morir y a los sevillistas les sabe a poco la gloria de los jueves. El año pasado ya fue un paso adelante al respecto y se logró algo que todo el mundo veía posible: pelear la Liga hasta las últimas jornadas. Los de Lopetegui hicieron un año muy bueno pero no supieron aprovechar los pinchazos de unos Atlético, Real Madrid y Barcelona más humanos que nunca.

Este curso quieren, como poco, continuar en la pugna, ser un rival incómodo para los tres gigantes, asentar su lugar en puestos Champions y, por qué no, dar un gran salto en la hermana mayor de su competición fetiche. Y es que en Liga de Campeones al Sevilla le falta aún una gran historia que contar. No se les puede pedir alzarla al cielo, pero sí luchar con garantías por estar en cuartos y soñar desde ahí.

En el Sánchez Pizuján hierve la pasión, para bien y para mal. Por eso no es un fácil reto asumir su banquillo, pues en las malas se piden pronto cabezas. Pero Julen Lopetegui, un entrenador tremendamente infravalorado por su etapa en el Madrid y su abrupto final en la Selección, ha logrado convencer con buen juego y, sobre todo, con resultados. Maneja bien el vestuario, tiene a todos implicados con las rotaciones. Gran trabajo el suyo.

En un Sevilla con cada vez más ambición faltaba un mayor fondo de armario. Y Monchi ha logrado que, si su equipo 'A' debe luchar por entrar en Champions, su equipo 'B' sea, como poco, para competir un puesto de Europa League.

Y es que estamos hablando de un mercado de campanillas. Marko Dmitrovic, Erik Lamela, Montiel, Rafa Mir, Delaney o Agustinsson serían titulares en 15 de 20 plantillas en Primera, y todos han llegado al Sevilla este verano con, a priori, cartel de secundarios. Las rotaciones, eso sí, diluyen esos roles. Pero, además, mantuvo a Jules Koundé. Bárbaro.

Diego Carlos y Koundé forman una de las mejores parejas de centrales de toda Europa y compite de tú a tú con las de Real Madrid, Atlético y Barcelona. El brasileño aporta músculo;es un muro ante el que hay que pensarse muy bien chocar y en ataque genera peligro a balón parado por su cabezazo. El francés está en la mesa de todos los clubes importantes del continente. PSG, Manchester City, United, Liverpool, Real Madrid o Barça suspiran por hacerse con los servicios de un talento único, capaz de desbordar por banda siendo central, con buen pie, un juego aéreo que asusta y una anticipación divina. El Chelsea estuvo a poco de llevárselo. La duda le saldrá cara.

En bandas están dos de los mejores laterales ofensivos con el 'Huevo' Acuña y Navas. Completa la zaga un portero. Da igual cual. En principio, Bono. En el banquillo, Dmitrovic. Una dupla que genera envidia.

Sí es cierto que en la zaga hay un escalón entre los titulares y los suplentes. Sin embargo, por delante es todo lo contrario. Fernando es el único fijísimo por su jerarquía, y se le puede complementar con Papu Gómez, Rakitic, Joan Jordán, Lamela, Gudelj, Óscar, Óliver Torres o Delaney... Un abanico de mediocentros increíble por talento y por la diferencia de perfiles para cualquier situación y partido.

Arriba ocurre algo similar. el En-Nesyri sevillista es letal y ahora llega un Rafa Mir ambicioso, un '9' al uso de los que ya no quedan. Ocampos y Suso no han arrancado al nivel de los pasados años, pero mejorarán apretados por Munir o Idrissi. Plantilla de locura.