La afición se deja enamorar por un Granada sin apellido
La lluvia y el frío restan contundencia al número de espectadores en las gradas, pero los que asistieron y los que lo vieron desde casa coinciden en que los valores de la eterna lucha están en las de Roger Lamesa
Jueves, 27 de enero 2022, 00:11
El Granada de Roger Lamesa obtuvo ante el Real Betis lo que más ansiaba y merecía. Y no se trata de una clasificación que no ... estuvo lejos del alcance de las rojiblancas, sino que hablamos del calor y cariño de una afición que, aunque fue menor en número de lo esperado, acudió a Los Cármenes para arropar a las jugadoras ante la llegada de un gran equipo de Primera.
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El frío y la lluvia caída poco antes del inicio complicó seguramente la tarde de algunos granadinistas, acudiendo algo más de 2.000 al estadio. Por fin, los rostros no eran tan familiares como en la Ciudad Deportiva. Muchos de los aficionados se sentaban minutos antes del choque y, chuleta en mano, debatían sobre las jugadoras. Y se dejaban guiar por la información de algunos medios de comunicación que siguen cada día el devenir de las de Lamesa.
Ya durante el calentamiento, la parroquia rojiblanca dejó claro que se había puesto el traje de competición. La bufanda de las grandes ocasiones anudada al cuello, los nazaríes pitaron la alineación del Betis y cantaron la del Granada poco antes de, algo timoratos, recibirlas con el himno del club. La emoción era palpable en las gradas, sobre todo en las madres y padres de las jugadoras. También se evidenciaba en el rostro de las futbolistas, deseosas de que arrancara el encuentro.
Aunque el ambiente empezó calmado, con los peñistas dando algo de color y sonido al duelo, las primeras ocasiones del Granada fueron dando calidez a la noche. Fue una grada muy comprensiva, de las que suman, la que se encontraron las de Lamesa. Incluso en algunos errores. Lauri queriendo pisar el balón cuando podría haber arrancado, Pi en el gol bético o algún pase mal medido. En ningún caso hubo reproches. No ocurre siempre en esos asientos, pero en esta ocasión siempre hubo un grito de ánimo a las que defienden el escudo del equipo de su ciudad. Siempre. A cada errorle siguió un aplauso y a cada intento un agradecimiento puro y sincero para las que tan arriba dejan siempre el pabellón rojiblanco.
En cuanto a lo deportivo, el granadinismo se dejó reinar por Lauri. La capitana estuvo espectacular con el balón y añadió ese despliegue en defensa que tanto le caracteriza. Fue la más aclamada, aunque hubo quien le hizo competencia. La grada disfrutó mucho más de este deporte cuando saltó al campo Alicia. La centrocampista arrancó los mejores 'olés' y levantó a todo el mundo de sus asientos con un par de jugadas de categoría superior. Una conducción desde área propia en la que dejó sentadas a cuantas béticas le salieron, un caño para saltar de la presión o esa forma pausada pero eléctrica de ir rompiendo líneas con un simple amago.
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La tercera protagonista de la historia es la colegiada Espinosa Ríos, que se complicó el partido de mala manera en los últimos 15 minutos. La jueza no decretó un claro penalti que fue muy recriminado por la grada. Si hay algo que pone a hervir la olla de Los Cármenes son las injusticias arbitrales y, por desgracia, las hubo. Las asistentes tampoco andaron finas con el banderín cuando señalaron un último fuera de juego inexistente a Mascaró. La delantera se habría batido en el descuento en un mano a mano. La afición no se lo perdonó y le cantó que «era del Betis».
Lo más bonito llegó tras el pitido. Parecía que las rojiblancas hubiesen ganado porque fue rotunda la ovación y porque ellas, abrazadas en una piña, no paraban de felicitarse y no de consolarse, como habría sido el caso si la visto no fuese más allá del luminoso, con el ácido 0-1 que, en algún momento, visto el rival, llegará a reconfortar.
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Por si haber dado la cara no era suficiente, la grada se abrazó con una frase puntual. «Orgullosos de nuestras jugadoras», cantaba las más de 2.000 personas. Lauri, la capitana, se acercó a los peñistas y les dio las gracias por el apoyo. Los aficionados, respondían el gesto cantando más fuerte, aplaudiendo más fuerte y apoyándolas más fuerte. El granadinismo ha descubierto -al fin- que cuenta con dos grandes primeros equipos. Por fin, con Los Cármenes de testigo, le quitó el apellido. Que sí, que es femenino, pero por encima de todo es el Granada.
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