El guía que descubre las brujas de Soportújar a turistas de toda España
Los padres de José Antonio esperaban que siguiese su formación de Derecho en la capital con unas oposiciones, pero él decidió volver al pueblo alpujarreño hace cuatro años para fundar un negocio turístico
José Antonio no habría imaginado ni en sus mejores sueños que alcanzaría el éxito en el pueblo del que emanan sus raíces generación tras generación. ... Mucho menos, que su vida estaría ligada a Soportújar, más conocido como el pueblo de las brujas de la Alpujarra granadina, donde vive y trabaja desde 2021 a pesar de no haber cumplido todavía los 30.
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El reloj apenas marca media mañana de un día entre semana, pero José Antonio ya ha atendido cientos de llamadas relacionadas con su vida laboral. Lo hace en la puerta del local en el que prepara con entusiasmo y dedicación las próximas visitas turísticas, su labor desde hace cuatro años. A su lado, la figura de una hechicera de aspecto malvado traslada a los visitantes a un mundo de ensueño y fantasía. «Esta esencia es la que caracteriza nuestra historia», dice con rotundidad el protagonista para reafirmar que no hay ya persona alguna que no visualice Soportújar con la tradición y presencia de las brujas.
Su día a día consiste en organizar visitas turísticas por el pueblo, preparar contenido para redes sociales y dar así visibilidad a sus funciones, pero también en planificar gincanas grupales para los más pequeños por las calles del municipio y en dar a conocer la historia que esconde cada uno de los rincones de la localidad, el origen de su nombre o la vinculación con estos seres fantásticos.
Desde dentro
Los susurros de voces cálidas adentran a los visitantes en el Centro de Interpretación de la Brujería. Mari Sol se encarga de atenderlos y darles la bienvenida junto a José Antonio. A ellos se suma Juan, que es el tercer trabajador que compone la empresa turística 'Descubriendo Soportújar'. José presume orgulloso de la historia y el trabajo que hay detrás de cada uno de sus días mientras recuerda sus inicios. Aunque estudió la carrera de Derecho en la Universidad de Granada, supo desde el primer momento que lo suyo era emprender. Sus padres esperaban que siguiese su formación con unas oposiciones, pero él decidió volver al pueblo de sus abuelos para construir en él un futuro. «Me gasté mis últimos 400 euros en tarjetas sobre la oportunidad de contratarnos como guías turísticos», relata.
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Y pese a que muchos lo vieron como una locura, él visualizó al instante la oportunidad por el auge turístico de Soportújar. «Mi madre amenazó con desheredarme», expresa entre risas. Cuatro años después, no planea su futuro fuera de esta localidad, ni tampoco se imagina su vida alejada de ella. Al sentimiento por su pueblo se suma el de su pareja, que dejó Madrid para instalarse también en Soportújar, localidad en la que esperan ver crecer a sus hijos.
Las razones hablan por sí solas. El empeño por innovar en su trabajo y crecer componen la base de un negocio que se vive en familia. Y es eso lo que le augura un futuro consolidado.
Vida en familia
Pese a que el municipio recibe miles de turistas semanalmente, apenas son 300 los vecinos que residen habitualmente en él. «Esta cercanía te hace sentir parte de una comunidad. La gente te conoce y forma parte de tu día a día», explica. Le gusta sentirse partícipe del devenir de la historia de su pueblo y disfruta del ambiente y sus acontecimientos. Entre las fechas clave, se encuentra el fin de semana de enero en el que todos se reúnen en la plaza de Soportújar para celebrar San Antón. Se concentran alrededor de una hoguera y comen carne a la brasa para hacer frente al frío. O la singular fiesta de Los Maios, donde se lanzan polvos de colores y no quedan manos vacías en busca de una buena cerveza.
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Pero si hay algo que a José Antonio y el resto de vecinos de Soportújar les gusta de su pueblo es el crecimiento que la localidad ha tenido en la última década. No solo reciben visitantes, también porque ahora tienen la oportunidad de abrir un negocio en su pueblo y quedarse a vivir en él. Es la historia de María, que regenta una tienda en la zona. Unos ojos felinos se pasean por su puerta y se pierden en la magia e ilusión del negocio, un ambiente compartido por los balcones, las puertas de sus casas y hasta las calles. Pero sus vecinos saben que Soportujar es mucho más que el pueblo de las brujas. Para ellos es también una tierra de vida y futuro ligado al éxito.
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