Imagen de la fuente de los Gigantones entre el Salón y la Bomba Archivo de IDEAL
Verano de agua | La fuente de Bib Rambla

La vida nómada de la fuente de los Gigantones

La de los Gigantones, que salió del convento de los Agustinos, terminó en Bib-Rambla tras pasar por varias ubicaciones

Sábado, 2 de agosto 2025

La Fuente de los Gigantones parece haber encontrado su sitio en la plaza Bib Rambla. Aunque, conociendo el carácter nómada del patrimonio hidráulico granadino, nadie ... pone la mano en el agua.

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Antes de que llegara ella, hubo otras. En el siglo XVII, el cronista Jorquera describe una fuente de tres cuerpos coronada por un león que sostenía con sus garras «en dorado escudo las armas de Granada». Ocho caños vertían agua desde las pilas superiores hasta la inferior, donde, durante las fiestas de toros, más de uno se daba un chapuzón improvisado. Según cuenta Gabriel García Guardia en Agua, mármol y bronce, esta fuente dorada se restauró con motivo de la visita de Felipe IV.

A lo largo de los siglos, la plaza fue viendo pasar fuentes: unas en el centro, otras arrinconadas, todas soluciones efímeras para la plaza mayor de la ciudad. Hasta que, en los años 40 del siglo XX, con una reforma del alcalde Gallego Burín, llegó la actual: robusta, grotesca y monumental.

Fuentes inquietas

La también llamada Fuente de los Tritones vivió una vida anterior más recogida: estaba en el claustro del convento de los Agustinos Calzados. Pero llegó la desamortización de Mendizábal en el siglo XIX, y adiós convento. El edificio fue demolido por el Ayuntamiento, y en su lugar se construyó el actual Mercado de San Agustín. La fuente, como tantas otras, quedó huérfana... y lista para una nueva ubicación.

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No fue la única. Muchas de las fuentes que hoy embellecen plazas granadinas son herederas del derribo de conventos. La Fuente de los Cuatro Leones, ubicada entre el Salón y la Bomba, proviene del antiguo convento de Santa Cruz la Real. La que se encuentra frente a la Diputación perteneció al convento del Santo Ángel Custodio, hoy ocupado por el Banco de España. Y la de la plaza de la Trinidad viene directamente del patio del convento trinitario. Granada, ciudad experta en el arte de mover fuentes (aunque esta última tampoco se moviera demasiado).

Paseo y mudanza

La Fuente de los Gigantones también pasó por su propio viacrucis. Tras la exclaustración. A finales del XIX, estaba en pleno cruce visual entre la Carrera de la Virgen y el Paseo del Salón, una ubicación privilegiada que perdió cuando se colocó allí el monumento a Isabel la Católica y Colón.

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La fuente entre el Salón y el Humilladero

El Paseo del Salón, punto de encuentro de lo más granado de la burguesía local, era un lugar romántico y fresco, donde los granadinos paseaban entre árboles y fuentes. En su confluencia con el de la Bomba se colocó este surtidor viajero. El escritor viajero Edmundo D'Amicis, que visitó Granada en 1872, describió allí: «Dos fuentes monumentales, de las cuales manan grandes chorros de agua que se descomponen en fina y vaporosa lluvia». Parece que a su vera, hasta hacía fresquito en verano.

Pero nada dura eternamente. Durante una reforma urbana impulsada por Gallego Burín, se decidió trasladar el monumento a Fray Luis de Granada, entonces en Bib-Rambla, al convento de Santo Domingo, en el Realejo. Y en ese intercambio de cromos urbanos, la fuente de los Gigantones se marchó al lugar que el que está hoy. Corría el año 1940.

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Bib-rambla, plaza mayor

La plaza Bib-Rambla, la Puerta del Arenal, ha sido muchas cosas: campo de justas, escenario de ejecuciones, epicentro de fiestas por coronaciones reales e incluso espacio para juegos con toros alanceados. A partir del siglo XVI, se convirtió en la plaza principal de Granada, el corazón de las fiestas del Corpus, especialmente durante los siglos XVII y XVIII cuando se instalaban altares monumentales para decorar paso de la procesión.

La plaza decorada para el Corpus y con el monumento de Fray Luis de Granada Archivo de IDEAL

En el siglo XX, fue la plaza de las tiendas y puestos de juguetes y quioscos de flores, a la que acudía el famoso Francis Dumond voceando números en la tómbola benéfica del Corpus. Y de toda esa vida urbana, la Fuente de los Gigantones, con su aire de fábula mitológica y su pétrea extravagancia, se alza como testigo.

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La fuente fue construida a finales del siglo XVII en piedra gris de Sierra Elvira, con toques de mármol blanco. Está decorada con símbolos agustinianos y cosmológicos: un corazón, un sol, una luna. La taza inferior la sostienen cuatro figuras grotescas, a medio camino entre faunos deformes y criaturas anfibias, una fuente de ensueño que colaría en cualquier película de Guillermo del Toro. Ellos son los «gigantones» que le dan nombre a esta fuente única.

Granada siempre supo domesticar el agua: con baños, acequias, aljibes y pilares que aún hoy susurran entre piedras mojadas. Pero durante décadas, la ciudad moderna no supo cuidar de su arquitectura como merece. Muchas fuentes quedaron secas, mudas, olvidadas…

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La Fuente de los Gigantones ha sobrevivido al silencio, a las mudanzas, y a los siglos. Hoy sigue ahí, en Bib-Rambla, con sus faunos pétreos, sus chorros incansables y esa dignidad discreta que imprime el tiempo.

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