Un viaje de 25.000 kilómetros por América para conocer a su amor
Aventura ·
José Antonio Martín, un joven granadino con parálisis cerebral desde su nacimiento, conoció a Jessy en México mientras descubría el legado español de los siglos XVI y XVII y solo unos meses después se casaronJosé Antonio Martín no puede andar, pero su cerebro no para de correr. «Es incansable», añade Jessy, su mujer desde hace unos meses, mientras lo ... mira con orgullo. Ambos ultiman las maletas para viajar desde Granada a Arlington (Virginia, Estados Unidos), en donde él va a empezar a trabajar en una de las oficinas centrales de Amazon, la misma empresa que dejó hace un año porque no le dejaba teletrabajar y que ahora le ha llamado para ofrecerle algo mejor. Entre ambos contratos han pasado algo más de doce meses en los que él ha realizado en tres etapas un viaje de más de 25.000 kilómetros por América para conocer el legado español de los siglos XVI y XVII y a Jessy, la que ahora es su esposa y se suma sin dudarlo a todas sus aventuras.
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«Tengo parálisis cerebral infantil desde el nacimiento, pero siempre he sido uno más en todos los círculos en los que me he movido, he tenido la suerte de tener un padre que me impulsaba a tener una vida normal y he ido ampliando mis límites desde pequeño», contó a IDEAL en una de sus estancias en España durante el viaje, el pasado otoño. Ahora, con la expedición concluida, solo piensa en iniciar una vida al lado de Jessy y terminar de visitar en unos años los países de Sudamérica que les han quedado pendientes.
«Empecé en Estados Unidos el viaje, en Orlando me compré el coche de segunda mano con el que hice toda la aventura. Luego recorrí 18 estados mexicanos de 32, Belice, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá». Nueve países y más de 25.000 kilómetros. En México conoció a Jessy por internet. «Quedamos y al día siguiente tenía claro que quería que fuera mi novia, que lo intentáramos seriamente. Al principio estuvimos unos meses 'viéndonos' a distancia. Ella trabajaba en Ciudad de México y yo seguía haciendo mi aventura, pero siempre hacíamos por vernos cada tres o cuatro semanas. Así lo estuvimos haciendo hasta el final de mi viaje. Ella se vino cuando ya estaba en Costa Rica y estuvimos conviviendo. Luego, continuamos viviendo juntos en España, volvimos a terminar el viaje y ya nos casamos en Ciudad de México», rememora.
Jessy habla menos que José Antonio, pero lo observa con una sonrisa que no puede ocultar. «Ha sido una experiencia increíble, no me esperaba conocer a una persona así». Tuvo miedo al principio y lo reconoce. «En mi país se dice que, como los marineros, los viajeros tienen una en cada puerto», pero al instante afirma que las dudas se le fueron cuando lo vio «comprometido» y la relación entre ambos «fluyó bien». «Descubrí a una gran persona, de la que estoy muy enamorada. Tenemos muchos valores muy similares, compartimos un proyecto, queremos formar una familia… Ha sido muy rápido, sí, pero muy bonito».
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La ruta de José Antonio y Jessy por América es un cúmulo de experiencias en las que lo bueno vence a lo malo. «En Guatemala conocí a personas muy humanas que me ayudaron a superar las barreras arquitectónicas. Costa Rica, sin embargo, es un país muy accesible para las personas con discapacidad. De Panamá me encantó su naturaleza, los volcanes, sus ruinas arqueológicas o las cascadas. En Nicaragua hay playas chulísimas. Disfruté de la última etapa del viaje porque además incluyó la boda con mi mujer, que ha sido lo mejor que he hecho en mi vida, sin duda», sintetiza él.
La gira de José Antonio por las antiguas colonias españolas no ha terminado: «Pensaba que podía recorrer más rápido esos países, pero hay tanto que ver y las carreteras están en tan mal estado que al final puede viajar mucho menos que en Europa o en Estados Unidos». Todo fue más lento y el dinero con el que contaba se fue agotando. También apareció Jessy por el camino y sus prioridades cambiaron. «Ahora nos apetece tener otra vida, trabajar y ahorrar para algún día volver y continuar la aventura por donde la dejé». Les queda Sudamérica y no descartan visitar también Filipinas.
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Nueva etapa
Ahora, para esta nueva etapa conjunta ya está todo listo. José Antonio ya ha encontrado inquilinos para su piso de Málaga, en donde en un principio ambos iban a vivir hasta que le salió la oportunidad de trabajar de nuevo para Amazon. «Al principio no lo tenía muy claro, pero luego vi que me convencía el equipo en el que iba a trabajar, con varios contactos con los que trabajé, y dijimos de intentarlo. Es una buena oportunidad, una muy buena oferta de trabajo y así mi mujer está más cerca de México», explica José Antonio, que ya habla en plural. Jessy está buscando trabajo en Arlington. «Espero que todo salga bien. Cuando te casas compartes todas las aventuras», cuenta con una mezcla de incertidumbre y seguridad.
En solo un año, la vida de ambos ha cambiado por completo y los meses que vienen por delante prometen ser intensos. Sin embargo, lo afrontan con la ambición vital que José Antonio derrocha desde su silla de ruedas. «Quiero que la gente, con o sin discapacidad, no se frene, no se encierre en su zona de confort. Animo a todo el mundo a que no se centre en que tiene una discapacidad. Quiero que estudien, que trabajen duro, que luchen por un salario digno y que se vayan marcando objetivos cada vez más ambiciosos. En lugar de decir no puedo, hay que decir cómo puedo». Él ha logrado ser un prestigioso ingeniero, ha recorrido medio mundo y ha encontrado a su amor. Ahora, junto a Jessy, quieren más.
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