Un verano granadino a la vera de la cueva
Los vecinos del Sacromonte reconocen que tener una cueva en verano es tener un tesoro por el fresquito que hace para combatir el calor
Quien tiene una cueva en verano en Granada tiene un tesoro. Los vecinos del barrio del Sacromonte lo saben. Gracias a esta tradicional vivienda típica, ... sus veranos son mejores que los que viven los paisanos 'de Granada'. Porque el Sacromonte es el Sacromonte, y Granada es 'lo de abajo'. Aquí los meses de junio, julio, agosto y septiembre se suceden a la vera de la cueva entre los chismes del día, los planes para el verano y las novedades familiares. «Además, tenemos menos asfalto y más vegetación, está todo bastante verde y el río Darro tarde una corriente de lo más refrescante», explica Encarni, una vecina del Sacromonte.
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Y es que Encarni está muy orgullosa de vivir en este barrio granadino porque pasa el verano muy agustito. «Como vivo en el Sacromonte, nos damos nuestros paseos por la mañana y subimos a la Abadía. Por la tarde nos juntamos toda la familia en la plaza de Puente Mariano», explica. Francis, que es además vicepresidenta de la asociación de mujeres del Sacromonte, comenta por su parte la ventaja de sus típicas viviendas. «Aquí todas tenemos casas cuevas, así que aquí no se pasa calor». Ahora tercia Carmen, en esta tertulia que se ha montado de forma espontánea en la placeta de la iglesia del Santo Sepulcro, justo en la entrada a la subida a la abadía del Sacromonte:«Además, aparte de tener cueva, aquí arriba la temperatura varía un montón la temperatura. Tenemos el río al lado y se nota mucho el fresco, aunque no tiene agua, este es otro problema que tenemos. Y luego, la vegetación claro que refresca mucho y da sombra».
Otra vecina, también se llama Encarni –«lo bueno Abunda, dice mirando a su tocaya»–, muestra sus poderes contra la canícula. «Aquí vivimos muy agosto como han dicho mis vecinas. Hace mucho fresquito, lo digo porque vivo justo al lado del río y se está muy bien». Sin embargo, sí echan de menos una buena terraza donde compartir unas cervezas y unas tapas.«No tenemos ningún bar donde tomar una cerveza y estar reunidos todos». Entonces, explican que Casa Mariano, cerró hace muchos años. De hecho, la dueña, Mari, está esta tarde de agosto en la tertulia. Dice que ni se acuerda, «al menos han pasado ya quince o veinte años desde que cerramos las puertas del bar», recuerda mientras reposa su frágil cuerpo en un bastón de caña. El otro bar, el de la Mosca, estaba frente por frente a Casa Mariano también lo cerraron hace ya muchos más años, cuentan.
Los recuerdos del barrio
Todas las vecinas empiezan entonces a reverdecer recuerdos de veranos ya muy lejanos. « Casa Mariano era una taberna en la que no entraban las mujeres. Era una cueva y al lado había otra puerta con una tienda. En la cueva entraban los hombres y en la tienda las mujeres. Te pedías una cerveza y te lo tomabas en la placeta. Los hombres no se mezclaban con las mujeres».
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«En verano salimossobre las ocho de latarde porque nos traenlos nietos y nos losdejan a las abuelas»
De cueva a cueva, vuelven a describir los beneficios de este tipo de vivienda. «En la cueva no necesitas ventilador ni aire acondicionado, en todo caso necesitas ponerte una chaqueta. Se vive muy tranquilo pero demasiado tranquilo, ha llegado un punto que hay demasiada tranquilidad», describe este grupo.
Vuelven entonces a los recuerdos de tiempos ya un tanto lejanos. «Antes había mucha juventud y nos reuníamos todos. Pero como no nos dejan edificar ni arreglar nuestras casas, nuestros hijos se han ido a Granada para vivir, bueno, en los alrededores, en los pueblos, que todo está muy caro». Y de ahí, a la comparación con el presente. «Tampoco hay niños. Es lo que hay. Algunos taxistas nos han dicho que vivimos en el barrio fantasma, no hay bares ni hay nada».
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«En verano salimos sobre las ocho de la tarde porque nos traen los nietos y nos los dejan a las abuelas. Entonces sí hay alegría y bullicio que resurge».
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