Una veintena de piscinas de la capital se enfrenta a 3.000 euros de multa
Las primeras inspecciones han obligado a abrir expediente a un 30% de las piscinas de la capital
El 30% de las piscinas públicas de la capital se expone a sanciones de hasta 3.000 euros por incumplir con la normativa que ... obliga a que presenten un registro que garantice la calidad de las aguas y su mantenimiento. Son 21 de las 71 censadas por el Ayuntamiento en un listado que incluye a las ubicadas en centros de ocio, gimnasios, spas, hoteles o campings. El pasado 30 de abril cumplió el plazo para incluir los datos de control diario de las piscinas durante el año 2017 en el programa informático Siloé, un sistema nacional a través del cual se vigila la seguridad de las piscinas públicas. Y algunas no han cumplido.
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Según los datos aportados por la dirección de Medio Ambiente del consistorio, los inspectores han evaluado todas las piscinas censadas en el marco de la campaña de control higiénico-sanitaria que se emprende habitualmente con la llegada del verano. Y «todas ellas reúnen las condiciones técnico-sanitarias adecuadas». En cada una de las revisiones, los inspectores informan acerca de las normas de mantenimiento, como la prohibición de aplicar directamente productos, la obligación de contar con sistemas de dosificación automática de los químicos o la obligación de informar al público acerca de los controles, las sustancias que se utilizan o la existencia de socorristas.
Pese a que reunían las condiciones adecuadas para la apertura, 21 de las piscinas inspeccionadas incumplían la obligación de mostrar el protocolo de autocontrol. Se trata de un registro que, así lo especifica la regulación nacional implementada en 2014, debe estar en todo momento en la piscina pública a disposición de los encargados de mantenimiento y las autoridades.
El registro diario de la piscina pública
La seguridad en piscinas públicas como la del gimnasio O2 se mide al milímetro. Este espacio dispone de dos piscinas, una exterior y una interior climatizada, además de varios 'vasos' en el spa. Martín Rosenthal, ingeniero industrial y encargado de mantenimiento del gimnasio, explica que cada día anotan todos los datos:desde la temperatura del agua o la humedad hasta la limpieza en el interior y el exterior de la piscina. «Si hay algún en que tenemos un nivel de cloro mayor ellos lo saben», explican.
Asegura que la normativa es justa –«todos podemos cumplir»– y explica que los técnicos del Ayuntamiento y la Junta pasan por la piscina varias veces al año para pedir la documentación y hacer una inspección visual. Tienen también cierta función 'pedagógica' y advierten a los propietarios de las piscinas de la normativa y los trámites que deben cumplir. El sistema Siloé, dice, es «algo tedioso». Es una aplicación web que contiene todos los datos de todas las piscinas de la instalación (profundidad, superficie, tratamientos...) y los registros diarios.
El protocolo ha de señalar cómo se trata el agua de la piscina, cuáles son las operaciones de mantenimiento, limpieza y desinfección, las condiciones de seguridad o el plan de control de plagas. Una guía específica editada por la Junta de Andalucía establece los criterios para el desarrollo de este documento. Hay más de una decena de aplicaciones móviles que facilitan las tareas de control de las piscinas, y el sistema informático Siloé que contribuye a la conexión entre las piscinas y las administraciones central y autonómica para el control.
«Se está requiriendo (el protocolo) para que lo cumplimenten. En caso de no hacerlo se les sancionará de conformidad con la legislación sanitaria, sanciones que pueden llegar hasta los 3.000 euros», señalan desde el Ayuntamiento. Ya el año pasado, la Concejalía de Medio Ambiente impulsó una campaña para informar a los responsables de las piscinas del obligatorio cumplimiento del protocolo de autocontrol.
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En lo relativo a las piscinas comunitarias, el control por parte del Ayuntamiento se limita a aquellas de nueva apertura, en el momento de otorgar la licencia municipal de obras. Se estima que hay unas 150 piscinas de este tipo en la capital, a las que se sumarían las que se ubican en viviendas unifamiliares.
650 piscinas
En el resto de la provincia, el control de las piscinas queda en manos de la Junta de Andalucía, que contabiliza 424 piscinas privadas (entre las comunitarias y aquellas ubicadas en establecimientos hoteleros) y 225 públicas. «Tenemos un programa de control con el objetivo de reducir los riesgos para la salud derivados del uso de las piscinas», explica Isabel Marín, jefa de Salud Pública en la provincia. «En este programa verificamos las normas de seguridad de la piscina, como pueden ser la profundidad de los vasos, la pendiente, las escaleras, etc.», apunta Marín.
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Un punto importante son los sistemas de calidad del agua, como el de depuración o las propiedades del agua de llenado de la piscina, tanto si proviene de las redes de abastecimiento como si llega de otras, como pozos naturales. Fundamentalmente, relata Marín, se inspeccionan todas las piscinas de nueva apertura y aquellas en las que se ha hecho una reforma «importante».
Queda a criterio del servicio de inspección la posibilidad de visitar piscinas que, sin ser de nueva apertura o reformadas, estén al uso del público. «Me consta que hay un gran seguimiento de esas inspecciones porque, aunque no están dentro del plan como una actividad obligatoria, las personas que ejercen la inspección lo toman como un compromiso personal con la vigilancia», comentan desde la Junta de Andalucía. Marín cifra las inspecciones en «casi un 100% de las censadas» especialmente en lo relativo a piscinas públicas y situadas en establecimientos hoteleros, además de aquellas en las que hace un año se hubiera detectado algún «riesgo especial».
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El protocolo de inspección incluye dos visitas a las piscinas. En la primera comprueban las deficiencias. Si hay alguna de tipo grave (como las que vulneran las normas de depuración del agua o personal socorrista), la piscina se cierra en el acto por seguridad. En el caso de que los técnicos detecten deficiencias, proceden a una segunda visita para comprobar si se solucionó. Si el problema está subsanado, se archiva el expediente. Si no se ha arreglado, se inicia el correspondiente procedimiento sancionador.
«Las piscinas de Granada, de forma genérica, están de una manera tan satisfactoria que en los últimos años no nos hemos visto obligados a enviar ninguna piscina, ni pública ni privada, a la sección de procedimiento sancionador», afirma Isabel Marín.
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Y no es fácil. En la maraña reguladora se entretejen un decreto autonómico de 1999, otro nacional de 2013 y una instrucción autonó mica que trata de aclarar las diferencias entre las dos anteriores. No es difícil localizar a través de Internet decenas de empresas que centralizan la gestión de socorristas y el control de la piscina.
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