Los vecinos de la zona del Jardín Botánico piden «atención» a los árboles inclinados

Los hechos ocurrieron el pasado mes de mayo en Granada capital, en la calle Málaga, para ser exactos, en el tramo entre el Jardín Botánico de la UGR y la plaza de los Lobos. El árbol caído quedó en un susto, aterrizó justo en una calle que lleva a la plaza Trinidad, sin afectar lo más mínimo a ninguno de los locales que se encuentran a ambos lados. No obstante, el desenlace podría haber sido fatal.

Así lo respaldan Alba Hernández y David Salinas, responsables de Betula Nana, que ocupa la esquina de las calles Málaga y Conde de las Infantas –allí se desplomó el palo–. No lo vieron en vivo y en directo, pero sí reconocieron el daño que podría haber ocasionado en su restaurante «de caer unos centrímetros más allá».

Aquel día, fueron por la mañana al local para revisar qué productos hacían falta. «Eran las nueve, necesitábamos algo de ferretería, fuimos a comprar y cuando volvimos, diez minutos después, el árbol estaba en el suelo. No nos pilló por los pelos», comparte Alba. Según ella, a una señora que pasaba por allí una rama «le rozó el brazo» y otras, más pequeñas, se quedaron enganchadas en los cables del alumbrado.

Aunque a esa hora suele haber movimiento en la zona, Alba recueda que «no había coches aparcados ni estaban los camiones que reparten bombonas». Enseguida, acudieron los bomberos y quitaron el tronco. Al encontrarse en pavimento urbano, en vía pública, la responsabilidad es del Ayuntamiento de Granada, que, en su lugar, ha plantado un nuevo ejemplar que a día de hoy se encuentra atado a dos palos por unas cintas de color naranja.

El árbol caído en mayo podría estar «enfermo». «Se veía que no tenía cepellón, estaba hueco por dentro. No tenía agarre ninguno», asegura Alba. La duda que surge ahora a los comerciantes de este tramo de vía es si sustituirlo por otro de la misma especie es «una buena idea» y esperan que el Gobierno municipal ponga «atención» a cuestiones como esta, que «ponen en peligro» al ciudadano.

Además, no es la primera vez que un episodio similar tiene lugar en el centro de Granada. Los vecinos recalcan que, el año pasado, también cayó una rama «grande» en Carril del Picón, enfrente del supermercado Dia, y «destrozó» un coche. Un poco más adelante, en la esquina con Sócrates, «varias ramas se desplomaron y la trabajadora de La Casita del Pan ayudó a retirarlas porque habían caído en el paso de cebra». Temen que pueda volver a ocurrir y, entonces, «no haya tanta suerte».

La Ordenanza de Uso y Protección de Zonas Ajardinadas –que data de 1996, está vigente y se puede consultar en la página web oficial del consistorio– establece en su artículo 8 que «la implantación de arbolado y su gestión posterior merecen especial atención ya que si estas plantas viven bien el resto también podrá hacerlo. Son el indicador de la calidad ambiental más seguro, dada su larga permanencia».

Asimismo, incide en que «no se aplazarán excesivamente las mínimas exigencias del arbolado urbano para evitar degradaciones acumulativas e irreversibles si son crónicas, y que incrementan el desarrollo de las plagas y enfermedades, caídas de ramas, etc, incompatibles con la seguridad viaria». Más allá de la normativa, el consistorio aún no se ha pronunciado al respecto.