Problemas vecinales

¿Qué hacer cuando un vecino atemoriza a todo un pueblo?: El testimonio de un alcalde

El regidor de Íllora relata con impotencia la lucha infructuosa por buscar soluciones al caso de un vecino con enfermedad mental y adicciones que amenaza la convivencia

R. I.

Sábado, 30 de marzo 2024

La sola mención de su nombre provoca intranquilidad a los vecinos y la posibilidad de toparse con él por una calle, auténtico horror. Tiene un ... historial plagado de detenciones, antecedentes policiales, agresiones... El caso del atrincherado de Las Gabias ha puesto el foco sobre una dura realidad que en la localidad granadina de Íllora llevan sufriendo años: la presencia de un vecino que, por sus problemas de adicciones y salud mental, supone una amenaza continua y un peligro que enturbia la convivencia. Pero ¿Qué pueden hacer las administraciones locales ante estos casos?

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«Nada. Lo que podemos hacer los ayuntamientos es nada, no nos ayuda nadie, estamos desasistidos por parte de las administraciones supramunicipales. Si no conseguimos la incapacitación por un juzgado tenemos las manos atadas», responde desde la más sincera y profunda impotencia Antonio Salazar, el alcalde que lo ha intentado todo.

A sus preocupaciones cotidianas de la gestión municipal, el regidor está acostumbrado a sumar la angustia continua por lo que pueda hacer este hombre. Solo cuando está hospitalizado o en la cárcel puede dormir tranquilo. Y en la misma situación están los vecinos. «Estamos pendientes 24 horas, he llegado yo a controlar cuando le toca a medicación», explica.

Los servicios sociales municipales, la Policía Local y el propio alcalde han tocado a todas las puertas buscando las soluciones que no encuentran, incluida la del juzgado, donde han tratado de impulsar la incapacitación. Tampoco en la familia de este hombre encuentran colaboración. «¿Usted cree que este hombre está para convivir en un pueblo?», llegó a exclamar el alcalde en el área de Psiquiatría del hospital durante uno de los últimos ingresos, al ver al paciente inmovilizado.

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Salazar se enfrenta también a la ira y la fuerte crítica de quienes creen que no hace lo suficiente para alejar el peligro del pueblo. «¿De verdad tenemos que esperar a que pase una desgracia? Luego tendremos aquí a la prensa, todos nos lamentaremos y me echarán la culpa. Ruego un poco de empatía, que lo estamos intentando todo y estamos desasistidos. No hay centro psiquiátrico para él, va al hospital lo estabilizan y volvemos a lo mismo», insiste.

El alcalde ensalza, sobre todo, la labor que está haciendo el sacerdote de la localidad, que con su mediación, cariño y empatía logra calmar, doblegar los comportamientos violentos y dialogar con este hombre, aún exponiendo su propia seguridad. Gracias a la intervención del párroco –que le acompañó personalmente junto al jefe de la Policía Local– hace unas semanas lograron su internamiento voluntario en un centro de tratamiento de adicciones. A los seis días se escapó y volvió a Íllora. Con él también el desasosiego para los vecinos.

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