Urbanismo ultima el proyecto del Paseo de Romayla y prevé obras para 2025

Como confirman desde el área de Urbanismo, la última reunión del comité ejecutivo del proyecto, en el que están representados el Ayuntamiento de Granada y el Patronato de la Alhambra y el Generalife, permitió constatar el alto grado de avance del anteproyecto. Durante la cita, que tuvo lugar el pasado 31 de julio, se decidió entregar el diseño al Consistorio a mediados de agosto con vista a que los técnicos municipales puedan revisarlo con calma. La planificación aprobada prevé que, si todo está en orden, el documento pueda ser remitido a la comisión técnica de Patrimonio el próximo 12 de septiembre. Este paso es esencial para que pueda redactarse el denominado proyecto básico, que debe ser el que salga a licitación para efectuar las obras.

De esta manera, la previsión es que la tramitación pueda empezar a efectuarse en el último tercio del año con vistas a que en 2025 puedan arrancar los trabajos. Al contrario de lo ocurrido en mandatos anteriores, donde el reloj corría en contra de los diferentes equipos de gobierno al contar con fondos aportados por la Junta de Andalucía que tenían una fecha límite de ejecución temprana, el actual equipo de Marifrán Carazo no tiene tanta prisa. Como adelantó IDEAL en marzo pasado, a ciudad tiene hasta 2027 para llevar a cabo las obras, lo que proporciona un amplio margen.

Meses atrás, la capital consignó fondos por si finalmente los trabajos se iniciaban este mismo ejercicio. Los trámites pendientes, sin embargo, hacen más factible que las obras arranquen el curso próximo, motivo por el que, según confirman desde la concejalía de Urbanismo, los técnicos están trabajando también en el trasvase de la anualidad para que pueda ser empleada en 2025.

Consultado por la situación del proyecto, desde el área muestran su satisfacción por el avance. «El anteproyecto final estará en agosto. Nosotros lo revisaremos. Se llevará el 12 de septiembre a la comisión ejecutiva. De ahí se hace el proyecto básico y ese es el que irá a la comisión de Patrimonio. Estamos contentos porque el proyecto está al fin andando», reconoce el concejal Enrique Catalina.

La rehabilitación y apertura al público de la margen derecha del río Darro es uno de los proyectos más esperados de la última década. Ubicado a los pies de la Alhambra, frente al paseo de los Tristes, afecta a una zona patrimonial de primer orden donde se cruzan viejas acequias nazaríes y antiguos molinos que alimentaron a la ciudad durante siglos. Aunque en la actualidad se trata de un espacio degradado, siempre despertó interés en la capital, como demuestran las diferentes actividades que ha acogido a lo largo del tiempo y de la que quedan huellas importantes, como el conocido Hotel Reúma, inmueble que quedaría plenamente integrado en el proyecto que se está preparando.

Fue en 2017 cuando se abordó la posibilidad de ampliar el espacio peatonal en la zona al tiempo que se recuperaba el margen derecho del río con el objetivo de integrarlo en el día a día de la ciudad. Desde entonces se han sucedido diferentes problemas que han impedido que se realizara en tiempo y forma.

Cuando se conoció el proyecto antiguo, entidades de conservación del patrimonio cuestionaron la iniciativa al considerar que no respetaba suficientemente el entorno. El diseño fue comparado con el de un parque y causó tal revuelo que obligó al Consistorio a paralizar la adjudicación del proyecto, que estaba a punto de ser entregado a una empresa constructora.

En 2021, el Gobierno local de entonces anunció su intención de incluir las consideraciones de los colectivos y avanzó que buscaría el «máximo consenso». Desde entonces, se trabajó de forma intermitente en el proyecto hasta que fue retomado con mayor fuerza este pasado mes de marzo. Como adelantó este periódico, el equipo de Marifrán Carazo puso énfasis en la necesidad de incluir las sugerencias aportadas por ICOMOS, organización adscrita a la Unesco que se había pronunciado sobre el proyecto. Entre otros aspectos, la entidad había planteado que no se empleara mobiliario urbano estándar ni se desarrollaran elementos como fuentes-bebedero o pipicanes que inicialmente sí estaban previsto. También solicitaron que se restringiesen al mínimo pérgolas, escaleras, luminarias y barandillas.

Ahora se espera que el nuevo proyecto reduzca al mínimo los elementos de nueva construcción poniendo el acento en la conservación de los ya existentes. Entre los detalles que hasta ahora se han conocido están la eliminación del alumbrado del entorno, ya que se prevé que el horario de acceso al público se adapte a la luz solar. En marzo también se conoció que el proyecto que se redacta ahora no contempla un ascensor para salvar dos niveles, como el antiguo, y recuperará los muros y escaleras existentes, adaptándolos y, como norma general, los desniveles entre las distintas plataformas se protegerán mediante setos.