Miguel G. Yanguas posa en el salón de su casa junto algunos de sus artilugios Ramón L. Pérez

El último reportaje en casa de Giménez Yanguas, el hombre que susurraba a las máquinas

Miguel Giménez Yanguas ha consagrado su vida a preservar el patrimonio industrial. Más de 300 piezas dignas de un museo decoran su casa

Miércoles, 9 de abril 2025, 09:50

En agosto de 2024 Miguel Giménez Yanguas (Málaga, noviembre de 1939) abrió las puertas de su casa a IDEAL. Bromeaba con que es un loco ... que colecciona chatarra. Un genio humilde que ha consagrado su vida a «trastos y cachivaches». Su casa, en sí, y por lo que contiene, no tiene nada que envidiar a cualquier museo. La vivienda, ubicada en el paseo del Salón, resiste en pie entre edificios de ocho plantas como un vestigio de la Granada que un día fuimos. Construida en 1895 por el arquitecto Francisco Giménez Arévalo, su abuelo, en el interior descansan reliquias, planos, mapas, libros, centenares de artilugios y maquinaria industrial que él ha salvado de reducirse a la nada.

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Más de 300 objetos decoran o se almacenan en las estancias de su domicilio a la espera de ser reparados; relojes de guarda, instrumentos topográficos del siglo XIX, un motor fabricado por Edison, gramófonos, teléfonos, elementos del tranvía de la sierra, una máquina registradora antigua, dos máquinas de vapor de las extintas azucareras...

Ha restaurado y salvado de la chatarra máquinas de vapor R. L. P.

La colección de este ingeniero que ha ligado su vida a Granada es sorprendente y su valor incalculable. Es un enamorado del patrimonio industrial, un humanista que supo ver la importancia y el legado que nos dejó la revolución industrial. Donde muchos solo veían basura en un intento atropellado de llegar antes al futuro tecnológico, el vio tesoros que merecen ser conservados. Gracias a Giménez Yanguas, la provincia cuenta a día de hoy con algunos ingenios en pie.

Dio sus primeros pasos en el recinto azucarero de Vélez Málaga. Su padre fue el director de la fábrica y también ingeniero de San Isidro en Granada. De él aprendió a entender las máquinas y desde muy joven experimentó con ellas, las destripaba para comprender su funcionamiento. Miguel se licenció en Madrid en 1969 y la industria azucarera se apagaba.

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Dirigió su vida hacia la enseñanza universitaria. Inició su carrera profesional en el departamento de Física, después dio clases en la facultad de Arquitectura y también fue profesor en la base aérea de Armilla. Ha engrosado la documentación que queda de las fábricas granadinas. Los restos industriales que ha recuperado lucen en las calles de Granada o en la Universidad.

Restaura artilugios que acaban en la chatarra por desconocimiento y que tienen un valor patrimonial incalculable

Los motrileños le deben también que se haya logrado conservar la fábrica Nuestra Señora del Pilar de Motril. Giménez Yanguas asesora en su rehabilitación y ayuda a los técnicos del Ayuntamiento a encajar las piezas sueltas del ingenio.

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En dos salas de su casa, tiene talleres de restauración, uno similar al que había en la Universidad. Su archivo concentra valiosos planos, revistas, documentos y fotografías procedentes del intenso trabajo desarrollado por su abuelo y por su tío Felipe.

Los aparatos llegaban a él a través de los rastros o subastas. Compraba cacharros en sus viajes, hasta al rastro de las pulgas de París les han llevado sus pesquisas, con la generosidad de su mujer, Carmen, que le dejaba abarrotar la casa. Hay estancias que son un caos perfectamente ordenado. En cada rincón hay algo que descubrir. Hay que invertir horas en escrutar sus paredes. Pero lo más llamativo son dos máquinas de vapor, una de ellas salió de las entrañas de la azucarera de Almuñécar, que se ubicaba cerca del palacete de La Najarra, mientras la desvalijaban. A la máquina de vapor restante le tiene un cariño especial, era el corazón de San Isidro y esperaba que algún día pueda volver a la fábrica cuando quede por completo rehabilitada.

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Giménez Yanguas reparaba las máquinas, las pulía y buscaba recambios. Conseguía sacar brillo a lo que antes estaba cubierto de óxido. Sus artilugios, como no todos caben en casa, ocupan espacio en el parque de las Ciencias. Confíaba en que algún día y creía que él no lo vería, su colección se musealice para que esté a la vista de quienes sepan apreciarlo. Diputación estudiaba a finales de 2024 crear un espacio con toda la colección del mejor ingeniero granadino.

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