El 'foro de Granada' sienta las bases para atajar la crisis migratoria del Mediterráneo
Los 43 países que participan en la cumbre coinciden en la «cooperación internacional» como la vía a seguir para hacer de la región «un espacio de paz, riqueza y estabilidad»
Más cooperación a uno y otro lado del Mediterráneo para afrontar los retos que deja la crisis migratoria. Es la principal idea en la que ... coinciden los 43 estados participantes en el foro organizado por la Unión por el Mediterráneo, que se celebra en el Palacio de Congresos de Granada. A falta de lo que deparen las dos últimas sesiones, que tendrán lugar este viernes, el debate generado hasta ahora ha servido para poner sobre la mesa la importancia de reforzar alianzas para encarar desafíos en materia de derechos humanos y seguridad que son inherentes a los desplazamientos.
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En esa línea se desarrollaron las dos sesiones que tuvieron lugar este jueves, que abordaron cuestiones como la paz y la estabilidad en la región o los restos específicos del fenómeno mediterráneo. También apuntaron en esa dirección las autoridades que, con sus discursos, lanzaron una cumbre de la que se espera que salga la hoja de ruta de una Unión por el Mediterráneo que quiere aprovechar el aniversario de su formación, de la que se cumplen 30 años, para afianzar la región como un espacio de «prosperidad» frente a los convulsos escenarios que actualmente se están configurando en otros puntos del planeta.
El Rey Felipe VI, que inauguró una cumbre a la que asistieron también representantes autonómicos y locales como el presidente de la Junta, Juanma Moreno; el presidente de la Diputación, Francis Rodríguez, y la alcaldesa de la ciudad, Marifrán Carazo, abogó por reforzar la cooperación internacional como solución a los retos que impone la migración.
En su discurso, recordó que se trata de un fenómeno «inherente al ser humano» que ha tenido un impacto a lo largo de la historia «moldeando nuestro modo de ser para hacernos más cercanos o iguales, incluso más fuertes». Su Majestad explicó que la movilidad conlleva también desafíos «de seguridad, climáticos y socioeconómicos» que «a menudo subyacen a la decisión de abandonar la propia tierra» y recordó el deber de los países a uno y otro lado del mar por «trabajar por una migración ordenada, segura y regular».
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Felipe VI se refirió también a la importancia de combatir contra los lados más oscuros del fenómeno. Llamó a «luchar» contra «las redes que operan al margen de las causas legales y las mafias que trafican con personas y cuyas víctimas son los propios migrantes».
En su intervención, el monarca no obvió asuntos de primer orden en el marco del Mediterráneo, como el conflicto bélico ahora en desarrollo en Oriente Próximo. Reconoció la «desazón enorme» que está causando la interrupción de las negociaciones sobre Gaza y el regreso de los bombardeos, pero insistió en la necesidad de «no dejarnos ganar por el desánimo» y emplazó a todos los actores por «seguir clamando el alto al fuego y la entrada urgente de ayuda».
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Su Majestad también señaló otros desafíos que considera «inaplazables». Advirtió de los riesgos de «no afrontar con absoluta seriedad» problemas como la crisis climática y reivindicó la acción para la erradicación de la violencia de género, la lucha por la igualdad o el acceso a la educación superior, la vivienda y el mercado laboral de los jóvenes. El Rey invitó a los asistentes a «seguir cooperando» para lograr un Mediterráneo «cada vez más resiliente».
La presidenta del Congreso, Francina Armengol, insistió también en la importancia de la cooperación de cara a resolver los retos asociados al fenómeno migratorio. La responsale describió un Mediterráneo que es «viaje y destino a la vez» y abogó por afrontar unidos los desafíos que imponen los desplazamientos, pero también los conflictos bélicos ahora en marcha. A su juicio, «están en juego la paz y la estabilidad de la región» que conecta a tres continentes pero que, como recordó, «se ha convertido más en una frontera que en un espacio común por las desigualdades».
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Una línea similar marcó el presidente del Senado, Pedro Rollán, durante su intervención. El dirigente expuso la importancia de recordar el origen de la Unión por el Mediterráneo hace 30 años, una organización «que se materializó gracias a la voluntad y el consenso para conformar un espacio de paz y prosperidad unido por un mar histórico». El máximo representante de la Cámara Alta llamó a todos los países a responder al fenómeno migratorio «de manera eficaz, llevando a cabo política para una inmigración, segura, ordenada y regular». En su opinión, los países mediterráneos se encuentran «ante un desafío que exige lo mejor de nosotros» y pidió a los actores de la cumbre a «lanzar un mensaje al mundo de paz, prosperidad y respeto».
Un pacto por el Mediterráneo
El refuerzo de la cooperación fue uno de los ejes marcados también por la comisaria para el Mediterráneo, Dubravka Suica, quien aprovechó el escenario granadino para anunciar un futuro pacto para la región. La responsable avanzó que el programa, que estará listo antes de que culmine el año, se asentará sobre un refuerzo de los lazos en cuestiones que son de vital importancia para Europa y sus socios, como la seguridad, la transición ecológica y energética o la economía azul.
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La dirigente remarcó que el objetivo común de la cumbre y del nuevo plan pasa por encontrar una vía que permita a la región generar un escenario capaz de ofrecer más trabajos de calidad y más posibilidades para los jóvenes, así como mejorar la competitividad sin olvidar las relaciones culturales y la educación. Suica fue, como señaló antes el monarca, contundente en su llamado a luchar contra las mafias alrededor del fenómeno migratorio e insistió en el multilateralismo entre Europa y sus socios como el camino a seguir.
El anuncio tuvo eco después, durante la tarde, en las sesiones de debate, donde los ponentes reconocieron su «interés» por el escenario que pueda abrir en el panorama mediterráneo. En el ambiente quedó la consideración de que el pacto puede ser «un nuevo impulso» que ofrezca a la región «una oportunidad de redinamización de la cooperación» y crear una «nueva centralidad» entre los países de la zona con capacidad para «ofrecer influencia al mundo a través del entendimiento mutuo».
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Representantes como el embajador Nasser Kamel, secretario general de la Unión por el Mediterráneo, remarcaron, no obstante, la importancia de que la cooperación se produzca en términos adecuados entre los socios, de igual a igual. En su intervención, la más relevante en la primera de las sesiones, recordó que «la narrativa importa» y advirtió de que la estabilidad de Europa «no se logrará sin la cooperación en plano de igualdad con los socios del este y del sur y viceversa». El riesgo, lo señaló, es especialmente grave en un momento en el que el multilateralismo ha sido erosionado y el orden mundial «parece haberse fragmentado». «Si la UE quiere seguir siendo un actor influyente, debe seguir trabajando con sus socios del sur y el este en temas climáticos y transición ecológica, así como en refuerzo de la paz», aventuró.
Ambas cuestiones, el impacto del cambio climático, el empleo juvenil y la igualdad y el refuerzo de la paz serán temas de debate en las dos sesiones que tendrán lugar este viernes. Una jornada en la que se espera de que Granada salgan las bases para la 'hoja de ruta' que los 43 países seguirán en el futuro para afrontar los desafíos que genera el fenómeno migratorio.
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