El cambio climático deja huella en Granada con 3,5 grados más en apenas medio siglo

Los expertos, que reconocen que en términos científicos hay «pocas novedades» con respecto a las toneladas de evidencias que se han venido publicando en los últimos años en la literatura de investigación climática, valoran sin embargo el efecto que puede tener sobre las sociedades, toda vez que queda demostrado que el ser humano ha jugado un papel fundamental en el aumento desbocado de las temperaturas desde la Revolución Industrial.

En Granada es sencillo encontrar huellas de estos procesos en la serie histórica de temperaturas que pone a disposición de la ciudadanía la Agencia Española de Meteorología (Aemet). Por ejemplo, la temperatura media registrada en la capital granadina fue el pasado mes de julio de 26,95 grados, tres y medio por encima de los 23,5 que se midieron en el mismo período de 1972, el año más lejano al que alcanza la serie histórica de la Aemet. Y eso que este verano está siendo menos caluroso que el de 2020, el de mayor temperatura media del último medio siglo. Los datos muestran asimismo tendencias muy similares en lo que se refiere a las máximas y las mínimas.

Las proyecciones no son especialmente halagüeñas. Como parte de la publicación del informe, un equipo de investigadores españoles publicó una herramienta interactiva que permite ver cuáles son las proyecciones para el futuro en diferentes escenarios de reducción de emisiones. En la previsión más conservadora, las temperaturas aumentarán de media otros 1,2 grados en los próximos 20 años. También se producirá una significativa reducción de las precipitaciones, de entre el 4,3% y hasta el 8% en el caso de que no se tomen medidas drásticas.

Otra de las consecuencias que el informe del IPCCpone sobre la mesa es el aumento de los fenómenos extremos, como las olas de calor o las inundaciones. También existen ya pruebas fehacientes de que esto es una realidad. De acuerdo con la estadística de fenómenos meteorológicos adversos, que elabora asimismo la Aemet, el número de episodios de calor extremo se triplicó entre los años 2018 y 2020 tras pasar de cinco días por año a 16.

La tendencia no es de extrañar si se tiene en cuenta que Granada es una de las ciudades españolas más afectadas por el calentamiento de la última década. Así lo destaca al menos el último informe del Observatorio de la Sostenibilidad, que ha analizado los datos de todas las capitales de provincia del país, así como de las ciudades autónomas, los territorios más afectados por el incremento en los termómetros. De acuerdo con sus resultados, la granadina resulta ser la séptima ciudad con peores cifras, ya que la cota se quedó en 1,07 grados de aumento en el período comprendido entre 2011 y 2020. En Andalucía, solo Jaén (+1,4ºC) ofreció peores datos.

Federico Velázquez de Castro, quien fue presidente de la Asociación Española de Educadores Ambientales, considera que esto puede estar relacionado también con el alto nivel de contaminación que se registra en Granada, el tercero más alto del país. Cree uno de los aspectos más importantes del informe del IPCC es que «recoge de manera incuestionable la autoría del ser humano como responsable»; una opinión con la que concuerda Juan Raya, miembro de Ecologistas en Acción y la plataforma Salvemos la Vega, quien señala además que es precisamente este hecho «el que se ha querido obviar por parte de algunos sectores durante todos estos años».

Ambos expertos consideran que los episodios de calor extremo se van a convertir en parte de otra nueva normalidad, ya que, como señala Velázquez de Castro, «el área mediterránea va a ser una de las más afectadas», de acuerdo con los resultados del informe. También es de esperar que los niveles de contaminación continúen aumentando, toda vez que algunas de estas partículas, como el dióxido de carbono, se retroalimentan junto al calor para aumentar el efecto invernadero. Además, «el calor de por sí ya tiene efectos inmediatos: mata. Es algo que ya se ha probado en estudios en ciudades como Sevilla», recuerda.

Un conjunto de factores que afectará sin duda a la biodiversidad. Lo señala Juan Raya, quien habla de «acumulación de tormentas, olas de calor y otros fenómenos meteorológicos extremos» como parte del panorama futuro si no se toman medidas urgentes. «Antes los cambios eran más lentos y permitían a las especies adaptarse. Lo que estamos viendo ahora es inaudito», explica.

Pese a todo, el revuelo generado tras la publicación del informe hace que Federico Velázquez se muestre, pese a todo, algo optimista sobre el futuro. «El refuerzo científico de ciertas afirmaciones es útil sobre todo contra ciertas posiciones negacionistas o escépticas», considera, y destaca que el documento «ayuda a superar la etapa de Trump». La prioridad ahora, expresan ambos, es que las medidas que se tomen sean contundentes, que no se especule y, sobre todo, que se haga pronto.