Granadinos que han trabajado con amianto: «Muchos compañeros han fallecido»

Allí pasó cuatro años hasta que cambió de empleo. Él se encuentra bien, pero otros no corrieron la misma suerte. «Muchos compañeros han fallecido», lamenta. Fernando acude cada año al neumólogo a pasar una revisión, con la esperanza de que los efectos del amianto nunca aparezcan. «Entonces no se sabía lo peligroso que era, con los años la gente comenzó a enfermar», comenta. Fernando celebra la aprobación del fondo de compensación, pero para sus compañeros fallecidos ya llega tarde. «Eso no se recupera», concluye.

Francisco Alarcón, natural de Dúrcal y ya jubilado, estuvo mano a mano con el amianto durante un año entero. Fue en el año 1974 en una barriada de París, donde trabajó en la construcción de una torre de 44 pisos. «El amianto se usaba de cortafuegos, había que ir forrando planta a planta con esta sustancia», recuerda. Si llega a saber lo peligroso que era para la salud, jamás hubiera aceptado aquel empleo. «Entonces no se sabía nada, había muchísimos trabajos en los que se usaba», argumenta.

A día de hoy tiene placas pleurales con calcio -muy típicas de exposición a amianto-, que hacen que cuando habla nota falta de aire. Fue derivado al servicio de Neumología, encargado de sus revisiones. «Llevo años con el habla cortada, no sé si es del amianto, pero tengo que seguir controles anuales», asevera Francisco, que celebra la aprobación del fondo de compensación. «Hay sufrimiento detrás, se piensa mucho en ello», agrega.