Un torero de 94 años... y no se corta la coleta
Desde la provincia | Gerardo Pertíñez, 'El Nene' ·
De las cornás que da el hambre sabe mucho Gerardo Pertíñez, y de las que da un toro bravo también. Empezó en el mundo de los toros cuando era un niño y hoy, con 94 años, sigue practicando a diario con un capote. No ha pensado aún en cortarse la coletaEsta es la historia extraordinaria de un hombre que no se pone límites. Es la vida de Gerardo Pertíñez, de 94 años, vecino de Santa ... Fe, donde es popular y querido. Dicen de él que tiene duende taurino y hechura de torero, de los que saben que el natural pone la magia en el ruedo, la izquierda en la muleta y la derecha con el estoque. Y quienes dicen eso no exageran porque Gerardo, 'el Nene', lleva los toros en la sangre. Porte y maneras no le faltan a pesar de su edad.
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Podría a decirse que es de los que nacen 'vestido de luces' y mueren en el sueño de una paseíllo magistral compartiendo cartel con sus grandes maestros.
Hombre de bondad y de sonrisa cierta, no recurre al insulto ni a la bronca ni siquiera cuando habla de los antitaurinos y ecologistas –«que están metiendo la pata» al atacar a la fiesta–. Solo les pide que no vayan a la plaza si no les gustan los toros, y que respeten a los que libremente desean hacerlo. Y excusa a cuantos le negaron la ayuda de unas pesetas para pan, como lo hizo Manolete, «porque había muchos pidiendo lo mismo y para todos no llegaba. Eran años muy malos, años de hambre y palos y poco trabajo. He pasado lo más grande porque muchas veces no tenía ni un peazo de pan ni trabajo».
Las palabras de 'el Nene' no suenan a rencor ni guardan resentimiento, solo a comprensión con un tiempo difícil en el que a él le tocó la peor parte. Su vida es la de un luchador, la de un buscador de sueños, o mejor dicho, de un sueño, el de ser figura del toreo. Casi lo consigue, pero la sinceridad le pudo y dijo lo que no debía cuando no debía.
«Yo 'solico' me extravié...»
Acababa de triunfar en la Monumental de Granada en una corrida en la que consiguió el toro de bronce, y repitió faena de dos orejas y rabo con vuelta al ruedo en la plaza de Motril. Toreó como sobresaliente con la también novillera Paquita Rocamora y entusiasmó tanto que el empresario Luis Miranda, uno de los grandes de la época, fue en su busca y se ofreció a llevarlo de regreso a Granada en su coche. Durante el viaje, Miranda le dijo que iba a ser su apoderado para que tomase la alternativa como torero de los grandes, pero en el trayecto, hablando de la vida y de sus cosas 'el Nene' le confesó que tenía esposa y tres hijos pequeños y el empresario se echó atrás.
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«Yo 'solico' me extravié porque luego me dijeron todos que don Luis sabía que era valiente y me arrimaba al toro, y no quiso cargar con la responsabilidad de que me pasara algo y mi familia se quedase desamparada. Me quedé a las puertas de la gloria, acariciando el sueño de toda mi vida. Este es un mundo muy difícil y sin ayuda no puedes llegar».
El maletilla que se tiró tres veces al ruedo, una de ellas en un toro de Manolete
El diccionario habla del maletilla como «persona joven que aspira a abrirse camino en el mundo del toreo y para ello comienza a practicar toreando en las ganaderías o participando en capeas o tientas». No dice que un maletilla que se precie se tira al ruedo en medio de una corrida para arrancar algún capotazo al toro y eso 'El Nene' lo hizo en tres ocasiones en la plaza de Granada y en ninguna pasó desapercibido.
La primera vez tenía apenas dieciséis años y eligió un toro con Manolete en la faena. Corrió peligro porque era joven e inexperto. Lo detuvieron enseguida. La segunda fue con un toro del mexicano Paco Ortín. Entonces las multas por saltar eran de 300 a 500 pesetas y los vecinos de Santa Fe hicieron una colecta para pagarla y sacarlo de la cárcel. Pero las aventuras de Gerardo no habían acabado y habría una tercera vez y la más importante. La Monumental de Frascuelo estaba llena. En el cartel Manolo González, Manolo Vázquez y El Litri. 'El Nene' eligió el último toro de la tarde, de El Litri, y el lío que armó fue considerable.
Para acercarse al toro empujó y golpeó al torero, le arrancó las banderillas al toro, las partió y volvió a ponérselas y consiguió darle algunos pases, hasta que se le echaron encima y lo detuvieron. En el camino por el ruedo uno de los policías empezó a golpearlo y la plaza se hizo un clamor en defensa de 'El Nene'. El público apreciaba su valor y el arte en lo que hizo. Cuando estaba detenido en la comisaría se presentó el cónsul de Estados Unidos, que fue testigo en la plaza, pagó la multa y le dio mil pesetas. Agradecido, Gerardo se presentó al día siguiente en el hotel para llevarle una caja de piononos, pero ya se había marchado. Además de la multa lo sancionaron con dos años alejado de las plazas, en parte por tirarse y sobre todo por la agresión al diestro.
Ese revés no iba a apartarlo de los toros, y como novillero se paseó por plazas andaluzas, pero sobre todo por las de Mallorca, a donde acudió varios años a los ruedos de casi todas las poblaciones baleares. Se hizo con un nombre y la consideración de la afición. En la prensa local hablaban de él como una figura aunque no hubiese tomado la alternativa. Su primera novillada fue en su pueblo; compartía cartel con Rubito de Churriana. Años después, en la monumental de Frascuelo acompañó a El Fandi, que no sorprende porque el diestro granadino dio sus primeros capotazos en una pequeña plaza que Gerardo pudo hacerse en su cortijo.
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«A los toros hay que tenerles respeto, dentro y fuera del ruedo. Se pasa mal antes de la corrida, cuando te vistes y piensas que vas a participar en algo grande que te puede costar la vida, y cuando haces el paseíllo y ves a miles de aficionados que esperan mucho de ti. Cuando estás frente al toro te impone, pero no hay lugar para el miedo. Es él o yo». Es de los que se arrima y eso le costó más de una cornada, en una de ellas casi pierde un ojo porque cayó al suelo y el animal lo embistió. «Del toro no se libra nadie, ni el más bueno y el que no muere tiene cicatrices».
Estaba a punto de tomar la alternativa pero le confesó al apoderado que tenía esposa y tres hijos y no se atrevió por su familia
–¿A qué le teme más, a un Miura o este bicho de la pandemia?
–¡Hombre, aeste bicho! Ha enfermado y ha muerto mucha gente. Le temo más a la covid que a un toro bravo. Lo que está pasando es una desgracia muy grande y también le ha hecho mucho daño a la fiesta.
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Gerardo no recuerda que de niño hiciese otra cosa que dar pases al aire con una muleta imaginaria. Salía del colegio y se iba al campo solo o con algún compañero. Ni el fútbol ni los juegos de entonces. A él solo le interesaba aprender a torear.
Hijo de un empleado municipal y hermano del torero Zoilo de Santa Fe, 'el Nene' aprendió que si quería dedicarse a los toros tenía que valerse por si mismo y ahí empezó una larga travesía en la que hubo buenos momentos, pero también malos y muy malos. «En los 'tentaeros' no podías entrar si no tenías dinero o eras conocido. Una de las veces que me colé en la finca de Miura para torear un toro, me sorprendieron los mayorales y tuve que huir tirándome por un barranco para que no pudieran seguirme con los caballos. En otra ocasión iba con un grupo de aficionados de la Campana y se nos encaró un cabestro que nos echó. No pudimos ni acercarnos a las reses. Colarnos en las ganaderías era frecuente pero si te pillaban los guardas te daban con la garrocha, te llevaban al cuartelillo y los civiles te ponían a gusto a palos».
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Se tiró de maletilla en Granada y fue detenido. El cónsul de EE UU pagó la multa en la Policía y le dio mil pesetas por su arte
Ha pasado por momentos duros como aficionado y como novillero. «Cuando tenías la suerte de torear me daban 500 pesetas o mil, según la plaza, y tenías que pagarte los gastos. No se imagina lo que era en aquellos tiempos viajar a algún sitio». Gerardo iba con frecuencia a Sevilla. Con la complicidad de los viajeros, para que no lo sorprendiese el revisor y lo echase del tren, se escondía bajo los asientos de los vagones con su capote, el estoque y una manta . «Llegabas a Sevilla sin dinero, sin medios, sin nada para comer o para dormir. Una vez me encontré con Manolete y me acerqué para pedirle algo para comer y me dijo que no llevaba suelto».
Además de Manolete, 'El Nene' siente especial admiración por Pepe Luis Vázquez, Bienvenida, Curro Romero, José Tomás –del que dice que hay que ponerlo en otro sitio–, y El Cordobés, del que llegó a ser amigo y le regaló uno de sus trajes de luces que usó en varias de sus novilladas. Con algunos de éstos ha soñado alguna vez que hace el paseíllo en una gran plaza de toros. Pero mientras eso sucede 'El Nene' coge a diario su muleta y su estoque y se va a una pequeña plaza de toros que tiene en su cortijo de Santa Fe, para dar pases y derrochar fantasía.
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Una hora diaria
Cada día practica al menos una hora y piensa hacerlo mientras le respondan la piernas, que ya le empiezan a fallar. De hecho, este será el primer Corpus en el que Gerardo no podrá acudir a la Monumental de Granada para ver los toros, porque a sus 94 años moverse por la plaza y subir o bajar escaleras es una aventura imposible. Y eso que en su opinión este año hay buen cartel y si él lo dice que nadie tenga duda porque pocos como él conoce mejor este arte por dentro y por fuera, y como aficionado sigue de cerca a las figuras del momento y las que están por llegar. Por eso avisa que hay que seguir a Pablo Aguado y disfrutar con el arte de Juan Ortega «bueno de verdad, que se podrá ver en el Corpus».
«Cuando estás frente al toro te impone, hay que tenerle respeto, pero en la plaza no hay lugar para el miedo. Es él o yo»
Sobrecoge la emoción, la pasión y el respeto con el que se refiere a los toros este hombre que nació con la afición puesta y tiene claro que morirá con ella. «El toro me lo da dado todo, hasta me colocó en una fábrica de Barcelona». 'El Nene se refiere a su empleo en la Seat que le consiguió el apoderado del torero Madriles cuando tenía 36 años, así que en Cataluña pasó una larga temporada de su vida en la que aprovechó para torear en varias ocasiones, y donde permaneció hasta que decidió regresar a casa ya jubilado.
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Ahora siempre que puede visita las ganaderías en las que antes se colaba, como la de Miura o la del rejoneador Antonio Domecq, «pero nunca les digo que era yo quien intentaba torear de madrugada», bromea. En una de esas visitas, en Puebla del Río, le dijeron al padre de Morante de la Puebla que había toreado y él le preguntó que si quería salir a la plaza. «Pues claro, como no, entonces yo tenía 80 años nada más...». Y se quedaron sin palabras. Así es 'El Nene', un figura.
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