Las prostitutas se congregan alrededor de las cuatro de la tarde entre el centro comercial y el polígono. ALFREDO AGUILAR

El toque de queda saca la prostitución a la luz del día en Granada

Pulianas reclama más vigilancia en el entorno del centro comercial, zona en la que ejercen varias mujeres desde las cuatro de la tarde

JAVIER MORALES

Miércoles, 4 de noviembre 2020, 00:54

El toque de queda ha obligado a las trabajadoras del sexo a adelantar la hora a la que salen a la calle. La prostitución sale ... a la luz cada día en torno a las cuatro de la tarde a las afueras de Pulianas, en una zona próxima a restaurantes y comercios cuyos empleados advierten desde hace años del deterioro de las calles. El Ayuntamiento reclama a la Subdelegación del Gobierno mayor presencia de la Guardia Civil para evitar una imagen que se ha trasladado de la madrugada a la tarde.

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Lo pudo comprobar IDEAL el jueves. Pasado el 'iglú', junto a una de las zonas comerciales y de restauración del centro comercial Granaita, hay una rotonda en la que se congregan mujeres que ofrecen sexo. A las cuatro y cuarto de la tarde, una rodeaba la glorieta, próxima a una gasolinera, mientras otra aguardaba sentada en el bordillo de la acera, en la calle que conecta el centro comercial con el polígono industrial Olinda, que se extiende por la vía de servicio paralela a la A-44. Es un entorno de gran actividad a lo largo de la mañana y la tarde. Minutos después de las 19.15, una de las mujeres seguía en la rotonda y hacía señales a los coches que se acercaban. Otra caminaba por la calle.

No es nada nuevo, trabajan en la calle desde hace años. Hay que mirar una década atrás, cuando la ordenanza de la convivencia de Granada puso coto a «las prácticas sexuales, el ofrecimiento, solicitud, negociación y aceptación directa o indirectamente de servicios sexuales retribuidos en el espacio público».

Pero hasta la semana pasada, cuando se decretó el toque de queda al filo de la medianoche, no habían tenido la necesidad de ofrecer sexo de día, según confirman en el Ayuntamiento y desde la unidad móvil de Cruz Roja que atiende a las prostitutas. No tienen otra opción. A las 23 horas, cualquier desplazamiento que no esté autorizado es motivo de sanción. Las calles quedan desiertas, por lo que no pueden trabajar.

Una de las mujeres que ejercen en esta zona. A. A.

La ordenanza

Como la capital, Pulianas también tiene una ordenanza que prohíbe los servicios sexuales en la calle. El problema es que el municipio no tiene medios para velar por su cumplimiento. El alcalde de Pulianas, José AntonioCarranza, explica que es competencia de la Subdelegación del Gobierno, a través de la Guardia Civil. «Se ha trasladado esa problemática a la Subdelegación: tenemos ordenanza, pero no medios para erradicar la prostitución», relata. La localidad cuenta con cuatro agentes de Policía Local que tienen que repartir turnos de mañana y tarde entre semana y los fines de semana.

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La Subdelegación del Gobierno es consciente de esta problemática. Fuentes de la administración aseguran que hace unos meses hubo una reunión con el alcalde y se ha reforzado el control en esta zona. Pese a la vigilancia, las mujeres siguen en el entorno del centro comercial. En las aceras hay habitualmente restos de hogueras con las que tratan de vencer al frío durante las noches. Entre los arbustos de los descampados se acumulan los desechos –bolsas, envoltorios de comida, preservativos– arrojados por quienes, en contra de la normativa, pagan por tener sexo en esta avenida.

Sin recursos

Quienes asisten a las mujeres que tratan de ganarse la vida en la calle –muchas de ellas víctimas de la trata de personas, en situación de esclavitud– confirman que a raíz de la pandemia ha empeorado su situación. En la Fundación Amaranta han detectado más peticiones de ayuda de mujeres que han perdido clientes, no tienen ingresos y piden un lugar donde vivir o ayuda para comprar comida.

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Cruz Roja advierte de que la pandemia ha agravado la situación de aislamiento de las trabajadoras

Cruz Roja atiende desde 2002 a prostitutas en calles, pisos o clubes. Su unidad móvil, un servicio del Ayuntamiento de la capital gestionado por la organización, sale dos días a la semana a la calle a dar información, material higiénico y preventivo y ofrecerles recursos para evitar un aislamiento mayor del que ya sufren. Ahora han adelantado las horas de las rondas, como explica Cristina Beltrán, responsable del Programa de Atención a la Mujer en Dificultad Social. Quienes ejercen en los pisos no tienen horario, pero tanto los clubes como las mujeres que trabajan en la calle han adelantado los tiempos.

Muchas de ellas pasan por una situación dramática agravada por el coronavirus. «No pueden trabajar, han tenido que abandonar los clubes en los que vivían porque han cerrado.Se han quedado en la calle, sin recursos habitacionales donde quedarse. Necesitan alimentos, ayudas para pagar el alquiler o los suministros de luz y agua». Y además, se enfrentan al aislamiento informativo:desconocen la situación de trámites administrativos, citas en el médico o medidas sanitarias.

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Por otro lado, asumen más riesgos. Las mujeres que son víctimas de la trata tienen que cumplir con los 'objetivos' que les marcan las mafias del sexo. En ocasiones, los hombres les exigen no utilizar preservativos, se escapan sin pagar, agreden o amenazan.

Tras la desescalada se estabilizó su situación. Ahora, el toque de queda ha supuesto otro revés para ellas. La prostitución ha salido a la luz del día y no hay vigilancia suficiente para impedir la actividad ilegal de quienes ofrecen sexo y quienes pagan por él, siendo cómplices en muchos casos de situaciones de trata y esclavitud.

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