Federico leyendo con su hermana Isabel. Ideal
Crónicas granadinas

Leer, leer y leer

Sábado, 30 de agosto 2025, 23:16

A veces pienso que el hábito de la lectura o se lleva en los genes desde la cuna o no hay nada que hacer. Yo ... no los doy por perdidos, pero es muy difícil que un niño que no ve a sus padres con un libro en las manos vaya a ser, con el tiempo, un consumado lector, aunque la excepción confirma la regla.

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Dicen que las vacaciones son el mejor momento para leer, incluso los hay quienes aseguran que durante el verano aprovechan para leer los libros que se amontonan encima de la mesa por falta de tiempo durante el resto del año. En ocasiones es fácil observar a criaturas humanas en piscinas y playas con un libro en las manos, pero, ¿de verdad están leyendo? ¿O echando la siesta? Con las gafas de sol puestas resulta imposible saberlo, hay que concederles el beneficio de la duda.

Cuando viajamos en el metro o en el autobús, la mayoría de las personas van enfrascadas con la vista puesta en el teléfono móvil, pero no es menos cierto que, de vez en cuando, también hay alguien que lee un libro. En este caso, más de una vez he tenido la intención de levantarme y darle un abrazo, pero me he aguantado, no vaya a pensar que se me ha ido la cabeza, o que pretendo quitarle la cartera en un descuido. En los tiempos que corren, todo es posible. Tampoco hay que olvidar a los que utilizan el libro como cebo para ligar. Se sitúan bien a la vista de todos con la edición en las manos, esperando que salte un espontáneo preguntándole por el argumento y, de esta manera, iniciar conversación. Se tiene la creencia de que si ligas con un libro como pretexto ya has hecho una preselección humana y social, en la que puedes asegurar que la persona que mordió el anzuelo tiene cierto nivel cultural, con lo cual ya has cernido con habilidad el cupo de pretendientes.

Las trompetas del apocalipsis

Lo mismo que la eterna crisis del teatro, desde que nací vengo escuchando y leyendo que, estadísticamente, España es un país donde se lee poco. No hace mucho que se vaticinó de nuevo la inminente desaparición del libro, sobre todo cuando salió el invento del libro electrónico, el famoso e-book, que iba a dar al traste con lo que conocemos desde el invento de Gutenberg, augurando que los libros quedarían como piezas de museo para visitar como fósiles del pasado, pero nada más lejos de la realidad.

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El creciente éxito de edición tras edición de la feria del libro de Granada, junto con las otras que se celebran en España, demuestran que el libro está más vivo que nunca y que la afición a la lectura cala cada vez más en nuestros infantes, pero no es menos cierto que no se puede presionar al respecto. Tengo mis dudas acerca de esos profesores de Primaria que obligan a sus alumnos a leer un mínimo de tres libros al trimestre, porque en algunos casos se podría interpretar como un castigo. A ese respecto, debo confesar que yo caí también en el error de castigar el número de horas excesivo ante la vídeo consola con sentar a la criatura en el sofá poniéndole un libro en las manos, y aunque no me salió mal del todo, he de reconocer que la lectura de un libro no debe ser el castigo ante nada. Muy al contrario, leer debe interpretarse como un premio al buen comportamiento y las buenas notas durante el curso. Así que no hagan lo que yo hice, porque a veces se puede generar un efecto rebote, logrando lo contrario que pretendíamos.

Leer es un placer

A pesar de mis años, todavía no he conseguido explicar con palabras la emoción casi erótica que siento con un libro en mis manos. Olerlo, pasar sus páginas descubriendo un nuevo mundo en cada una de ellas, evadiéndome de la realidad circundante, haciendo una inmersión en nuevos ídolos y aventuras, empapándome de la genialidad creadora de sus autores/as. Aprendiendo, siempre aprendiendo en la escuela infinita de la formación continuada.

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Claro que hay que estar ojo avizor cuando haces una nueva adquisición, porque con esta eclosión editorial que nos abruma hay que estar muy preparado para separar la paja del grano. Con esto de que ya hay quien no encontrando editorial que asuma su publicación pide un crédito personal y se autoedita su libro, a veces nos encontramos que hay quien ha publicado más libros de los que ha leído, y eso sí que es peligroso. La capacitación de un autor no se mide por el número de ejemplares publicados, sino por el número de libros que haya leído, y esta última cifra debe ser muy superior a la primera, de lo contrario, el asunto que cae en nuestras manos no tendrá enjundia ninguna.

El panorama editorial es tan rico en estos momentos que incluso debemos sospechar de aquellas firmas de reconocido prestigio que caen en la tentación de copiarse a sí mismos con tal de poner en el mercado un nuevo ejemplar. Hay quien para no perder comba y estar todos los años firmando libros en las casetas de las ferias nos obsequian con alguna que otra secuela de su obra anterior, que mejor estaría metida en el cajón de su mesa o en la nevera, esperando mejor oportunidad o que a sus lectores se nos haya olvidado la entrega anterior. Háganme caso, comprar un libro requiere su tiempo y, en su caso, el asesoramiento de nuestro librero de toda la vida, que es quien más sabe de eso… y de nosotros mismos. Feliz lectura.

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