Mirador de San Antón, en la terraza del hotel. El Mirador de San Antón

La terraza con las mejores vistas 360º de Granada

El Mirador de San Antón, en la terraza del hotel homónimo, permite disfrutar de una espectacular puesta de sol tomando un cóctel y de una espléndida cena bajo las estrellas

Jesús Lens

Granada

Miércoles, 6 de agosto 2025, 09:00

Llegamos hacia las nueve y antes de sentarnos a la mesa hicimos una visita panorámica a toda Granada desde su espectacular terraza. ¿Qué es aquel ... edificio tan alto? ¿Y esa calle? ¿No es esa cúpula la de la iglesia Tal y aquel campanario el de Pascual? Y la exuberante puesta de sol, por supuesto. Una gran bola roja de fuego cayendo a plomo al otro lado de la vega.

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La terraza de El Mirador de San Antón, en lo más alto del hotel homónimo, que reabrió sus puertas hace unos meses tras una exquisita rehabilitación, es un espectáculo en sí misma gracias a las vistas que ofrece de nuestra ciudad, siempre mágica. Y es que Granada no se termina nunca. Ir viendo el juego de claroscuros a medida que cae la noche y se van iluminando sus monumentos más señeros y reconocibles, de la Alhambra a la Catedral, es un espectáculo sin igual.

El reto, a la hora de cenar o, sencillamente, de tomar un cóctel, es que la comida, la bebida y el servicio estén a la altura, metafórica y literalmente hablando, que sólo el 'paseo' en el ascensor panorámico del Hotel San Antón es una gozada. Y ahí donde el chef Gustavo Peña y su equipo aciertan de pleno con su propuesta.

El Mirador de San Antón ofrece una carta muy completa, pero concentrada, con una amplia variedad de entrantes y unas carnes y pescados seleccionados, para que todo sea fluido y orgánico. Como esa primera cerveza que permite recuperar el resuello tras llenar el ojo de impactos visuales. Y es que nos sentamos a la mesa cansados y resoplantes, como si en vez de haber estado haciendo vida estática, extática y contemplativa, hubiéramos corrido por la terraza. O será el desgaste de encuadrar con el móvil una y otra vez, aunque a la mañana siguiente me sintiera como Bad Bunny, reprochándome eso de «debí tirar más fotos». Porque en Granada, las fotos nunca son suficientes, jamás son demasiadas.

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El Mirador de San Antón. J. Lens

¡Pero volvamos a la mesa, maldita sea, que parezco un niño chico que no para quieto ni deja de levantarse para buscar otra perspectiva más, ese nuevo cambio de luz, aquel detalle de mi ciudad en que nunca había reparado antes!

Las croquetas. Llegaron unas croquetas de aperitivo y, ya sí, empecé a relajarme. Una de rabo de toro y otra de pescado. Deliciosas. Y de seguido, el steak tartar de vaca madurada al Montilla Moriles. Esta temporada le estoy dando mucho a ese plato, en el que el sabor de carne –o del salchichón, o del atún– se disfruta más y mejor. Para otra visita me dejo otros de mis clásicos entrantes por antonomasia: las patatas bravas –a las que deberíamos dedicar un buen reportaje, por cierto– y la ensaladilla rusa, que aquí viene con ventresca de bonito en aceite. Relamiéndome estoy. Y otro 'starter' que se promete exquisito y de lo más original: totopos de maíz con guacamoles oaxaqueño de aguacate de la Costa Tropical. ¡Alianza de civilizaciones en la mesa!

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Seguimos con un pescado, el salmón con costra de pistacho y puré de chirivía; y con una carne sobresaliente: magret de pato con chutney de mango y cítricos, cuyo contraste agridulce sabía de maravilla. Les confieso que, una vez elegidos esos platos, desvié la mirada, que la carta ofrece un capítulo dedicado a las brasas. Y ese entrecot de vaca madurada del Pazo Recemil con mantequilla de Café París, ensalada de lechuga y patatas fritas pinta de maravilla. Y ojo al muy 'granaíno' cerdo San Pascual, que es una delicia.

Por supuesto, hay propuesta de hamburguesas y de sándwiches, como corresponde a un buen hotel, pero con ideas tan sugerentes como el brioche de cordero mozárabe. Y para los postres, un amplio surtido, con delicias como la tarta de queso Montefrieño con helado de amarena o la golosa sencillez del pan con chocolate, pimentón, AOVE y sal en escamas. Hay piononos, helados y una torrija de brioche con helado de canela que trasciende la Semana Santa.

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Terminamos la noche con el sabor tropical de un refrescante mojito, pero de la propuesta de cócteles hablamos otro día. Porque si una cosa tengo clara es que a esa terraza hay que volver, una y otra vez. Para reenamorarse de Granada gracias a sus vistas y por su excelente carta de platos y cócteles.

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