Los sustos de Halloween regresan a Granada tras la pandemia

Desde Vitoria ha llegado Daniel, un granadino que pasará el puente visitando a la familia disfrazado de Freddy Krueger. De sus afiladas garras camina Anne, su hija. «Yo voy de Trapina», explicó. En realidad, quiso decir Catrina, como el personaje de la película Coco. Pero da igual. Luce orgullosa su disfraz de esqueleto y su maquillaje floreado antes de irse a una fiesta con todos sus primos. Los muertos vivientes también saben divertirse.

Más original se mostró Diego, el payaso diabólico. Bueno, diabólico solamente después de carnaval. El pequeño ha reutilizado su disfraz con unos cuantos arreglos. Sangre falsa, agujeros, rasguños... «Sí, he tenido que pisotearlo un poco antes de salir de casa», ríe junto a sus padres y su hermano menor Martín, que se desentendió de sus mayores en cuanto la cesta rebosó de chucherías. «A nosotros nos gusta la fiesta, pero todo lo hacemos por ellos», señalaron los padres.

Con la caída del sol, el protagonismo de la fiesta se ha trasladado a las zonas con animación nocturna. Los bares de Pedro Antonio de Alarcón han acogido a cientos de jóvenes con ganas de beberse los dulces de Halloween. Demonios, vampiros, zombies... Todo tipo de criaturas se han dado cita entre jarras de cerveza y cubalibres para despedir octubre con un susto de muerte.

«Teníamos ganas de volver a salir por Halloween. Nos gusta disfrazarnos y pasar una noche diferente. Es divertido», explica Raúl bajo su máscara de Saw. Todo vale para celebrar Halloween. Sus amigos portan cuchillos de grandes dimensiones y rifles de largo alcance, mientras que otros jóvenes optan por pelucas o pinturas multicolores.

Ya sin mascarillas, otro tipo de máscaras les cubren el rostro. Las quirúrgicas eran mucho más aterradoras. Al igual que otras tradiciones como la Virgen de las Angustias o la feria, Granada también ha recuperado a sus muertos vivientes. Bienvenidos.