«Sufro los temblores de la muerte y tengo que cuidar yo solo a dos dependientes»

«No me encuentro bien. Estoy débil», reconoce este hombre, de 63 años, que padece la Covid-19 como consecuencia de una maldita carambola. La misma por la que están enfermos y confinados también su madre de 104 años, su hermana de 84 y su marido de 86. Y por supuesto, también Manuel, de 73 y esquizofrénico, con quien comenzó toda esta pesadilla. Fue el pasado viernes 18 cuando al hermano de Adelino le dieron el alta en el hospital Virgen de las Nieves de la capital granadina. Allí había estado un par de semanas ingresado en la novena planta como consecuencia de un tumor en la garganta. Le hicieron un TAC, una biopsia y otras pruebas para ver el cariz de su dolencia. Y como ya solo quedaba esperar los resultados, lo mandaron a casa sin que nadie supiera por entonces que él, como tantos otros, se había convertido ya en víctima del brote que se originó en el citado hospital, al que se le asocian ya 80 infectados.

«Ya en Alquife me pasé a ver a su médico para recogerle medicinas. Cuando se enteró de que Manuel había estado ingresado en el Virgen de las Nieves le mandó inmediatamente a hacerse una prueba... y salió positivo», lamenta Adelino, que reconoce que se sorprendió muchísimo por el resultado pues a su hermano le habían realizado durante su ingreso hasta tres test: todos negativos.

Tras la sorpresa inicial se activó el protocolo sanitario. Se rastreó y testó a su círculo más cercano. O lo que es lo mismo, a su familia y a la trabajadora de ayuda a domicilio que suele ir a su casa a atenderle. De cinco pruebas, cinco positivos. De repente, todo saltó por los aires. Seis contagios de una vez en un pueblo de poco más de 600 habitantes. La magnitud del brote es tal que actualmente Alquife es el municipio de Granada con la tasa más alta de contagios por habitante.

Los López Gutiérrez se aislaron. Adelino, su hermano Manuel y María, su madre, en la citada vivienda de la calle Real; y su hermana y su cuñado, en otra. En ellas llevan desde hace una semana y la situación es «desesperante» sobre todo para Adelino, pues al contrario que los demás, a él sí se le han reproducido los síntomas que ya todo el mundo se sabe de memoria: fiebre, tos y mucha fatiga.

Este vecino, al que todo esto le ha pillado circunstancialmente en Granada, se ha visto de la noche a la mañana encerrado, enfermo y a cargo de dos personas dependientes. «Tengo los sudores de la muerte y estoy solo para cuidarlos. Necesito ayuda porque yo estoy muy debilitado», se queja Adelino, que lamenta que le hayan cerrado en las narices todas las puertas a las que ha llamado. A su madre centenaria y a su hermano con un trastorno de salud mental les cuidada una chica que ha tenido también que aislarse tras haberse contagiado.

Él ha llegado a tener 39,5 grados de fiebre y en el centro de salud le han dicho que se vigile porque lo mismo necesita atención hospitalaria. Pero Adelino hoy piensa en los suyos: «¿Quién les aseará o alimentará si finalmente me ingresan?», dice angustiado, pues es el único que es consciente en casa de lo realmente mal que están las cosas.