El segundo invierno sin frío en Santa Adela
Los vecinos de la última promoción de pisos llevan un año en sus casas, sin humedades, sin ratas, sin termómetros bajo cero. Un mural de ocho plantas colorea sus nuevas vidas
El último edificio de Santa Adela da vértigo. Desde la planta octava, las viejas manzanas del barrio con sus bloques agrupados en forma de hache ... y los coches aparcados en las aceras se ven como las fichas de un Monopoly sobre el tablero del Zaidín. Es la misma sensación que tienen los vecinos al asomarse al patio interior de su todavía flamante hogar. Nada más hacerlo se encuentran con un mural que ocupa todo lo alto del inmueble, una representación de la Carrera del Darro que se presentó oficialmente ayer. De un vistazo les transporta al Albaicín;casi suena el río recreado por el artista Álvaro López..
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Es el símbolo del primer 'cumple' en la última promoción de Santa Adela, casi a pleno rendimiento tras un estreno accidentado después de años de espera. Entraron a sus 128 viviendas el 17 de octubre de 2019. Para esa tarde había previsto un acto de entrega de llaves en el teatro del centro cívico del Zaidín, que contaría con presencia política a menos de un mes de unos comicios generales. El PSOE lo denunció ante la junta electoral y, finalmente, quedó cancelado. Hubo entrega, más discreta, en el día previsto, sin 'foto' ni representación política más allá de la obligatoria. Quedó en anécdota después de un camino de retrasos y lucha de los vecinos por las viviendas sociales.
Ahora eso es historia para ellos. Los años de pelea –disfrazados de zombies, apostados en el pleno municipal, en decenas de reuniones con técnicos y políticos...– para abandonar sus viejas viviendas, deterioradas, llenas de humedades y frías, dejan ahora paso a la calma de una vida sin sobresaltos en las casas nuevas. Aún queda, no obstante, algún fleco pendiente, y no se olvidan de los residentes que se enfrentan a otro invierno en las viejas viviendas que quedan todavía en el barrio.
Carmen Ariza, portavoz de los residentes de Santa Adela a lo largo de estos últimos años de movilización, concluye que ha sido un aniversario «muy positivo y la gente está contenta». Las casas están «muy bien hechas, no ha habido ningún problema, la calidad de vida ahora no tiene nada que ver con lo que había antes». Paco, uno de los zaidineros que ha estrenado piso –asomado a las alturas–, recuerda que antes «no se podía vivir». Todos coinciden al rememorar la humedad, la lluvia chorreando por las paredes y colándose en los armarios. «Ahora no tiene nada que ver. Estamos a una temperatura que es la gloria, con los pisos 'bonicos', arreglados... En este bloque, lo que no puede ser es que se termine hablando de la droga», cuenta Paco.
Droga
La droga a la que hace referencia Paco es uno de esos flecos por resolver. En los últimos meses, en las casas viejas se han empezado a alquilar y vender viviendas a precio mínimo:son pisos en algunos casos prácticamente inhabitables y serán derruidos cuando llegue el turno para la segunda mitad de la tercera fase de rehabilitación del barrio. Hay quien los está aprovechando para cultivar marihuana. De ahí las dos redadas en la zona en los últimos seis meses, y las reyertas recientes. El episodio más cercano es la intervención de la Guardia Civil en uno de los bloques viejos a finales de noviembre.
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Otro asunto por resolver es el pago del impuesto de bienes inmuebles. Han empezado a llegar las facturas, que están bonificadas al 50% durante tres años, y son de 266 euros. Los residentes se cuestionan cuánto tendrán que pagar cuando no haya descuentos. Señalan que allí residen familias «pobres» que no pueden hacer frente a pagos de 500 euros.
Han contactado con el Ayuntamiento, pero la respuesta es que esa cifra no depende de los técnicos municipales, sino de los estatales. La zona se ha revalorizado y los precios son altos. Tiene difícil solución.
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Por otro lado, la explanada de entrada a uno de los bloques se está utilizando como aparcamiento. Esto dificulta el acceso al camión que carga de combustible la caldera y de una imagen que no casa con la de los portales del moderno inmueble. Llevan un año esperando a que el Ayuntamiento coloque bolardos para evitar la entrada en este espacio, que no está acabado porque será de tránsito para vehículos cuando culmine la segunda parte de la fase y se construya la nueva plaza del barrio.
También siguen pendientes de destino los bajos del inmueble. Se habló de que una clínica se iba a instalar allí, pero no hay novedades. Así que los vecinos insisten en que el Ayuntamiento se haga con ellos para trasladar allí dependencias sociales y desahogar al centro cívico del Zaidín, que ya no tiene espacio para todas sus actividades. En verano alertaron del intento de okupación de los locales.
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La cruz
Al margen de drogas, bajos y aparcamientos, Santa Adela ya está sumergida en la rutina. En parte. Las casas viejas siguen aguardando su turno. Pili, otra histórica del barrio, pide que no queden olvidados. «Estamos esperando turno, estamos 'deseandico'», dice Pili. Ella se ha trasladado a la casa de sus padres, fallecidos, para no estar en su vivienda, «apretada, en umbría, con humedad. Estamos deseando que la tiren abajo». La segunda mitad de la tercera fase de Santa Adela tiene el proyecto redactado, y en noviembre llegó el primer paso en el inicio de la tramitación administrativa con la publicación en el BOJA de las bases reguladoras para la concesión de ayudas. El concejal de Urbanismo, Luis González, y el delegado de Fomento de la Junta enGranada, anunciaron ayer en una visita al mural que trabajan ya para sacar adelante el proyecto, con reuniones semanales entre técnicos de ambas administraciones.
Esta semana se ha dado un primer paso para la tramitación administrativa de la nueva fase
Esta es la 'cruz' en la moneda del barrio: los que están a la espera de una nueva vida. Es el segundo invierno sin frío en Santa Adela, pero no para todos sus vecinos.
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