La restauradora andaluza que salva las fotografías de toda Granada
La sevillana Manuela Fernández restaura imágenes deterioradas, fracturadas o incluso quemadas para conservar intactos los recuerdos de medio mundo, así como de alrededor de trescientos granadinos que han confiado en ella para arreglar sus fotografías en el último año
Una imagen vale más que mil palabras. Una premisa que Granada parece tener grabada a fuego. Motivo por el que los granadinos deciden recurrir a ... los servicios de Manuela día sí, día también. Esta sevillana se dedica a hacer posible lo imposible. Restaura fotografías dañadas por el paso del tiempo o por las malas prácticas de sus propietarios. Logra mantener vivos en el tiempo sus recuerdos con la única ayuda de un ordenador. Un milagro donde el arte está al servicio del corazón.
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Manuela Fernández Vera se ha hecho viral. No por causar polémica en redes sociales como manda la actualidad, sino por el reconocimiento al trabajo bien hecho. En 2023 ha tenido cerca de trescientos encargos de vecinos de la provincia, pero no han sido los únicos. España, México, Estados Unidos, Francia... Sus restauraciones causan furor en medio mundo por aquello del boca a boca. Una afición que ha acabado convirtiéndose en su oficio.
«Soy auxiliar administrativa, aunque desde siempre me ha llamado la atención la fotografía y la edición. Estudié informática y desarrollé un programa propio que me permitía retocar imágenes. Empecé haciendo fotomontajes por puro divertimento. Pero desde hace dos años la restauración ha pasado a ser mi trabajo. Y todo gracias a una foto de mi abuela Concepción», cuenta la restauradora a IDEAL desde su vivienda en la localidad hispalense de Albaida de Aljarafe. Una imagen algo deteriorada de su abuela paterna cayó en sus manos y decidió ponerse manos a la obra. El resultado maravilló a su familia, que la animó a seguir en el sector.
Antes
Después
Fue entonces cuando Manuela se dio cuenta de que la figura del restaurador de fotografías no abundaba. Razón por la que comenzó a aceptar los encargos de todos aquellos que querían salvar los recuerdos de su infancia, su vida adulta o de sus seres queridos. «Intento sentir cada fotografía como si fuese mía. Es una forma de involucrarme al máximo con cada proyecto para que quede lo mejor posible. Puedo estar varios días restaurando una misma imagen. Para el cliente son documentos muy valiosos. Le pongo todo mi corazón», explica.
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Historias del negativo
El corazón de Manuela guía sus manos. Con instinto certero, la restauradora modifica el color, la saturación o la textura de las fotografías que llegan a su taller hasta quedar como recién tomadas. Trabaja únicamente con técnicas de edición digital, también sobre imágenes analógicas. Repara fracturas, pérdidas de pintura o incluso quemaduras. Problemas que amenazan la perdurabilidad de las historias que un día quedaron inmortalizadas en el negativo.
«Una clienta me emocionó. Me trajo una fotografía de la boda de su suegra. Aparecían ella y su marido en la ceremonia, que tuvo lugar en un pueblo de Granada. No recuerdo cuál. Por lo visto, el hombre se rebeló contra su familia y se escapó de casa para casarse. Unos amigos le prestaron el traje por el camino, que lo recorrió descalzo y a la carrera huyendo de su padre. Se hirió los pies, pues recibió los zapatos en la puerta de la iglesia, y se pasó toda la noche de bodas llorando mientras su esposa le curaba las heridas. Es el único documento que conserva de aquel momento. Me inflé de llorar», recuerda ya entre risas Manuela mientras repasa los encargos que tiene por delante.
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Manuela Fernández Vera
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Whatsapp: 633622081
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Facebook: Manuela Fernández Vera
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Instagram: @manuela_fernandez_vera
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TikTok: Restauraciones Manuela
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Correo electrónico: restauracionesarandafernandez@gmail.com
La lista de espera actual de Manuela es de dos meses. Los buenos resultados de sus arreglos han funcionado como el mejor efecto llamada. También la comodidad de poder contactar con la restauradora sevillana desde cualquier punto del planeta. «Es muy sencillo. La gente me habla por redes sociales o Whatsapp y me comentan el proyecto. Lo acepto, lo hago y se lo envío. Tardo más o menos, dependiendo del encargo, pero el cliente siempre sale contento y satisfecho. Ese es mi objetivo. De momento, puedo vivir de ello. Gracias en parte a toda la gente de Granada que me llama. Se habrá corrido la voz...», concluye la artista que salva los recuerdos desde el salón de su casa.
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