«Si nos requisan el móvil esto va a ser peor que una cárcel»
Los adolescentes reciben «con indignación» la medida de la Junta para limitar el uso de estos dispositivos en las aulas
Una misma escena se repite una vez tras otra a las puertas del ÍES Ángel Ganivet. Va de la mano de la desesperación de los ... adolescentes por tener el móvil entre sus dedos, ya sea para responder a mensajes pendientes de sus amigos, escuchar o mandar audios o simplemente por la necesidad de ver qué notificaciones les llegan. «Yo lo miro entre clase y clase en el baño», reconoce Claudia, una alumna.
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Dentro del instituto muchos también los usan para fines no educativos en el recreo, por los pasillos o durante las horas libres, pero los profesores les llaman la atención o incluso les ponen algún parte por ello. «Nos dicen que se nos nota en la cara y que disimulemos mejor, sobre todo, si estamos en mitad de una clase», afirma Manuel, otro de los adolescentes que acude al centro.
Las caras de sorpresa son la tónica habitual a la salida del instituto cuando escuchan hablar de la medida que ha establecido la Junta y que ha entrado en vigor este mismo martes por la que los profesores les podrán retirar los dispositivos. «Que nos quiten el móvil si se atreven», expresan. Muchos de ellos se ríen ante el hecho de que sus padres tengan que ir a recoger el móvil si se lo requisan o el aumento de la vigilancia en los cambios de clase o pasillos. «Esto va a ser pero que una cárcel», añaden desafiantes por la actitud de algunos profesores mientras defienden que «no tienen ningún derecho» a quitarles los dispositivos electrónicos. «Lo próximo va a ser que nos controlen la última conexión en whatsap», vacilan.
Asimismo, cuentan que la disciplina sobre los móviles depende del profesor puesto que muchos de ellos los utilizan en sus clases para hacer actividades. «¿Qué se supone que van a hacer cuando se nos pida que lo usemos en una asignatura?», se preguntan.
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Ninguno de ellos se plantea la posibilidad de ir al instituto y dejar el móvil en casa. Además, cuentan dónde los esconden durante las clases para que los profesores no los vean, al menos, encima de la mesa de forma descarada. El estuche o el hueco de la silla entre sus piernas son los lugares que la mayoría usan. «Así lo puedes esconder fácilmente», señalan.
Minoría
Una minoría defiende la necesidad de limitar y controlar su uso, al menos, durante las clases, pero insiste en que no hay motivo para tener que hacerlo también durante el recreo. Unos explican que llevan el móvil instituto para amenizar el trayecto en autobús o a pie mientras escuchan música y otros lo hacen para avisar a sus padres para que los recojan a la salida o para indicarles que han llegado bien. «Esto es volver a la época de nuestros padres», sentencian mientras esperan el sonido del timbre para volver a estar 'enganchados'.
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