Reaparece en televisión Osel Hita, el lama de Granada
Visitó el programada de Sonsoles Ónega para contar su vida
Camilo Álvarez
Martes, 4 de noviembre 2025, 11:18
Osel Hita ha vivido una vida de película desde que con dos años fue declarado como la reencarnación de un maestro budista. A los 18 ... años decidió dejar esa vida monacal para empezar a decidir, por primera vez, por sí mismo. Este lunes visitó el programada de televisión 'Y ahora Sonsoles' para contar su historia.
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Según le explicó a Sonsoles Ónega, todo empezó cuando unos monjes tibetanos vieron en él «algunas señales» y decidieron ponerlo a prueba para confirmar sus sospechas. «Con 18 meses elegí correctamente todos los objetos, y a partir de ahí empezó mi trabajo oficial», recordó. El ritual consistió en identificar pertenencias del lama fallecido.
A partir de ahí comenzó una vida muy distinta de otro niño cualquiera. Para sus padres aquello no fue un drama, pues eran budistas, así que aceptaron la decisión espiritual que lo iba a llevar muy lejos de su hogar. «Para ellos era ofrecerme una gran oportunidad», apuntó. Así empezó una etapa llena de viajes: «Con 2 años estaba de gira dando conferencias por todo el mundo. A partir de los 6 años ya me ingresaron en el monasterio», contó en televisión Osel.
Una vida muy complicada para un niño. «Los días pasaban como meses, los minutos como horas y las horas como días». A los 17 años, su jornada alcanzaba las 18 horas de estudio: «Dormía unas 6 horas. Me levantaba a las 5 y me acostaba a las 11». Era necesaria una formación muy estricta, pese a su corta edad. La formación incluía filosofía budista, idioma tibetano y prácticas de debate, entre otras.
Sin embargo, lo que peor llevó fue el aislamiento al que se vio sometido durante todo ese tiempo: «Estaba prohibido tocarme, incluso hablarme, había que pedir permiso para hablarme».
A pesar de todo lo que tuvo que superar, Osel señaló a Sonsoles Ónega que aquella experiencia le dio una visión distinta del mundo. «Me ha dado la oportunidad de ver la vida de otra manera [...] Todo sirve de algo, dicen que no hay mal que por bien no venga».
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Pero no quería seguir así para siempre, así que cuando cumplió los 18, tomó la decisión de abandonar el budismo monástico y renunciar a los votos. «Les prometí que volvería, pero mentí [...] Hace falta ser un poco rebelde en la vida», afirmó.
Ahora que es padre procura que su hijo no tenga que vivir una infancia tan estricta como la suya. «Me doy cuenta de lo afortunado que es porque nadie espera nada de él».
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