El virus avanza mucho más rápido que el proceso de vacunación, que es lo que dice él.

La rapidez hacia la tercera y cuarta ola

La evolución de la pandemia en las fiestas navideñas no solo dependía de nuestra responsabilidad. Las autoridades tenían un papel muy importante. Y han fallado

Joan Carles March

Especialista en Medicina Preventiva y profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública

Jueves, 14 de enero 2021, 00:11

La incidencia se ha duplicado en menos de dos semanas, la presión asistencial en las UCI sube y la resaca de las celebraciones navideñas deja ... en evidencia la falta de restricciones ante la nueva fase de la crisis sanitaria. Los contagios se disparan en España con el final de las fiestas navideñas con el aumento de la transmisión del virus que ya se nota en la mayor parte del territorio. La situación de la epidemia empeora a mucha velocidad: la incidencia aumenta en más de un 50% en cuatro de cada cinco ciudades de más de 40.000 habitantes y las cifras de contagios muestran niveles extremos de incidencia en 2.400 municipios donde vive el 75% de la población. El cambio de tendencia que se empezaba a dibujar a mediados de diciembre se ha acelerado y ha explotado apenas una semana después de las fiestas. La situación actual es de hospitales y UCI ocupadas, contagios en aumento y mortalidad al alza.

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Hace unas semanas decía que estar en la salida del túnel en los aspectos de salud dependía en gran parte de cómo afrontáramos los meses que nos quedan, del espíritu de sacrificio para conseguir que se cumplan las medidas de protección y distanciamiento físico, la responsabilidad social y la vacunación adecuada. Y seguía diciendo que es necesario recordar que el 'número de aviones que se estrellarán en los próximos meses' depende de lo que hayamos hecho en las pasadas semanas. Y lo que vemos es que ni las autoridades acertaron, ni la ciudadanía se protegió todo lo que debía. En todo este proceso de las fiestas navideñas, no solo de nosotros dependía y de nuestra responsabilidad, sino que las autoridades tenían un papel muy importante. Y estas han fallado.

Me preguntaba antes de Navidad: ¿cómo podemos afrontar la tercera o cuarta ola con la máxima seguridad sanitaria? Ahora nos enfrentamos a una tercera ola, no sé si ya una cuarta, con la ciudadanía cansada por el esfuerzo de la limitación de la movilidad y socialización hecho hasta ahora, con unas pérdidas económicas muy importantes y una situación de crisis que no se recuerda desde el final de las guerras europeas del siglo pasado, y que afecta a muchísimas familias. Asimismo, los profesionales de los ámbitos sanitarios y sociales están muy fatigados.

Por estos y otros motivos nos teníamos que tomar muy en serio las recomendaciones epidemiológicas y sanitarias que eran más apropiadas para que el impacto de la tercera ola fuera el menor posible tanto en enfermos afectados de Covid-19 como en los que tienen otras enfermedades y que precisan un diagnóstico, tratamiento y seguimiento adecuados. Una nueva situación de emergencia sanitaria, como pasó en la primera ola, producirá (está produciendo ya) una pérdida de salud en la sociedad que nos costará muchos años recuperar. Y estamos aquí ante unos dirigentes autonómicos, líderes políticos y responsables gubernamentales que a finales de 2020 proclamaban las navidades como un horizonte con la pandemia controlada pese a los informes que decíamos desde hacía semanas, o meses diría yo, los expertos. Y ante estas recomendaciones sanitarias oíamos otras: «Hablar de un estado de alarma y un toque de queda es demoledor para la economía de España. Hemos puesto en cuestión la Navidad y la Semana Santa», decía Nuñez Feijóo. Y Moreno Bonilla añadía: «Si hay que cerrar, que se cierre cuanto antes para salvar la Navidad». En pleno mes de diciembre, Isabel Díaz Ayuso defendía salvar la economía navideña: «No nos planteamos arruinar los comercios, cerrar la hostelería ni afectar a la economía. No seremos nosotros los que vamos a impedir que los ciudadanos entren o salgan de la Comunidad de Madrid para visitar a sus familiares».

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Y viendo la situación en la que estamos en las diferentes comunidades autónomas podemos encontrarnos en algunas de ellas en una cuarta ola: se sufrió la primera en la primavera, la segunda en verano, la tercera en otoño –algunas juntaron verano y otoño– y ahora, con la llegada del frío, se está en la cuarta.

Revisemos: Galicia va hacia una cuarta ola, al igual que la Comunidad Valenciana, Extremadura, aunque con una segunda ola muy débil, como en La Rioja, Murcia, País Vasco, Aragón, Cantabria, Castilla-La Mancha y Baleares. Diez comunidades que están ya en una cuarta ola.

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El resto de CC AA podemos decir que están en la tercera ola, entre ellas Andalucía

En esta tercera y cuarta ola, la realidad en la que nos encontramos es que la pandemia avanza mucho más rápido que el proceso de vacunación. Hay cada día más infectados (casi cada día) y un aumento de hospitalizados, frente a un ritmo insuficiente de vacunación. El virus no espera a la vacunación. El virus no descansa. Está claro que no descansa y más con las variantes que sin duda son más contagiosas, tal como vemos en el Reino Unido.

Y vale la pena añadir: La velocidad de esta ola de Covid-19 es muy diferente a la anterior. En algunas CCAAse ha quintuplicado la incidencia semanal en solo dos semanas, cuando en la ola anterior esa misma subida requería diez semanas.

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Necesitamos un cambio de estrategia global, o mejor dicho, que haya una estrategia clara y consensuada, donde los expertos tengan un papel fundamental. Con confinamiento domiciliario o con una disminución importante de la interacción social, con cierre de bares y restaurantes y de centros comerciales, una de las dos opciones nos hace falta ya. No puede ser decir ahora que «asumimos nuestra responsabilidad de no haber sido más estrictos en las medidas de Navidad». Esperemos llegar a tiempo antes de una cuarta o quinta ola. ¡Cuánta necesidad de una evaluación teníamos para poder acertar en las medidas!

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