Sanidad
Del quirófano en Granada a cruzar Arabia en bicicleta dos vecesUna arritmia puso en jaque la vida de Simón Segura, atleta granadino que, gracias al equipo del Clínico San Cecilio, ha podido cumplir un sueño
Simón Segura estaba en un bar de Murcia cuando, de repente, cayó desplomado. Era octubre de 2021 y acababa de llegar de Marruecos tras participar ... en una de las competiciones de bicicleta de montaña más exigentes: la Titan Desert. Tenía 62 años. De primeras, lo achacó a la euforia. Por fortuna, a su lado estaba sentada una enfermera, que se empeñó en que fuera a Urgencias. Allí le detectaron una arritmia cardiaca. Pasó la noche ingresado y al día siguiente partió hacia Granada, donde reside con su mujer, Toñi.
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Aunque a este granadino natural de Baza siempre le ha gustado practicar deporte, «desde pequeñito», hubo una época que para él fue un «infierno». «Me di cuenta de que tenía que cambiar mis hábitos de vida. Cuando nació mi hija, ya solo importaba estar bien para criarla y poder verla crecer», cuenta. Por aquel entonces, Simón pesaba 113 kilos. Dejó a un lado las bebidas alcohólicas y empezó a trastear con la bicicleta, hasta que esta se convirtió en su mejor amiga.
«No sé cuánta gente se habrá quedado por el camino, pero yo he tenido mucha suerte»
Simón Segura
Ciclista y paciente del clínico San Cecilio
Poco a poco, le entró el gusanillo de los grandes retos. De ahí que se marchara a recorrer más de 600 kilómetros a lo largo del destierto marroquí. Lo de Murcia quedó en un susto y su vida pareció volver a la normalidad. Hasta cinco meses después. Simón se encontraba en Baza cuando le dio otro síncope. «Allí solo había un cardiólogo y se tarda en llegar a Granada. No sé cuánta gente se habrá quedado por el camino, pero yo tuve mucha suerte», admite el ciclista. La ambulancia lo trasladó al Hospital Universitario Clínico San Cecilio.
El cardiólogo Diego Segura realizó el primer diagnóstico. Simón sufría una arritmia cardiaca de fibrilación auricular, una patología «cada vez más frecuente» que padecen 2 de cada 3 adultos. Le colocaron un holter, un pequeño dispositivo que registra el ritmo cardiaco del paciente durante al menos 24 horas. «Vimos que la arritmia mermaba su calidad de vida. Cada vez que hacía deporte, su corazón se aceleraba mucho muy rápido», explica el doctor. Para frenar esas palpitaciones, le indicaron un tratamiento farmacológico que se completaría con una ablación cardiaca.
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Frío y nervios
Simón Segura dejó entonces su vida en manos de los profesionales del Clínico San Cecilio. El día de la intervención, en marzo de 2022, estaba «muy nervioso» hasta que llegó a la camilla. Recuerda sentir «muchísimo frío»; como la sedación fue superficial, se enteró «de todo». «Los oía hablar, parecían tranquilos. Me pidieron que tosiera y entonces noté cómo algo entraba en mis venas», comparte el bastetano.
El tipo de arritmia que llevó a Simón hasta el quirófano se produce en la aurícula izquierda del corazón. Los sanitarios le realizaron una crioablación –en 2023, llevaron a cabo 200 operaciones de esta arritmia, en concreto, y 500, de distintos tipos–. En este procedimiento, utilizando un catéter (un tubo estrecho y alargado), se introduce un globo. Una vez en la vena, este se infla con nitrógeno líquido a baja temperatura. A través de pequeñas quemaduras en la zona de conexión, se logra impedir que la arritmia que se produce en esa vena llegue al corazón.
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«Que no sea una persona con sobrepeso ayuda a que la ablación sea efectiva»
José Miguel Lozano
Responsable de la Unidad de Arritmias del Hospital Clínico San Cecilio
La operación duró cerca de tres horas. Tras una noche hospitalizado, este amante del ciclismo volvió a casa. «Que no sea una persona con sobrepeso ayuda a que la ablación sea efectiva. No obstante, uno o dos de cada diez pacientes requieren una segunda intervención para retocar ciertas lesiones», señala el responsable de la Unidad de Arritmias del hospital, José Miguel Lozano. Y Simón fue una de ellas.
Tres meses después, en junio de 2022, este granadino sufrió una recaída. Esta segunda ablación, a diferencia de la priemra, se llevó a cabo con anestesia general y mediante radiofrecuencia, cerrando por completo la vena de la enfermedad. Tras dos días de reposo, Simón empezó a hacer vida normal y dos semanas después, ya estaba otra vez sobre ruedas. Los meses siguientes le hicieron seguimiento en consulta y, pasado un año, le colocaron nuevamente un holter. La arritmia cardiaca se había eliminado por completo.
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Nuevos retos
Simón Segura se sentía como un roble. Solo podía pensar en disfrutar de su bicicleta el máximo tiempo posible. No dudó y se hizo una prueba de esfuerzo. Todo correcto. Siguiente parada: Arabia Saudí. El bastetano tenía ganas de nuevos retos y enfrentarse a una nueva Titan Desert resultaba un plan muy atractivo, pero «fue una carrera muy dura sobre arena». «Durante la primera etapa, me salió una hemorragia. La segunda, no la pude acabar. Si no hacía la tercera, me descalificaban. Pensé que no podría, pero mi amigo Marce, que me acompañó también en Marruecos, me empujó a salir. Y menos mal porque acabé incluso la cuarta», admite el ciclista.
El sueño de cruzar Arabia en bicicleta se hizo realidad, aunque Simón no quedó satisfecho. Se había prometido a sí mismo que sería la última competición y que, a partir de ahí, llevaría una vida activa aunque más tranquila, pero se le ha quedado «la espinita clavada». Con el apoyo de su familia, ha logrado llevar una vida sana. Hoy pesa 68 kilos, se hidrata más a menudo, trabaja movilidad con un entrenador personal tres días por semana y aprovecha sábados y domingos para disfrutar de la bicicleta.
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«Ahora soy mucho más ágil, no necesito tanta fuerza como antes. Siento que voy flotando a todas partes. Voy a cumplir 65 años en julio y me siento bien. Por eso, quiero volver el año que viene a Arabia, cruzar de nuevo el desierto y disfrutar de esa experiencia al cien por cien», insiste Simón. De conseguir su objetivo, esa será la última vez que se suba a la bicicleta para competir.
La fibrilación auricular ha condicionado el resto de su vida. Curarse es excepcional. Ha mejorado «muchísimo», pero tiene que prevenir el ictus, una de las principales consecuencias de esta enfermedad. El 50% de los pacientes con ablación vuelve a tener arritmias diez años después y ahora que la esperanza de vida es mayor, es «muy probable» que vuelvan. La meta, por lo tanto, está en ir ganando calidad de vida y, sobre todo, tiempo, tiempo para poder seguir cumpliendo sueños como los que tiene Simón.
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