Los miembros de la quinta del 71 posan sonrientes a las puertas del restaurante 402. RamÓn L. Pérez

La quinta del 71 se reencuentra en Iznalloz

La Mirilla ·

Medio centenar de personas celebran su medio siglo de vida con una fiesta en el restaurante 402 de la localidad

Encarna Ximénez de cisneros

Granada

Martes, 14 de diciembre 2021, 00:51

No, no es el recuerdo de la mili el motivo de la reunión. Pero me confesaron sentirse como «la quinta del 71». Y, por ello ... han querido compartir sus cinco décadas de vida, sintiendo que «los primeros cincuenta años son los más difíciles», así que les queda lo mejor.

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En algún caso, como el de Juan Molina –al que llaman Elemento, ya se pueden imaginar por qué–, que es guardia civil, ya retirado, y vive en Almuñécar, no había visto al resto del grupo «desde la Primera Comunión».

Mónica Delgado me contaba algunos detalles junto a Sole –que cumplirá esos cincuenta el próximo 28 de diciembre– y Mari Carmen. La mayoría no necesita poner sus apellidos porque están acostumbrados a conocerse por los nombres y apodos, caso de Gata, que vive en Madrid, donde ejerce como profesora de Religión y, aunque viene a menudo por su pueblo, no se reencontraba con muchos de los asistentes desde hace «casi veinte años».

No ha sido fácil conseguir el listado, casi medio centenar. Han tenido que tirar de memoria, contactos y mucha paciencia, como destacaba Manolo Revilla, otro de los participantes.

Aún no les he contado que su punto de unión es, además de la edad, el ser de Iznalloz, y allí, en el restaurante 402, se encontraron en todo un fiestorro en el que tuvo mucho que ver la familia Ramírez y Spínola, los propietarios. Con Juan estuve charlando, cómo no, de los malos tiempos provocados por la pandemia y de la ilusión con la que siguen trabajando.

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La misma ilusión con la que el equipo, capitaneado por Esther Domínguez, once años de camarera, preparaba todo para que a las 14.25 en punto, las puertas del salón se abrieran a los sones de Alaska y entraran en fila –como si fuera el colegio– para comenzar la fiesta.

Lo disfrutó Aurora, que estuvo durante muchos años en Gestac y que reconoció a mi compañero Ramón L. Pérez. Y también lo disfrutaron Raquel, Rojana, Manole, Franca, Chinchi, Fortu y Jaime –que llegaron de Málaga y Sevilla, respectivamente–, Gordo, Nieto, Vidalina, Chiki o Nanny. Puro arte en los nombres.

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Me consta que el encuentro fue largo e intenso, que lo disfrutaron mucho, que se han comprometido a no volver a perder el contacto, y que fue un placer compartir el momento con estos jóvenes de cincuenta.

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