Giro de 180 grados en el 'triángulo andaluz'
El encuentro de los alcaldes de Sevilla, Málaga y Granada supone pasar de la confrontación y los agravios a las alianzas. Es imprescindible mejorar las comunicaciones entre provincias
En marzo de 2017 entrevisté a Francisco de la Torre. Existía la percepción entre muchos granadinos –tampoco llegué a contarlos– de que, si a Granada ... no le había ido mejor en muchos asuntos, era, entre otros motivos, por no haber tenido un alcalde como el de Málaga. Las percepciones siempre son subjetivas y mezclan la realidad con el deseo. En aquel momento, Málaga se había quedado fuera de la candidatura para albergar la Agencia Europea del Medicamento. Hasta nueve ciudades españolas se postularon; entre ellas, Granada. El Gobierno optó finalmente por elevar la propuesta de Barcelona. [Contexto: era la etapa de Mariano Rajoy; meses antes del referéndum ilegal de independencia].
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La sede de aquella agencia europea terminó finalmente en Ámsterdam. De la Torre recuerda aún la torpeza política –así lo considera– de algunos implicados. Cree que faltó generosidad por parte de Granada para ceder y concentrar la apuesta andaluza en la Costa del Sol. Recupero las notas de lo que decía hace ocho años: «No me pongo la gorra de alcalde, pero Málaga está muy bien conectada, tiene colegios internacionales, ambiente cosmopolita... Puede competir con Barcelona y con otras ciudades europeas. He intentado que se viera como un proyecto común. No lo podía liderar ni el alcalde de Málaga ni el de Granada. Tenía que liderarlo la presidencia andaluza. Habría sido bueno, no sólo para Málaga sino también para Granada y para toda Andalucía», se refería en aquella entrevista a Susana Díaz. Hoy piensa todavía que la socialista empujó a Paco Cuenca para que un alcalde del PP no se apuntara aquel tanto en una antesala electoral.
«Debemos pensar que lo que ocurra en una provincia es bueno para otra; nunca tratando de competir sino de sumar. La clave en Andalucía es que sumemos. (...) Andalucía es algo más que el Guadalquivir y Sevilla», me dijo en otro momento sobre el centralismo de la administración autonómica.
El jueves organizamos desde IDEAL el primer encuentro de los alcaldes de Sevilla, Málaga y Granada. El 'triángulo andaluz', lo bautizaron. Representa un giro de 180 grados: pasar de los agravios a las alianzas. El periódico tiene que ser punto de encuentro. Servir, unas veces, para acercar posturas distanciadas; como hicimos en el desayuno con el ministro Óscar Puente que propició que se desbloqueara el proyecto para la integración de ferrocarril. Y, otras veces, unimos en una misma fotografía a ciudades que comparten muchos más intereses de los que se han puesto de manifiesto en la historia reciente.
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Así cerré mi primera intervención. No sé si juntos se llega más lejos; o se trata tan sólo de una frase hecha. Lo que sí tengo claro es que no merece la pena llegar solos a ninguna parte.
ANDALUCÍA VALLEY
Al acabar el desayuno me escribe mi amigo Alfonso. Conoce perfectamente las últimas tendencias de innovación a nivel mundial y me dice que el ecosistema de tecnologías emergentes que se concentra en Andalucía, posiblemente, «no tenga parangón en Europa». Me enumera la agrotecnología en Almería; biotecnología y energía en Granada, con la referencia del Ifmif Dones. 'Málaga Valley' con Google, Huawei, Orange, Vodafone… La agencia aeroespacial en Sevilla. La especialización en defensa en Jaén. El hidrógeno verde en Huelva y la defensa marítima en Cádiz (Navantia). ¿Por qué no pensar en un 'Andalucía Valley'? Recuerdo unas declaraciones de Javier Cremades, artífice del auge tecnológico en la Costa del Sol. «Ingenieros de Viena, de París… quieren venir a Málaga ganando un 30% menos. Haces una oferta para 400 y se llena».
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Esa ventaja competitiva no la tiene ningún otro destino. Muchos profesionales quieren vivir en el 'triángulo andaluz'. Pero hace falta conectarlo con buenas infraestructuras y aprovechar las instalaciones que tienen otras provincias.
Maifrán Carazo insistió en el desayuno en las conexiones por ferrocarril y con líneas de cercanías. Francisco de la Torre lamentó que en este país se invierte tarde y mal. Y otro problema añadido radica en que las comunicaciones que ya existen funcionen convenientemente: que los trenes lleguen a tiempo y se conserven las carreteras.
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[Nota. Ese mismo jueves por la noche acudo a los Festivales de Música y Danza. En el ambigú cobran el tercio de cerveza a cuatro euros y medio sin tapa. En los precios no hay duda que somos internacionales. Hablamos del desayuno de los alcaldes, de las alianzas, de las comunicaciones… Carlos Bocanegra me cuenta que tiene un correo de Renfe en el que dice que su tren lleva 300 minutos de retraso].
EVAYERBABUENA
En el Generalife actúa Evayerbabuena, que debe pronunciarse así, yuxtapuesto; las sílabas una tras otras sucesivas, como un arpegio. Estuve con ella cuando salimos de la pandemia; en una charla en un café de Plaza Nueva con su marido, el guitarrista Paco Jarana, y el cineasta Pepe Sánchez Montes. Allí nos contó que empezó a bailar porque era la ilusión de su tía, que murió con 29 años. De adolescente le dijo a su padre que quería colgar los tacones porque estaba cansada de este mundo de «hipócritas». Pero en el escenario se siente libre porque hace lo que le viene en gana.
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Su último espectáculo consiste en bailar y cantar, sin más adornos. Y Paco Jarana tocando la guitarra de principio a fin; con un alzapúa que sigue el compás de los tacones de Evayerbabuena. Quizás sea al revés. O tal vez, sean lo mismo. Eva toca la guitarra con los pies y Paco taconea con las manos.
CORAZÓN Y ALGO DE CABEZA
El viernes me entregan en Málaga el premio de periodismo Ortega Munilla por el artículo 'Ojos de legionario'. Lo recojo de las manos de Amador Enseñat y comparto el galardón, entre otros, con Pedro Luis Gómez. No lo dice el credo legionario, pero el amigo no se busca, se encuentra. En mi intervención confieso que no hice la mili; por si acaso lo descubre algún 'pseudomedio' y deciden quitarme el galardón. No fue por ninguna objeción de conciencia, sino por las sucesivas prórrogas para estudiar Periodismo. La patria perdió un soldado pero ganó un reportero. Mal negocio para la patria.
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Margarita Robles también admite que sabía poco del Ejército antes de convertirse en ministra de Defensa, pero exalta que ahora admira sus valores. «Hay que actuar con mucho corazón y algo de cabeza», anoto en el cuaderno su frase. Me llama el sábado –no tenía necesidad y eso la define como persona– para decirme que le gustó mi intervención. Comenté que el periodismo comparte en realidad valores con el Ejército: valor, dignidad, orgullo. Palabras que entrañan demasiado riesgo y no resultan rentables. Pero ahora más que nunca se necesitan voluntarios dispuestos a defender la verdad, aunque sea más aburrida que la mentira. El honor, aunque lleguen más lejos los impostores. Y la dignidad, aunque te conduzca a la derrota.
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