La libreta del director
La fórmula del 'informe carita'El 9-J demuestra la dificultad de la izquierda para movilizar a su electorado, mientras empiezan los movimientos –todavía tímidos– para disputar la dirección del PSOE. «No es el momento», dicen desde dentro. El carrusel de congresos internos no arrancará, como pronto, hasta el otoño
Lo escuché por primera vez de Ángel Gallego, fuente inagotable de frases célebres y anécdotas; algunas, seguramente, hasta ciertas. En los congresos de los partidos, ... en aquellos tiempos en que se disputaban con nocturnidad los puestos de las ejecutivas en la barra de algún hotel, se aplicaba como prueba prospectiva el 'informe carita'. En función de la expresión del rostro de los aludidos podías aventurar si ganaba o perdía en la negociación. Normalmente, el margen de error era menor que el de una encuesta de Tezanos.
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Recuerdo aquella noche en un hotel en Sevilla, en el cónclave en que Manuel Chaves dio el relevo a José Antonio Griñán, cuando entró de madrugada Bibiana Aído para reprochar airada a Luis Pizarro que otras agrupaciones le habían ganado la mano al todavía poderoso PSOE gaditano. A veces, el periodismo no consiste tanto en llegar el primero, como en marcharse el último. Allí estaba, camuflado, porque cuando se trata de beber gin tonics, hablar de cosas intrascendentes y escuchar lo que no se debe el reportero suele tener una habilidad innata para pasar desapercibido.
En la política actual ya no se puede aplicar el 'informe carita', porque algunos ni siquiera comparecen en los momentos críticos. Yolanda Díaz se excusó por anticipado la noche electoral por conciliación familiar y al día siguiente leyó una declaración sin preguntas; que es la fórmula habitual cuando no se tienen respuestas. Tampoco lo hizo Pedro Sánchez el 9-J, mientras Teresa Ribera celebraba la resistencia del 30%; la barrera psicológica a la que se ha agarrado el socialismo. No convocó el lunes el secretario provincial del PSOE, Pepe Entrena, que el jueves reunió a su ejecutiva ampliada. La primera lectura se quedó para la coordinadora de la campaña en Granada, Ana Muñoz, que achacó el resultado a la baja participación y la «crispación» social –que siempre se atribuye al contrario–. Y lleva razón en lo de la abstención, pero con un matiz significativo.
Con respecto a las europeas de 2019, el PP ha mejorado 15,5 puntos (Ciudadanos obtuvo entonces un 13%); Vox también sube un 3,3%; y Alvise y sus ardillitas irrumpen con un 6%. En cambio, el PSOE baja cerca de ocho puntos y entre Sumar y Podemos se dejan otros tres. Luego, si todo el arco de la derecha mejora y el de la izquierda baja, la que tiene realmente un problema de movilización es, concretamente, la izquierda.
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Hablo con un dirigente socialista andaluz muy influyente. «Hasta los que perciben el ingreso mínimo vital han votado a Vox en lugar de a nosotros». El PSOE habría reventado en 2019 con un resultado como el de este 9-J; sin embargo, lo habría firmado en el pasado mes de marzo. «El resultado ha sido bueno, lo que pasa es que el partido generó unas expectativas irreales en las últimas semanas», añade mi contertulio.
Juan Espadas está decidido a mantenerse y presentarse a las próximas elecciones autonómicas. Fuentes internas de peso descartan la opción de un congreso extraordinario, aunque también dan por hecho que, cuando toque, habrá más aspirantes a las primarias. El congreso federal no será, como muy pronto, hasta otoño. «¿Tú crees que Pedro Sánchez va a querer un lío en Andalucía antes de su cónclave?», me apunta alguien que está al tanto de los movimientos. ¿Y en Granada? En circulación hay, al menos, seis nombres para postularse a la secretaría provincial. Y otro compinche de dentro me dice que el designado desde arriba no es ninguno de ellos. «No es el momento».
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Maneras elegantes de insultar
Quedo el miércoles con el expresidente de Diputación Antonio Martínez Caler y el exministro de Sanidad Alfonso Alonso para charlar en el acto del 'Quién es quién'. Gusta escuchar lo que piensan de la política aquellos que ya no ocupan ningún cargo público. Y les pregunto por la confrontación. El contraste de ideas tiene que ser necesariamente debate y discrepancia. El pensamiento único es la anulación del pensamiento.
Lo recuerda Alfonso Alonso, que recurre a una cita atribuida a Churchill para atestiguar que existen «maneras elegantes de insultar». «Frente al número 10 de Downing Street paró un taxi vacío. Se abrió la puerta y se bajó del taxi Clement Attlee». Era una forma inteligente de recordarle al adversario político que no era nadie; la ausencia dentro de un taxi vacío. Hoy en día sería meritorio siquiera saber interpretar este mensaje.
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Caler y Alonso mantienen un coloquio vivo y productivo. El discurso de uno se le podría atribuir al otro. Hubo un momento en que la política fue entendimiento. «Siempre ha habido meritorios, alguien que tiene que gritar muchísimo. Cuanta más responsabilidad tiene un político, debe ser más prudente. Los partidos centrales tienen que comportarse. Los dos grandes partidos están obligados a pactar el país y disputar el Gobierno. Un país hemipléjico no es viable. Estás obligado a reconocer al otro, no puedes decir yo contigo no voy a hablar», anoto en la libreta la reflexión del que también fuera alcalde de Vitoria.
Responde Antonio Martínez Caler, con quien tanto discutí en mi etapa de reportero, aunque siempre mantuvimos el respeto y las distancias. «La confrontación ha existido toda la vida, pero no se sobrepasaban determinadas líneas rojas. No se metía a la familia, no se llegaba ofensas personales directas. Hoy se ha convertido una ofensa en un eslogan. Estamos haciendo un daño enorme a la democracia. El PP y el PSOE tienen la obligación de hablar. Hemos conseguido que la sociedad diga que cada vez le gustan menos los políticos. Pero tenemos que lograr que a continuación diga: pero me importa la política».
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Y me pregunto por qué la sensatez será más habitual cuando ya no se ocupa un cargo público. O por qué los cuadros de mandos actuales desechan la experiencia de quienes ejercieron el poder, acertaron y se equivocaron. Por qué será que nos caen más simpáticos los políticos que ya no se ganan la vida como políticos.
«¿Quién juega en los parques?»
Me invita Pablo Luque a un coloquio sobre educación y juventud. No sé qué pinto, porque no encajo del todo en ninguna de las dos categorías. Me acompañan el entrenador del Covirán, Pablo Pin; la directora del Centro de Educación Especial de la Purísima Concepción, Inmaculada Guerrero; y el portavoz de Educación del PP en el Parlamento, Jorge Saavedra. Pablo habla de la cultura del esfuerzo, de saber gestionar la derrota –el éxito no es más que una concatenación de fracasos– . Nos preguntan desde el público por el tiempo libre, por la educación de nuestros hijos, por la responsabilidad como padres... Me doy por aludido. Hasta que Inmaculada abre una interrogación que zarandea las conciencias: «Con los parques tan bonitos que tenemos, ¿quién va a jugar a los parques por las tardes?».
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