Psicóloga gracias a los niños y viceversa
CONECTA, ATENCIÓN AL TRASTORNO AUTISTA ·
La dificultad y la recompensa de ser una joven graduada en el peor de los tiempos y en el mejor de los tiemposLunes, 23 de noviembre 2020, 00:32
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No es verdad que la universidad sea una fábrica de parados (quizá sí de trabajadores precarios), pero es lo que piensan la mayoría de los ... graduados cuando dejan las aulas con el diploma debajo del brazo. Lo de 'salir a comerse el mundo' es un tópico que ya solo los optimistas radicales manejan. Los más pesimistas se conforman con no pasar hambre. Es lo que tiene ser joven en el peor de los tiempos y en el mejor de los tiempos, en «la edad de la sabiduría y también de la locura», como dejó escrito Charles Dickens en 'Historia de dos ciudades' hace más de 160 años para dar su visión de la Revolución Francesa, otra época tan crítica como la actual.
Laura podía ser una versión posmoderna de alguno de los personajes de aquel novelón inolvidable. Después de terminar los estudios de Psicología, viajó a Granada para buscarse la vida de lo suyo o de lo que fuera, que no estaban las cosas como para ponerse estupenda. «Fue muy difícil todo. Me pedían experiencia profesional para poder trabajar y no tenía porque no me contrataban en ninguna parte». Es el absurdo laberinto en el que se pierden los graduados.
Laura encontró la salida el día que decidió hacerse voluntaria «a través de la plataforma de Internet hacesfalta.org». Conectó, en el amplio sentido de la expresión, con 'La estrella azul', un proyecto que forma parte del Programa de Atención Integral a Personas con Trastornos del Espectro del Autismo (TEA) de la Asociación Conecta de la costa de Granada –y que cuenta con el soporte económico de la Fundación la Caixa–. «En ese instante todo cambió. Comencé en octubre de 2018 asistiendo a un colegio como voluntaria para prestar apoyo a un niño autista de seis años. A veces me sentía perdida», admite, pero aquel pequeño y la formación constante le ayudaron a encontrar el luminoso camino de hacer realidad una vocación.
«En marzo de 2019, me llamaron para empezar a trabajar con una niña con TEA un día a la semana. Por primera vez en mi vida alguien confiaba en mí para poder desarrollarme dentro de mi profesión». Los chiquillos enseñaron a Laura a ser psicóloga y ella les enseñó a a ser chiquillos. Y en eso siguen.
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