Ibán de María Guardiola, presidente de Tablate Histórico, en la Calle Real, con la iglesia de su propiedad, al fondo. RAMÓN L. PÉREZ
El poblado abandonado de Granada

La vida se abre paso en Tablate

Medios de comunicación nacionales se hacen eco del trabajo de los voluntarios reconstruyendo el poblado, al tiempo que Ibán Guardiola, el ex fossor, anuncia que va a ser padre

Domingo, 22 de enero 2023, 00:34

Tres jubilados ascienden por la Calle Real de Tablate. Javier, Joaquín y Pepe. Visten boinas, chaquetones gordos, pantalones de pana y botas de campo. Ninguno ... pisaba este suelo desde hacía décadas. «¿Ya lo habéis arreglado todo?», preguntan al llegar al centro del poblado. «Todo, todo, no», ríe Ibán de María Guardiola, presidente de la asociación Tablate Histórico. «Lo estamos adecentando», añade el que fuera monje de los Fossores de Guadix. Luego hablan de los viejos inquilinos, de los que venían de Ízbor a trabajar la aceituna y de lo bueno que sería que alguien volviera a vivir aquí. «La labor de la asociación es esa –apunta Guardiola–, darles a los propietarios la confianza de que si invierten dinero y arreglan sus casas, vamos a dar la cara por ellos».

Publicidad

A sus espaldas, Miguel Ángel Barranco golpea la pala contra la tierra. «Ya se ve entera la acequia», dice orgulloso. Miguel, de 67 años, no conocía Tablate hasta hace unos meses, cuando vio la página de Facebook de la asociación. «No me une nada con el pueblo, es una colaboración desinteresada. Estoy aquí desde el primer día. Es buen plan». Y así, apoyado sobre la pala, señala a la iglesia y resopla imaginando todo lo que queda por hacer. «Hay que limpiarlo todo. A ver si surgen colaboradores que aporten algo porque para arreglar el tejado necesitamos mucho dinero».

Miguel Ángel, trabajando. R. L. PÉREZ

Guardiola, entonces, asciende por la nueva escalinata de acceso a la iglesia y abre la puerta con cierta ceremoniosidad; con cierto orgullo. Él es el dueño del edificio y, también, del cementerio que hay junto al viejo templo.

¿Qué siente aquí?

–La historia pesa, se nota al entrar. Tablate es una perla. Hay otros pueblecitos bonitos cerca, pero la ubicación, la forma, las vistas… Hay que venir, conocer su historia y vivir la paz que transmite. No me canso de estar aquí.

Han llenado este lugar de gente que incluso no tenía ningún vínculo personal.

–Sí, es precioso. Miguel Ángel, por ejemplo, no tenía ninguna vinculación como puedo tener yo con mi abuelo. Pero en el momento en que se unen al equipo no hay diferencia entre unos y otros. En cualquier caso, por aquí pasan un montón de curiosos y lo primero que nos suelen preguntar es la vinculación que tenemos con Tablate.

Publicidad

Hay mucha gente que no se cree su labor altruista aquí. ¿Esconde usted algo?

–¡No escondo nada! (ríe) Pero entiendo que lo de reconstruir Tablate es un poco un misterio, como el de la fe. Para mí es un lugar que tira mucho, por mi bisabuelo y mi abuelo. Es como una obligación, como si me hubieran configurado para ello. La historia de mi vida, de lo que se contaba en la familia, todo me encaminado a este momento. Y ese es todo el misterio. Es cierto que en Tablate se puede hacer mucho dinero y que hay empresas interesadas en el terreno, pero, por lo menos por Tablate Histórico, aquí negocio ninguno. Soy presidente de la asociación y el compromiso con tengo con ellos va más allá. Esta será nuestra sede.

«Es cierto que en Tablate se puede hacer mucho dinero y que hay empresas interesadas en el terreno, pero, por lo menos por Tablate Histórico, aquí negocio ninguno»

Hace dos años, cuando ingresó en los Fossores, dijo: «Vivimos en una sociedad de consumismo. Buscamos tener el mejor móvil, la mejor ropa, el mejor coche, y yo me di cuenta de que eso no me hacía feliz». Sin embargo, ahora gestiona terrenos y templos.

Publicidad

–Tengo cosas de mi propiedad y otras que comparto con mis padres o con otros familiares… Tenemos lo que tenemos y estamos intentando conducirlo de la mejor manera posible. Hay que moverse, porque si no te mueves… no sale nada. Lo cierto es que cuando entré al convento me quité de encima un montón de cosas. Son decisiones que se toman en un momento determinado y he aprendido mucho, vivo mejor.

Pero su vida ha cambiado mucho también...

–El otro día mi padre me lo decía, lo que me ha cambiado la vida en dos años… Yo le decía que no me arrepiento de nada... El otro día me preguntabas si volvería a la vida religiosa y te decía que no sabía. Ahora te podría decir que no, con seguridad (ríe). Para que veas las vueltas que da la vida: la tarde que hablamos la última vez me enteré de que voy a ser padre. ¡La vida! El señor se vale de muchas cosas para poner el camino.

Publicidad

Medios nacionales

Tablate Tendencia

Miguel Ángel, Sonia, Lucia y Fabi, limpiando el centro del poblado abandonado. R. L. P.

«¡A la paz de Dios!». Paco Cortés, secretario de Tablate Histórico, llega alegre a la jornada de trabajo. Los voluntarios ya están repartidos por la Calle Real, quitando rastrojos y arreglando la calzada. Hoy, además de los habituales, hay visitas: varios periódicos y cadenas de televisión nacionales que quieren hacerse eco de lo que está pasando aquí. «Y para nosotros es un orgullo contarlo», afirma Paco.

Sonia, de 14 años, no para: «Me encanta venir. Creo que lo vamos a conseguir, tardaremos unos años, pero lo vamos a conseguir». Su hermana, Lucía, de 11 años, es la más joven del grupo. «He picado la pared, he quitado arena y sí, me parece guay reconstruir un pueblo». Las dos son hijas de Fabi, que charla divertida con Paco. «¿Cómo sería: tablatenses, tablateños?», pregunta ella. «Es que no sabemos el gentilicio correcto, podemos instaurarlo ahora mismo –responde Paco–. A mí me gusta tableteros. O tabletes. Tabletes está muy chulo. Y mira, Lucía sería la tableta chiquitilla, la onza… ¡y yo el bombón de Valor!», ríen todos a carcajadas.

Publicidad

Javier, Joaquín y Pepe, en el interior de la iglesia. R. L. PÉREZ

A media mañana, una enorme moto aparca en el corazón de Tablate. El piloto, Alejandro, desenrosca una cámara GoPro del retrovisor y la coloca en un palo selfie. Luego se quita el casco y se presenta ante el grupo. «Pertenezco a un canal de Youtube que hace vídeos por zonas rurales –explica–. Venía de paso y tenía que ver esto con mis propios ojos». Miguel Ángel, mientras tanto, trabaja a destajo, con una agilidad y una fuerza que contagia a las niñas y al resto de voluntarios. Las cámaras les graban y les fotografían a ritmo. Javier, Joaquín y Pepe, con buen humor, se despiden de Tablate: «¡Esto parece una obra de España! ¡Tres trabajando y ochenta mirando!». Los voluntarios de Tablate Histórico comparten una sonrisa cómplice. «Pero cada día somos más», termina Ibán.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad