Vecinas junto a una de las imágenes que se pueden ver en las calles de Lopera Torcuato Fandila
Verano

Las vecinas de Lopera que nacieron con el pueblo

Angustias, Josefa y Ana viven en la calle en la que empezó a formarse el pueblo, donde una exposición de imágenes por las casas cuentan la historia de sus habitantes

Sábado, 17 de agosto 2024, 23:55

En Lopera, todos se conocen. Las fotos en las fachadas dan pistas de qué familia ocupa cada hogar. Esta práctica se repite en la localidad ... desde hace años y años y es eso precisamente lo que marca la esencia del municipio.

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Angustias, Josefa y Ana son de toda la vida del pueblo. Residen desde hace décadas en la calle Frontial y escriben desde allí el día a día del pueblo. «Forma una parte esencial de nuestra vida», señala Angustias. Esta fue la primera calle de la localidad, desde donde un pequeño cortijo se fue extendiendo poco a poco e hizo aparecer lo que hoy día es Lopera. Allí empezó la historia del pueblo, pero también la vida de estas tres vecinas, que nacieron en el lugar.

«No hay nada mejor que Lopera, estar aquí nos da vida», indican. Sin embargo, la importancia de la historia de su calle reside también en sus hogares. Las mujeres han dedicado años y años a edificarlos. En ellas han criado a sus hijos y también han visto crecer a sus nietos. «Nada se compara a esto», añaden.

Las tres nacieron en este punto del pueblo, motivo por el que no conciben sus vidas alejadas de este lugar. Todo el municipio está ahora asfaltado, tiene farolas a sus lados y algunos coches aparcados en las inmediaciones, pero sus vecinas cuentan que no siempre fue así y que el cambio ha ido acompañado del paso de las décadas.

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Historia

No obstante, las vecinas admiten que la historia de su calle y de Lopera en general no se entiende sin las fotografías que decoran distintos puntos. El rostro se ilumina cuando pone un pie en la calle y ve junto a su puerta una foto de grandes dimensiones en la que se reconoce a sí misma. Sujeta un recipiente en el que guardaba la comida para alimentar a los animales porque eso, cuenta, «es lo que más le ha gustado hacer en toda su vida». A su lado, Josefa observa con atención también su rostro frente a la vivienda. Aparece en el lavadero del pueblo porque ese era el punto de reunión cada mañana para la mayoría de mujeres de la pedanía de Purullena. Recuerdan como si fuera ayer las jornadas frente a la pila. A ellas dos se suma Ana, otra vecina de toda la vida de la calle que reconoce que no imagina cómo sería su vida fuera de allí. A la tranquilidad del pueblo, se añade la cercanía y familiaridad de los vecinos, que tienen como punto de reunión su misma calle cada noche de verano.

Las mujeres cuentan cómo antes de los coches veían pasar los burros y también el recuerdo que les dejó la venta de comida casa por casa, un hecho que estuvo vigente hasta hace pocos años. A la evolución de los años, se suma el crecimiento de la población. La pedanía estaba en un principio compuesta solamente por doce viviendas. «El lugar se convirtió poco a poco en el hogar de más personas», indican.

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Exposición

Pero lo que no ha cambiado es su esencia. Las imágenes decoran el lugar y sorprenden a todo aquel que pasa, pero poco se extrañan el resto de vecinos o los residentes de las localidades cercanas que ya conocen el lugar. «Es nuestra seña de identidad», admiten orgullosas.

El origen de la idea de ubicar las fotos en las calles corresponde a otro vecino del municipio. Su objetivo principal es dar conocimiento de la historia del territorio y ponerle cara a quienes lo componen. Esto hace que la exposición adquiera el nombre de 'Lopera, vida de un pueblo en la pared', ya que se ubica por distintas zonas del pueblo.

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Además de las fotos, su autor, Pepe Tomás Rojas, también escribió un libro en el que recoge las historias de los habitantes del pueblo. Por ello, cuando ahora las mujeres se cruzan con el vecino en el pueblo le muestran agradecimiento infinito por contribuir de esa manera al reconocimiento y recuerdo de sus calles. Lopera comenzó a existir en su calle y sus vecinas se han encargado de mantenerlo y aportar siempre su granito de arena para su crecimiento y desarrollo. Y así lo seguirán haciendo mientras vivan.

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